Estimado lector, en esta ocasión, permíteme hacer una pequeña comparación entre el sistema americano y mexicano de elecciones.
Me llamaron poderosamente la atención los editoriales del día de las elecciones, uno de ellos decía: “El próximo presidente necesitará combatir el déficit fiscal, reactivar la economía y no sólo eso, sino que tendrá que lidiar con un país dividido, por lo que la conciliación será su primera tarea”. ¿De que país latinoamericano ochentero hablan? No estimado lector, éso es lo que Barack Obama, el otrora llamado hombre más poderoso del mundo, tiene frente a sí, para salir delante de esta crisis estructural. La realidad es que, al igual que en México, y es la primera semejanza, no creo que vaya a cambiar nada. En México cambiamos de partido político, pero las estructuras y el sistema económico es exactamente el mismo que hemos seguido durante muchos años, décadas, por tanto, no esperemos cambios radicales.
Obama ha demostrado que tiene disposición a cambiar las cosas, pero que los grandes intereses de las corporaciones financieras y políticas lo tienen amarrado. Igual que en México, que el poder económico de las llamadas 15 familias más ricas de México dictan las reformas que les convienen, y si no lo creen vean el poder que han alcanzado las televisoras, las telefónicas, entre otros monopolios y oligopolios.
La segunda semejanza es lo reñido de las elecciones. El sistema americano difiere ya que se ganan estados y cada uno de ellos representa votos que llevan al candidato a la presidencia, pero si hablamos de votos reales, la diferencia entre uno y otro fue de 2 millones y medio aproximadamente, menos del 2 por ciento de la población. Y es hasta allí que llega la semejanza. En México, esa diferencia es motivo suficiente de impugnación de descalificar las elecciones y de comenzar con el famoso “voto por voto, casilla por casilla”. En Estados Unidos, Mr. Romney quizá pudo haber pensado en el fraude, que el sistema no es robusto, que tiene muchas fallas, que allá cualquiera puede votar sin credencial, pero como él conocía las reglas y jugó respecto a ellas, no hizo más que reconocer la derrota ¡y eso que todavía no se terminaba el cómputo electoral! Aquí se firman los compromisos, se conocen las reglas pero en un dos por tres si los resultados no me favorecen abono al desprestigio de las instituciones y me convierto automáticamente en un factor de oposición a todas las propuestas. Mr Romney le deseó suerte al presidente Obama además de buscar la reunión de fuerzas, pidiendo a sus seguidores que apoyaran las políticas que se implementarán.
¿Será difícil llegar a eso?
El fraude electoral en Estados Unidos es un mito, no existe un fraude como tal desde 1960, cuando el senador Joseph Kennedy pactó con la mafia el acarreo de votos en estados cruciales para que su hijo John F. Kennedy ganara las elecciones. Ese pacto derivó en compromisos que el mismo senador hizo con la mafia y que su hijo el presidente no pudo sostener. Es probable que derivado de esto la mafia lo haya matado no sólo a él, sino al hermano, Robert, que se desempeñó como fiscal durante el periodo del presidente Kennedy.
En México, se tienden puentes, pactos, con sindicatos inamovibles, con la lideresa de colonia eterna que más que buscar el beneficio de toda la comunidad, busca el propio, y en algunos casos, que no están documentados, pero que cada vez intuimos más, con la mafia del narcotráfico. ¿O cómo es posible que Humberto Moreira ahora empiece a decir que los empresarios son narcos y lo apoyan y lavan dinero en el estado de Coahuila una vez que muere en manos del narco su hijo, siendo que él fue gobernador de esa entidad? ¿Acaso no lo supo durante esos seis años? ¿Alguien se lo ocultó?
Están ahora ya las voces de la oposición en Estados Unidos levantándose por el terrible déficit fiscal americano. Alan Greenspan tuvo el descaro el día miércoles de mencionar para Bloomberg TV que era de dimensiones catastróficas no hacer nada, siendo que él es el principal responsable por las políticas que implementó desde la Fed cuando fue el presidente de la misma para que se llegara al punto actual. Igual que Zapatero, se retiró a tiempo del cargo para que otro cargue con las culpas y siga pensándose que es un excelente economista y que él sí sabe cómo hacerlo. (Igual que en México, tenemos nuestros mesías de derecha, izquierda y centro que tienen la misma fórmula, yo si sé cómo hacerlo)
Pues como podemos ver, cada vez son más las semejanzas electorales entre ambos países. Lo que es muy diferente es la calidad de la clase política mexicana y estadounidense. Soñar no cuesta nada, ojalá algún día podamos ver con claridad un sistema más robusto y confiable, no por el sistema en sí, sino por los ciudadanos que lo formamos y le daremos la validez al mismo.
Por último, la OCDE recomienda al gobierno de Peña Nieto aumentar el IVA a 19 por ciento, y que sea para todo igual. No está la solución en aumentar impuestos, sino ser más eficiente en el gasto, no es posible que el 90 por ciento del ingreso se vaya a nóminas, sueldos, partidas secretas, entre otros. Antes de pensar en aumentar impuestos, se debe buscar la eficiencia del gobierno, los ahorros, para evitar que la sociedad sufra como lo hace actualmente la sociedad griega y la española.
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