- “La corrupción puede seguir, pero es mucho más difícil cuando todo el mundo puede ver”
- Jueces incapaces de adaptarse deberían ser jubilados, opina capacitador estadounidense
Los conservadores, los liberales y “los más socialistas” tienen una coincidencia generalizada: hay que realizar ajustes al sistema, asegura el abogado Robert J. McWhirter al hablar con La Jornada Aguascalientes sobre la oralidad de la justicia, misma que deberá estar en marcha en 2016, en todo México.
-En México siempre ha habido corrupción. ¿Un sistema de justicia oral se presta para brincar esa barrera?
-Obviamente éste es uno de los factores que motiva los cambios. Hay corrupción en sistemas abiertos también, pero si decimos que la corrupción es una especie de enfermedad la mejor manera para curar la infección es dar luz. Un proceso abierto es para dar luz, nada está en secreto… En un sistema oral abierto todo mundo puede ver, la prensa puede llegar y escribir de estas cosas. En un sistema inquisitivo hay secretos.
McWhirter visita habitualmente el país para capacitar a defensores en aspectos de la justicia oral, como parte del programa de intercambio de conferencistas patrocinado por el Consulado de los Estados Unidos.
El mensaje debe ser contundente, refirió después de pasar por las cortes de la Ciudad de México, donde las oficinas de algunos jueces ya exhiben paredes de vidrio.
“La corrupción puede seguir, pero simbólicamente es mucho más difícil cuando todo el mundo puede ver al juez sentado en su escritorio”.
Si bien una plataforma donde el acusado conocerá a su juez y presenciará el desahogo de su caso implica cambiar buena parte de la infraestructura del sistema judicial (instalar cámaras, acondicionar las salas para hacerlas públicas), también supone reducciones en los costos sociales, pues la justicia sería más expedita.
“En Estados Unidos todos los imputados tienen derecho a tener un juicio, esto ha sido parte de nuestra constitución por 200 años. (No obstante) de 98 a 99 por ciento de los imputados nunca van a juicio, escogen tener un trato, se llama cle. Escogen aceptar un cle, un convenio donde en un sentido venden su admisión de culpabilidad y el fiscal va a darles la garantía de menos tiempo encarcelados, o va a darles libertad condicional o cualquier otro beneficio”.
El entrevistado anticipó que si en México se sigue esta corriente muchos imputados optarán por establecer negociaciones con la fiscalía. Señaló, además, que “en un sistema cerrado”, como el actual, los indiciados no cuentan con “nada para vender” al Ministerio Público, por lo cual deben esperar el largo transcurso de un juicio por escrito antes de ver resuelta su situación.
-¿La obligación de resolver el caso quedaría en manos del imputado y no del Estado?
-Es obligación de las dos partes, el fiscal tiene sus propias motivaciones y obligaciones, quiere avanzar en el caso, quiere tener una condena. Él puede tomar la decisión de ofrecer algún beneficio o no. El hecho es que los fiscales tienen muchos casos, es imposible que un Ministerio Público lleve todos los casos a juicio, entonces ellos tienen motivación para resolver los casos y dar beneficios al imputado.
Quien se considere inocente, enfatizó, siempre podrá exigir su derecho de acudir a los tribunales.
McWhirter ha impartido capacitación en justicia oral en países como Chile, Venezuela, Colombia, El Salvador, Nicaragua y México.
Anotó a su vez que “un gran problema en toda América Latina” radica en el perfil de las planillas de abogados, capacitados más para litigar que para propiciar convenios.
“Ésta es una habilidad que tienen que aprender, cómo negociar con la otra parte para resolver casos. Yo he sido defensor toda mi carrera, pero tengo buenas amistades con fiscales, ellos saben que nunca les voy a mentir y ellos nunca me van a mentir a mí, pero cuando vamos a juicio es una lucha porque quieren ganar y yo también quiero ganar”.
Cuando menos en Estados Unidos, aunque pocos acuden a tal instancia, todo parte del derecho de tener un juicio oral. Tal circunstancia refleja la importancia de las actividades de negociación.
-¿Cómo ha sido la experiencia de entrenar abogados mexicanos? ¿Les cuesta trabajo adaptarse al sistema?
