Mantequilla Extra
El lobo de Wall Street definitivamente no es para todo público -independientemente de su clasificación C-, pues uno puede contar con la edad suficiente para experimentar el contenido que presenta la cinta pero eso no necesariamente significa que está en condiciones morales, emocionales o anímicas para disfrutarla.
Si han escuchado por ahí que es un poco parecida a Buenos muchachos –también de Scorsese– piénselo de esta manera, se trata de Goodfellas pero en un viaje de ácido. Increíblemente los personajes de El lobo de Wall Street pueden tener el mismo impulso por lograr sus objetivos que demuestran los gangsters neoyorquinos de la otra obra maestra de este director, pero definitivamente carecen del código de ética que les daban cierto sentido a sus fechorías, por lo que se hace muy difícil entenderlos o, incluso, identificarse con ellos.
Si ustedes no están entre el grupo que adoraron la cinta ¿Qué pasó ayer?, American Pie o cualquier otra de ese estilo, lo mejor que puedo recomendarles es que se ahorren el esfuerzo de ver la película que le valió a DiCaprio su nominación al Oscar este año y ocupen las tres horas que hubieran perdido viéndola, en una actividad más gratificante. El lobo de Wall Street es vulgar, burda y definitivamente obscena -un poco gratuitamente creo yo-, aunque si logran ver más allá de estos excesos, resulta una comedia negra, entretenida y hasta por momentos divertida.
Creo que lo que yo disfruté de este largometraje fue ver cómo Leonardo DiCaprio deja de lado su seriedad, intensidad y obsesión por probar que es un actor serio y no sólo una cara bonita (esto le sucede casi a todos los guapos de Hollywood), para convertirse en un personaje de comedia. La diversión que le proporcionó al actor interpretar a Jordan Belfort definitivamente atraviesa la pantalla y resulta un gusto verlo divertirse por una vez en su vida, aunque esto no quiere decir que a lo largo de la cinta, no seamos testigos también de todo el rango actoral con el que cuenta, es más, creo que ahora sí estoy convencida de que es un buen histrión, ya que en este personaje tiene la oportunidad de “cambiar de cara” de un segundo a otro, transformándose de oveja a lobo y de vuelta otra vez.
Por otro lado, me queda claro que DiCaprio no fue el único que se la pasó bien en la filmación, pues también se nota que Scorsese se divirtió de lo lindo, dándole toques de comedia a escenas que con cualquier otra aproximación hubieran sido aburridísimas y alargando secuencias eróticas y prosaicas a las cuales se nota que no está acostumbrado, para deleite de los actores y de algunas audiencias.
La cinta está basada en las memorias del propio protagonista, Jordan Belfort, quien llegó a Nueva York ávido de aventura y de fortuna con la inocencia de todos los jóvenes que sueñan con hacerla en grande. Esta inocencia es pronto sacudida con el primer encuentro de Belfort con un experto del mundo de las finanzas, el consejo de este personaje -por cierto un casting perfecto de Matthew McConaughey- es sencillo, para sobrevivir en el mundo de las acciones y la Bolsa de Valores hay que beber, usar cocaína, auto complacerse y utilizar prostitutas, todo esto en exceso ¿Qué oportunidades tenía nuestro pobre Belfort de seguir por el buen camino?
Como sucede siempre, el alumno superó al maestro y en pocos años Jordan ya estaba ganando carretadas de dinero en transacciones de acciones menores, pero altamente lucrativas, para él y sus socios claro, porque para los incautos que confiaban en su compañía, la historia era muy diferente. El asunto se trataba de ganar carretadas de dólares sin mucho esfuerzo, mismas que servían no sólo para llenarles los bolsillos a Belfort y a su partida de ladrones, sino para pagarles un estilo de vida plagado de depravación y vicios.
Así, el protagonista se hace de todos los lujos posibles que caracterizan a los nuevos ricos, mansiones, carrazos, yates, helicópteros, mujeres fáciles y drogas, eso sí, muchas drogas. Muy pronto la esposa que compartió con él los tiempos difíciles es descartada por una amante de primera calidad, tanto así que no tarda en convertirse en la esposa trofeo que se asocia siempre con ese tipo de individuos.
La vida disipada de todos los miembros de Stratton Oakmont -la compañía de Belfort- su creciente popularidad en los círculos financieros y las innumerables quejas de todos los defraudados llaman la atención del FBI y, particularmente, del agente Denham quien comienza a seguirles los pasos buscando el momento exacto para hincarles el diente y llevarlos ante la justicia.
Ante esta amenaza inminente, Jordan y su socio Donnie Azoff comienzan una operación hormiga para sacar el mayor número de millones de Estados Unidos para colocarlos en un Banco Suizo, la idea era contar con un “colchoncito” de dinero en el caso de tener que emprender la graciosa huída si los Federales se acercaban demasiado.
Para no hacerles el cuento largo, el Tío Sam finalmente alcanza a Belfort y éste se ve de pronto inmerso en una espiral que solamente pude terminar mal para él. Bueno, todo lo mal que pueden acabar las cosas para los millonarios.
Como dije, El lobo de Wall Street no es para todo público, honestamente yo no hubiera perdido gran cosa -y tampoco la mayoría de ustedes-, si me hubiese esperado a que saliera en televisión, aunque me queda la duda de cuánto de las tres horas sobrevivirá a la censura para cuando llegue a la TV abierta…
Productor: Martin Scorsese, Leonardo DiCaprio, Riza Aziz, Joey McFarland y Emma Tillinger Koskoff: Director: Martin Scorsese; Guión: Terence Winter, basado en el libro de Jordan Belfort; Fotografía: Rodrigo Prieto; Edición: Thelma Schoonmaker; Elenco: Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Margot Robbie, Matthew McConaughey, Kyle Chandler, Rob Reiner, Jon Favreau, Cristin Milioti y Jean Dujardin.
