Llegó el fin de la etapa electoral de las precampañas, y los partidos políticos, con sus alianzas, eligieron sus candidatos a presidentes municipales y a diputados; los candidatos elegidos para la presidencia municipal de Aguascalientes fueron Antonio Martín del Campo, por la alianza del PAN y del PRD, y Francisco Chávez, por la alianza del PRI y del PVEM.
En ambos casos se dieron sorprendentes resultados debido a las diferentes lecturas e interpretaciones que hicimos –se hicieron- de los “signos de los tiempos”; ahora, después de los sucesos de la elección, las opiniones también son diversas, por lo que es útil rescatar algunos datos de ambos procesos, los que nos ayudan a entender un poco más y mejor, cómo acontece la política en nuestra cultura democrática.
Por parte del PAN las opiniones, evidentemente, se dividieron en dos corrientes: una fue la de los miembros dominantes del PAN, quienes impulsaron la precandidatura de Martín del Campo; la otra, la de los simpatizantes del precandidato Felipe González González, quienes, prácticamente, “desde fuera” hicieron la precampaña.
Unas opiniones se mostraban en rechazo de la posibilidad de que un ex gobernador y ex senador de la república, buscara ser presidente municipal; otras consideraban que con González el PAN podía recuperar ahora la presidencia municipal de Aguascalientes, como antesala para poder hacer lo mismo en la siguiente elección, con la gubernatura del estado.
El resultado de la elección fue que Martín del Campo ganó la elección con una diferencia de 349 votos –de un universo de 4 mil 554-, lo que muestra que, no obstante los incidentes con los que tuvo que batallar González de parte del grupo cerrado del panismo estatal, el rechazo aducido por éstos al precandidato no fue de la magnitud que difundían.
A pesar de la pretensión de no dar el registro a la planilla encabezada por Felipe González –para lo cual habían motivado a Alberto Aguilera a que se registrara, para que fuera la “competencia” de Martín del Campo (solicitud que retiró al sí otorgársele el registro a González)-, a pesar del magnificado rechazo que promovieron hacia el ex senador, o del impreso pegado en postes de calles aduciendo mentiras con un fondo de colores del PAN (lo que aparentemente señalaría a los panistas como autores), a pesar de versiones circuladas en medios de comunicación de que se retiraba o se iba a otro partido político, la competencia entre los dos precandidatos se dio, con resultados que el grupo dominante tuvo que preparar muy bien con la ingeniería electoral (LJA, 10 de abril), para evitar que González ganara la elección, lo que vieron como una posibilidad.
En relación al proceso priísta, la dominancia que ha ido construyendo el gobernador del estado sobre los diversos sectores de Aguascalientes, se manifestó, desde luego, en su partido; Óscar López Velarde, según las señales emitidas, fue el designado como precandidato para ganar la candidatura, por encima de los aspirantes de la Alcaldesa y de los otros aspirantes del gobierno del estado, como fue Alejandro Alba y también, parecía ser, Francisco Chávez.
López Velarde se presentaba como el habilitado para el cargo, dado que llevaba 42 años en el servicio público a través de muchos cargos, y en ocasiones anteriores se había sacrificado; solía decir que “Aguascalientes merece un alcalde con experiencia… y no un alcalde que llegue a aprender cómo gobernar, que no sepa administrarlo y mucho menos, que llegue a improvisar porque no sabe qué hacer… el municipio de Aguascalientes debe ser el principal aliado del Gobierno del Estado, dijo, para armonizar sus esfuerzos con el proyecto del gobernador Carlos Lozano” (El Heraldo, 17 de marzo).
En las ocasiones en que el gobernador tenía oportunidad de mostrar a López Velarde y a Chávez, lo hacía; las quejas y reclamos de los presidentes estatales del PAN y del PRD, no lograron cambiar la estrategia publicitaria (ya la sana distancia de los tiempos pasados del PRI son absurdos ahora, según el diputado presidente del PRI en la capital, Jesús Ríos Alba, [LJA, 11 abril]).
En el proceso electoral del año 2012, el gobernador sostuvo a los que impulsó para las candidaturas del PRI, tanto a la primera posición de los senadores como a las diputaciones federales; sin embargo, en esta ocasión y en relación a la candidatura más importante, ya no pudo hacer lo mismo (López Velarde no hubiera aceptado jugar así). Es significativo que después de una reunión sostenida con el gobernador, el sábado 6 de abril, López Velarde escribiera en una red social que “el día de ayer 6 de abril el PRI me pidió retirar mi pre candidatura a Alcalde de Aguascalientes, lo hice sin aceptar una diputación local plurinominal y renunciando a mi cargo de Secretario de Gestión Urbanística y Ordenamiento Territorial del Gobierno del Estado”.
Las cosas habían cambiado en el PRI; “en las próximas horas –o días- habrá candidato de unidad a la alcaldía de Aguascalientes… Puede ser que uno de los dos ceda sus ‘canicas’ al otro en cualquier momento, o pueden llegar los dos a la convención de 996 delegados que decidirán quién es el mejor”, decía Ríos Alba en entrevista con La Jornada Aguascalientes días antes de la convención (3 de abril). Agregaba, todavía más, “la militancia o la antigüedad no hacen al mejor candidato”.
Quedó a la vista, nuevamente, la puja de poder que viven en Aguascalientes las dos corrientes priístas; una, por lo visto, sigue teniendo más acercamiento con el grupo dirigente nacional. Se impuso la estrategia impulsada por la “imagen juvenil Peña”, como se ha visto en otros estados.
De esta manera, es claro que Antonio Martín del Campo lleva ventaja sobre Francisco Chávez; los panistas tendrán que cuidar muy bien la circunstancia, porque, efectivamente, Lozano –haciendo a un lado sentimientos- tendrá la vista puesta en 2016, y pugnará porque Martín Orozco no llegue.
Pronto iniciará la campaña electoral, y observaremos comportamientos.