-Los que buscan el entrenamiento ya están más abiertos, el problema van a ser los que están en sus oficinas y quieren seguir bajo el sistema viejo. Mucho de mi trabajo es con los jóvenes de la facultad de leyes, ellos están muy abiertos porque aparte les gusta ver en la televisión programas de los Estados Unidos como Law & Order: yo quiero ser un abogado de ese tipo. Hay influencia cultural y a ellos les gusta. Lo interesante es cuando hay un abogado viejo pero que está abierto, ellos usualmente son mejores aún porque ya tienen experiencia.
Seguir educándose es parte de la habilidad de ser defensor profesional, destacó el entrevistado, sin dejar de señalar que en el país faltan oportunidades de capacitación para entrar con el menor número de dificultades al modo de impartición de justicia que quedará abierto en dos años y medio.
-¿Normalmente quién está a favor del sistema de justicia oral, un liberal o un conservador?
-Yo creo que la gente es bastante abierta. Me imagino que hay liberales que no les gusta porque está demasiado parecido al de los Estados Unidos y conservadores que dicen “necesitamos cambiar este sistema a algo más moderno”. Personalmente no he visto una división entre conservador y liberal.
-¿Qué grietas ha detectado dentro del sistema de justicia oral en Estados Unidos?
-Es un proceso humano y siempre hay equivocaciones… No es un sistema perfecto, por nada. Yo he tenido clientes que eran inocentes y recibieron condenas, uno específicamente pasó siete años encarcelado antes de tener la anulación de su condena… Hay equivocaciones, con DNA está saliendo mucho de esto, todo mundo sabe del DNA y los casos que han sido anulados por pruebas nuevas, esto sólo puede pasar en un sistema abierto, en un sistema de confrontación. Hay más posibilidad de corregir y cambiar cosas que pasan, es la esperanza, no es perfecto.
Si bien recurrir constantemente a la tecnología encarece algunas fases de la operación, mencionó Robert McWhirter, otras se abaratan cuando se vienen abajo las horas-hombre necesarias para finiquitar algún asunto legal.
Sobresale que en la justicia oral prácticamente cualquier ciudadano podría conocer detalles de terceros, datos que hoy son considerados como confidenciales.
-¿Cuánto derecho tiene una persona de enterarse de los problemas legales de otra?
-Normalmente todo mundo puede tener una transcripción (del juicio) en los Estados Unidos, se tiene que pagar, en cualquier juicio que está en la televisión se puede pedir la transcripción al final del día, todo está abierto. Las situaciones donde no se permite son, por ejemplo, en los juicios de jóvenes, cuando un niño está testificando, algunas veces se bloquea el nombre de algunos testigos para protegerlos, pero la transcripción todos la pueden pedir.
-¿El nuevo sistema es propicio para juzgar a un narcotraficante? ¿Es seguro para jueces y testigos?
-El ejemplo de Colombia es que ellos tienen jueces especiales que han aceptado ese trabajo y tienen algunas protecciones. Yo trabajé en El Salvador con el juez que dio algún dictamen contra Pablo Escobar, él sabía que no iba a tener mucha carrera en Colombia y tenía que salir del país.
Para McWhirter incluso en este punto la nueva plataforma es defendible. Manifiesó que en un sistema abierto el papel de los medios de información es fundamental para concretar la justicia, pues el seguimiento de un caso emblemático no se detendría a pesar del eventual asesinato de cualquier integrante de la Corte.
“Los narcotraficantes en Estados Unidos han adivinado que no hay mucha ventaja en matar a un juez porque no va a cambiar nada, el caso va a seguir, si no sigue los miembros de la prensa van a preguntar qué pasó. Realmente es algo muy tonto matar a un juez o a un fiscal en los Estados Unidos, ojalá lo mismo pase aquí”.
Insistió en que la única manera de conseguir un virage en la justicia continental es procurar la apertura a que en un principio hizo referencia. Manifestó que en América Latina el sistema de justicia inquisitorio lleva 500 años sin adecuaciones de cosideración.
“En las últimas dos décadas ha habido la primera reforma significativa, yo tengo muchas esperanzas para esto, hay que tratar este sistema en grande, a los jueces que no se puedan adaptar es tiempo de jubilarles y seguir adelante”.
El defensor aseveró que los grandes tribunales son los primeros en pedir una reforma, pues “saben lo que está pasando en el mundo”. Las instancias judiciales de provincia estarían un paso detrás de esta tendencia.
Foto: Gerardo González.




