- Sugiere experto en políticas culturales alentar la adhesión de México a esta agenda, pues considera que las ventajas serían inmensas
- Hace falta emprender una política que abarque todos los estados desde el ámbito local, señala Rafael Mesa
El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes cuenta con todas las condiciones estructurales para ser el eje rector en materia de política cultural, tanto por sus fondos como por la manera de intervenir en el tema de fomento cultural, señaló en entrevista Rafael Mesa, especialista en políticas culturales.
El también autor del Libro Verde para la Institucionalización del Sistema de Fomento y Desarrollo Cultural de la Ciudad de México, aseguró que existe una coyuntura en la que es posible fortalecer las políticas culturales, lo cual, Conaculta por su experiencia, puede hacer. “Me parece que sería un logro para este Consejo crear un marco de política cultural como la denominada Agenda 21 de la Cultura, en la que se pudieran incorporar temas económicos, sociales, medioambientales y, por supuesto, culturales.”
Y es que, desde que fue creada la denominada Agenda 21, en 1992, como parte de los acuerdos de las Naciones Unidas para promover el desarrollo sostenible, durante la Conferencia de las Naciones Unidas en Río de Janeiro, varios países han señalado la necesidad de que la cultura sirva de enlace o engrane para el desarrollo de los derechos sociales y económicos.
Desde hace casi quince años, explicó Mesa Iturbide, México está en una etapa de reflexión sobre el tema. Hoy, el Conaculta tiene las bases para ir a la vanguardia en esto, ya que existen metodologías que se pueden desarrollar institucionalmente.
“Tenemos una estructura cultural de nivel mundial, lo que hace falta es fortalecer las políticas locales, por lo que valdría la pena iniciar una política cultural en red que abarque todos los estados y, aunque el ingreso de México a Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) sería poco factible toda vez que a ese organismo sólo se incorporan entidades locales, si México decidiera emprender una agenda como la Agenda 21 por la Cultura, sería una gran precedente”, aseguró.
Para Mesa hay una cuestión estratégica en este mundo globalizado, las ciudades tienen una fuerza importante, que a veces es incluso mayor a la de los Estados (están los casos de Hong Kong, Shanghai, Londres, Madrid y Buenos Aires) por su capacidad de modificar o reconfigurar las relaciones políticas y económicas en el mundo, como efecto de las famosas crisis económicas, y Naciones Unidas tiene un fuerte problema estructural porque no puede pronunciarse por políticas culturales a nivel mundial, debido a temas como el Islam o Israel por ejemplo, y tuvo que delegar a un grupo de ciudades toda la perspectiva cultural.
Fue así, aseguró el experto, fue como se decidió que la cultura se resolviera a nivel local, basados en la experiencia de los australianos, que hacia 1998, en Victoria o en Sídney y en muchas otras ciudades, hicieron un proceso de política cultural que se llamó el Cambio de Brújula, el cual consistió en orientar la cultura como una política que defiende, promueve valores y respeta usos, como expresiones locales.
En eso fue que se interesó el CGLU, dijo, por lo que en el Tercer Congreso Mundial de la Unión de Ciudades y Gobiernos Locales se acordó proponer a la cultura como el cuarto pilar del desarrollo. La Ciudad de México en 2012 se promovió para conseguir la Presidencia de la Comisión de Cultura, cosa que no ocurrió porque coincidió con el cambio de gobierno en la ciudad, aunque actualmente es copresidenta.
“Si en México se alentara su adhesión a la Agenda 21 de la Cultura como condición para el desarrollo, como lo hicieron en España, desde Barcelona, las ventajas serían inmensas; primero porque se elevaría en términos de representatividad a Latinoamérica, ya que el primero es Europa. Además de que es un tema de distribución de fondos y de vinculación con ciudades a nivel internacional. Ir hacia adelante tienes sus ventajas”, concluyó Rafael Mesa.




