Por Salvador Morelos Ochoa
Las cifras oficiales no dejan lugar a dudas; más de 33 millones de personas mayores de 15 años que no han concluido la primaria y la secundaria y 7 millones de analfabetas son datos suficientes para que reconozcamos que el gobierno mexicano ha reprobado en la atención del rezago educativo; se trata de personas pobres en edad productiva que viven en el campo y en las ciudades, y que conforman los pies de barro de un sistema educativo que poca atención y presupuesto les asigna, olvidando que de su educación y capacitación depende en gran medida que nuestro país se transforme, y que esta tarea es tan urgente como la reforma del sistema escolarizado que hoy nadie pone en duda.
A más de 30 años de creado el Instituto Nacional de Educación para los Adultos (INEA) y con un proceso de descentralización en la materia inconcluso, ya que aún seis entidades carecen de institutos estatales de educación de adultos, la política y la gestión en esta materia ha ido de más a menos y está ahora en entredicho.
Creador de un modelo educativo innovador y de gran calidad, el Modelo de Educación para la Vida y el Trabajo (Mevyt), y un programa de alfabetización en lenguas indígenas que han recibido varios reconocimientos a nivel internacional, pero carente de un modelo de operación que sea acorde y eficaz a estas propuestas pedagógicas, hoy el INEA es una institución que se debate entre la falta de resultados, el desprestigio y la corrupción.
Estados como Aguascalientes, Coahuila, Jalisco, Nayarit y Guerrero, son claros ejemplos de institutos estatales en los que no existen servicios educativos de calidad para adultos, en los que la formación de los asesores es limitada y en los que se llega al extremo de dictarle a los educandos las respuestas en las sedes de aplicación de exámenes, cuando no se les regalan los certificados de primaria o secundaria, para lograr el cumplimiento de las metas de certificados emitidos establecidas anualmente, para reducir en el papel las cifras de personas sin educación básica, sin que importe que tengan un aprendizaje que les ayude a mejorar su calidad de vida y sus oportunidades laborales.
El daño que se le ha causado en los últimos años al país adquiere dimensiones catastróficas aunque poco se hable de ello, y se manifiesta en que no disminuyen sensiblemente los niveles de analfabetismo y el número de personas sin primaria y secundaria concluida, y en que ha bajado la credibilidad de las empresas sobre la eficiencia de la educación de adultos que ofrece el INEA, por no mencionar algo mucho más doloroso, la afectación a la dignidad de las personas que acuden en busca de la educación que no tuvieron de niños, y obtienen un certificado que no corresponde a aprendizajes que le sean significativos.
Ante estas realidades la educación de adultos es una situación crítica que resulta insostenible, si realmente la administración del Presidente Peña Nieto desea que la reforma educativa sea un pilar para la transformación de México y atienda no sólo al sistema escolarizado, sino a todas las modalidades de la educación existentes en nuestro país. La prioridad del tema para la actual administración está aún por verse, si consideramos que se nombró un primer titular del INEA, que duró en el cargo menos de 90 días y desde el 21 de marzo la nueva titular es la licenciada María de los Ángeles Errisúriz Alarcón, difícil reto el que enfrenta ante la Cruzada Nacional de Alfabetización y la puesta al día de una educación para jóvenes y adultos que responda a los retos del siglo XXI.
Para que la educación de jóvenes y adultos en rezago educativo se convierta en una política pública moderna, que atienda eficazmente esta problemática, se requiere que se impulsen acciones en los siguientes temas: la evaluación, formación y certificación de asesores, técnicos docentes y coordinadores de zona que operan este sistema; el incremento del presupuesto para la producción de los materiales educativos que utilizan, para garantizar su pertinencia y disponibilidad y el establecimiento de un sistema de evaluación de la calidad de los servicios educativos que brinda el INEA.
Lo anterior requiere asimismo que se establezcan mecanismos que promuevan la participación de los distintos sectores de la población, no sólo en la aportación de recursos económicos, como finalmente acabó el Consejo Nacional de Educación para la Vida y el Trabajo (Conevyt), y sus equivalentes en las entidades federativas; sino que se instale un observatorio ciudadano con funciones de contraloría social, que permita dar seguimiento a la aplicación de los presupuestos federal y estatal, que abone a la transparencia y permita garantizar la aplicación de los recursos evitando el uso clientelar con fines político electorales que en mucha ocasiones se observa.
Este miércoles 10 de abril se lleva a cabo en Palenque, Chiapas, el “Foro de Consulta sobre Rezago Educativo y Analfabetismo”, cuyas propuestas serán integradas al Plan Nacional de Desarrollo; se celebra en uno de los estados que tienen mayores carencias y en los que es urgente la atención en este campo educativo, en una entidad por cierto que ha destacado junto con Oaxaca, por la atención que brindan a la población indígena. Esperemos que no se trate sólo de una consulta para cubrir un requisito formal.
La educación de adultos es una noble tarea que realizan de manera comprometida y con una escasa remuneración miles de asesores voluntarios, que día a día recorren las comunidades pobres urbanas, suburbanas y rurales; para todos aquéllos que han hecho de esta labor un verdadero apostolado, nuestro más profundo reconocimiento, y la exigencia a las autoridades para que se aborde una profunda reforma en el INEA, que dignifique al educador de adultos, construya un modelo de operación acorde al Mevyt, responda al México pluricultural, permita que los jóvenes y adultos desarrollen los conocimientos, habilidades y valores que requieren para mejorar su vida, y que brinde servicios educativos de calidad sin los cuales México no puede avanzar y superar los problemas económicos, ambientales y de reconstrucción del tejido social que enfrenta nuestro país.
