¿Usted es creyente?
No, yo soy dudante
Atahualpa Yupanqui
Dice el arzobispo de Boston, cardenal Sean Patrick O’Malley, que el jefe del estado Vaticano, Jorge Mario Bergoglio, es decir el papa Francisco, está realmente comprometido con hacer justicia a los niños que han sufrido abuso sexual por parte de algunos que integran la iglesia católica. Las buenas voluntades, la fe ha sido invariablemente el discurso religioso, eso no impresiona a nadie, lo que resulta interesante es saber ¿por qué la iglesia hoy abre este tema al mundo? cuando ha guardado con hermetismo y hasta descalificado a quienes los han señalado en los años más recientes.
La comisión que se formará para investigar el abuso infantil por parte de clérigos al mismo tiempo será quien haga las recomendaciones sobre cada caso. Aunque en las distintas noticias que abordan esta nota del Vaticano no se menciona cuál será el proceso que habrá de recorrer una denuncia; lo cierto es que finalmente la iglesia, que siempre toma de la modernidad lo que le conviene, hará un auténtico viacrucis a quienes deseen por este medio denunciar las infamias contra niñas y niños, porque una cosa es la denuncia y otra muy distinta que la acepten, que la investiguen y a saber cómo lo vayan hacer, quiénes lo hagan y a qué intereses políticos responda esa comisión, a quién o quiénes se denuncia, ¿o qué el Vaticano piensa que somos tan ignorantes como para creer que dentro de la iglesia católica no se hace política, que no hay intereses ni grupúsculos de poder? Yo creo que se van a escudar nuevamente en los recovecos para omitir los graves hechos de pederastia. Toman lo que les conviene de los supuestos estados modernos, igual se cobijan en la burocracia, y desde luego en la impunidad, y como pilatos se lavan las manos. ¿No cree usted?, mire.
La siguiente declaración al respecto de este tema la hace el vocero del estado Vaticano Federico Lombardi, quien dijo días después de dar a conocer la creación de la comisión antes mencionada que es necesario aclarar que el Vaticano no tiene jurisdicción para informar de los casos de abuso sexual cometidos por sacerdotes, ocurridos en otras partes del mundo, fuera del mismo estado.
Ni hablar, la justicia tiene fronteras, límites, jurisdicciones y esos cientos o a saber si miles de niños que, por ejemplo, fueron grabados, desnudos, obligados a mantener relaciones sexuales con adultos, y cuyas historias fueron vendidas en todo el mundo por internet; esos niños inmensamente pobres de República Dominicana víctimas del crimen organizado y del obispo Josef Wesolowski acusado de haber abusado sexualmente de menores y de administrar una red de pornografía infantil que almacenaba 87 mil fotografías y videos, serán doblemente víctimas, si como en México la justicia dominicana tiene vericuetos para exculpar a los responsables y solo por recordar uno, el caso del ex gobernador de Puebla, el “gober precioso” Mario Marín Torres y el contubernio con empresarios como Kamel Nacif Borge sobre la violación de niñas denunciado en el libro de la periodista mexicana Lydia Cacho, Los demonios del edén: el poder que protege la pornografía infantil. Pues no hay que olvidar que al “gober precioso” la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo exoneró de la acusación, así la “justicia” en México. ¿El sistema será diferente en países como República Dominicana o en cualquier otro marcado por la pobreza?
Entonces ya sabemos ahora mismo que estos supuestos deseos de justicia de los que se habla en el Vaticano se quedarán sólo en una bonita y sentida declaración de Jorge Mario Bergoglio, creyendo que las palabras por sí solas bastan para alcanzar la justicia.
No es que yo tenga mala fe sobre los deseos bondadosos del jerarca católico, es que no tengo fe en lo que se contradice. La jerarquía católica está tan preocupada por recuperar la credibilidad de la sociedad, especialmente la de sus feligreses, según andan diciendo, y por eso han decidido investigar los casos de pederastia; insisto, es pura pantalla.
Este año la Organización de las Naciones Unidas (ONU) solicitó que el Vaticano le proporcionara datos concretos sobre los casos de abuso perpetrados por personal de la iglesia católica. El Vaticano se negó a dar esa información escudándose en que no tiene la facultad, se rehusó argumentando que los casos de pederastia corresponden a la jurisdicción de cada estado. ¿Y la buena fe, la voluntad por la justicia? Lo que ahora sabemos es que será en el mes de enero que altos funcionarios del Vaticano serán entrevistados por autoridades de la ONU especializadas en derechos de las y los menores. ¿No es que la ONU debería actuar con determinación ante estos actos de vejación?
Al parecer los derechos de la infancia no son tan importantes ni para los estados, ni los gobiernos, o en este caso la misma iglesia católica y las Naciones Unidas toleran y hasta solapan semejantes atrocidades. A eso me refiero cuando digo que la iglesia convenientemente se apega a lo arcaico, sin embargo cuando a sus intereses conviene se protege con la modernidad de los derechos humanos, de la división entre estado e iglesia, porque en el fondo la noción de justicia es igual de corrupta e impune entre la jerarquía católica como en cualquier otro estado. Ambos siguen viendo a las niñas y niños como cuerpos sin derechos, como en el feudo.
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