Como mujer tengo derecho a opinar sobre mis propios asuntos. Estoy a favor de un feminismo que lleve a la libertad de la persona, no solamente a la de un sexo. Acerca del recientemente retomado tema del aborto, me gustaría señalar un par de cuestiones.
Creo que la mujer debe tener libertad de poder llevar una vida libre, fuera de violencia o de verse obligada a hacer cualquier cosa que no quiera hacer. Por eso me opongo rotundamente al aborto. El aborto no es libertad, es violencia contra el cuerpo de la propia madre y de la persona que se lleva dentro, que, como se ha venido diciendo como un fuerte argumento, es un ser del que necesariamente surgirá un ser humano, a menos que algo o alguien frene ese proceso. De un embrión humano no nace otra cosa que una persona, a la que sólo debe darse algún tiempo para distinguir físicamente como tal, pero que es ya un constituyente humano porque es imposible que se desvíe su desarrollo y se transforme en otra cosa. La única manera de decir que un embrión no es un ser humano es hacer que deje de existir, para que no sea nada… en pocas palabras, si un embrión no es un humano, ¿entonces qué es? Descártese la idea de que sólo son células… un espermatozoide y un óvulo son células, que separadas se desechan sin pena ni gloria.
La dignidad de la persona radica en su integridad, no en su forma o su estado. Una persona no puede ser y no ser, como cualquier cosa, así como su existencia no puede ser gradual. Defiendo que es más tajante definir que es una persona, a partir de un punto de referencia tan claro como la concepción, y no ambiguo como la cantidad de semanas, la forma o las características muy particulares y que necesariamente varían con cada caso. Así, queda claro para mí por qué se dice que una persona es tal desde el vientre materno: es o no es.
Ese dilema está gastado ya, porque no se ponen de acuerdo las personas que piensan diferente, a favor y en contra. No me interesa ir más allá por ahora. Creo que las cosas son claras, pero los puntos de vista son diversos y muchas veces ni siquiera se discute sobre lo mismo, sino que cada uno está hablando de algo totalmente distinto, por lo que nunca se llega a nada.
Creo que muchas de las mujeres que abortan “necesitan” hacerlo, pero no lo “quieren” en realidad. Y no lo digo como pensamiento rosa, sino porque he conocido de cerca el dolor y la desesperación de mujeres cuyo instinto se aferra a la maternidad y la defensa de la vida, pero sus condiciones las orillan a esta decisión. A estas mujeres no las considera la ley, porque no les ofrece otra opción más que el aborto.
Yo como mujer no quiero el derecho a abortar, que es más fácil de ser otorgado por el Estado, en vez de eso, exijo:
-Derecho a la información, cuando la mujer sea joven, sin recursos o sin acceso a una educación que le permita decidir en su individualidad, no cuando ya esté embarazada y que sus decisiones se limiten a alumbrar un hijo o abortarlo.
-Derecho a la libertad de ejercer mi sexualidad y/o maternidad con la pareja que yo elija, ya que quiero que me aseguren una sociedad en la que no haya violadores, no en la que se me faciliten clínicas abortistas por si algún día caigo en las manos de alguno. Creo que un niño no es el mayor de la los daños, ¿o es que se puede abortar también el Sida o las enfermedades de transmisión sexual, la angustia, la indignidad, la injusticia, etc. para eliminar el problema?
-Derecho a tener los hijos que yo quiera. Hay quien no quiera hijos, pero el aborto no es un método anticonceptivo, definitivamente, no se puede abortar cada embarazo no deseado, pues hasta el aborto “mejor hecho” tiene consecuencias físicas y psíquicas. ¿Pero qué hay si quiero ser madre y no puedo más que mantener a uno o dos? (y eso si acaso). Es más fácil poner clínicas abortistas que ofrecer trabajo digno, seguridad social, escuelas, hospitales, calles limpias y seguras, y todo aquello que es más caro cuanto más gente vive en una ciudad.
-Derecho a desarrollarme profesional y familiarmente. Muchas mujeres deciden no tener hijos porque sus trabajos no les permiten ambas cosas. Es increíble que no se contrate a mujeres embarazadas, casadas o con hijos, mientras que a un hombre casi nunca se le ponen estas condiciones. No necesito dejar de tener hijos por la injusticia de no tener otra opción, quiero poder ser madre y trabajadora, así como un hombre puede ser padre y desarrollarse.
-Derecho a la equidad. Quiero tener las mismas responsabilidades y derechos que el padre biológico de mis hijos. Basta de abortos por la presión social que se ejerce con la sobreexigencia en la maternidad, ser madre no debería ser el fin de la existencia para una madre con cualquier condición. Y en caso de ser madre soltera, viuda o de cualquier otro tipo, quiero respaldo social, guarderías, apoyos, formación. Sin embargo, aquí quiero destacar también la injusticia que se comete al responsabilizar moral y legalmente a la madre que aborta, mientras que el padre, la familia o la sociedad se deslindan de toda responsabilidad. Así como defiendo que no tiene todo el “derecho” la madre al aborto, tampoco tiene toda la responsabilidad muchas de las veces.
Creo que generar estos derechos es más incluyente que generar un “derecho” a abortar. Sin embargo, me opongo a que una mujer vaya a la cárcel o se le juzgue penalmente por una decisión así. No creo que sea una cuestión de castigar, sino de prever antes de que ocurra. Es una elección que cada mujer tomará, y nada se puede hacer para que podamos evitarlo, aunque quisiéramos, aunque fuera ilegal, pero yo creo firmemente que sí es una opción que es incorrecta.
Sobre la soberanía total del cuerpo femenino, considero que hay un límite, aunque todavía no sea independiente el feto. Mi cuerpo es mío, sin duda, pero un feto o cigoto no es mi cuerpo. Si él muere, yo no muero, a diferencia de un miembro u órgano mío, que si se daña, me daña a mí también. No hay manera de que un ser humano sea independiente desde su origen, todos en determinado momento fuimos fetos y dependimos del vientre materno. Nuestra independencia se ha obtenido con nuestro crecimiento físico, intelectual, social, etc., pero nuestra individualidad siempre ha sido clara desde nuestro origen. El hijo está separado de la madre. El hijo no es el cuerpo de la madre. Creo que si no se quiere ser madre, se debe evitar la concepción, no interrumpirla, porque en todo caso se tiene el derecho a no elegir la maternidad, pero ese derecho se restringe cuando entra el derecho de alguien más. En eso sí estoy de acuerdo de otorgarle algunas garantías al feto.
Me gustaría remarcar que en lo posible he tratado de decir “yo creo, yo opino, considero”, cosa que se olvida hacer muchas veces. No se debe ser radical, pero aunque mi postura podría tomarse como conservadora, me gustaría que se dejara de usar este término como algo peyorativo, ya que es simplemente otra forma de ver el mundo, como lo es la ideología liberal u otras perspectivas. En determinado momento una persona liberal puede ser tan o más cerrada que una conservadora. El diálogo debe ser abierto y franco.
Finalmente, creo que una sociedad verdaderamente justa sería aquella en la que ninguna mujer tuviera que abortar, porque por gusto, no creo que nadie lo haga. La prevención y la libertad de decisión se consolidan abriendo el panorama e informando.
Agradezco mucho a mi casa editorial La Jornada Aguascalientes el espacio de expresión.
