La CEPAL define esta relación como un indicador de dependencia económica potencial; de hecho asocia la población en edades “teóricamente” inactivas en relación con la población en edades “teóricamente” activas. Básicamente, la suma de los menores de 15 años y los mayores de 65 en la primera categoría de “edades teóricamente inactivas” y las personas, hombres y mujeres mayores de 15 y menores de 65 quienes teóricamente pudieran estar “activas”. Es así, por una convención internacional que permite medir la RD, mediante una fórmula establecida al total de población de 0 a 14 años más la población de 65 y más, dividido por el total de población de 15 a 64 años, multiplicado por 100.
Se trata, en realidad, de una relación de dependencia potencial, pues no todas las personas menores de 15 años o mayores de 65 años están fuera del mercado laboral, ni todas las de 15-64 son activas (de hecho, la dependencia efectiva suele ser superior)
El indicador destaca un valor con un significado concreto: una tasa de 60 nos dice que por cada 100 personas en edad de trabajar hay 60 personas en edades inactivas. A número mayor, superior es la cantidad de personas a “mantener”. Cuando en un hogar todos sus integrantes son perceptores de ingresos y no tienen dependientes adultos ni hijos, el ingreso per cápita se multiplica porque no se reparte. La tasa de dependencia es igual a cero.
México en el año 1970 presentaba una población tan grande entre los menores de 15 años que llegó a tener un índice de dependencia tan alto como la unidad. El número de dependientes era mayor, dado que no trabajaban tanto las mujeres (como ahora en empleos remunerados) y se estilaba que el jefe de familia (generalmente varón) afrontara los gastos de hasta una decena de personas o más.
Para el año 2000 ya se tenía un índice de dependencia de 60 y si bien ha continuado bajando paulatinamente (por una reducción significativa de la fecundidad) es predecible un incremento sustantivo del indicador por el crecimiento de la población adulta mayor durante las próximas décadas.
Ahora bien, los países con la mayor dependencia en general son aquellos cuyo desarrollo es menor, se aprecian valores más cercanos a la unidad en África que en Europa y superior entre los países del sur que en el norte, donde el valor puede descender por debajo de los 0.40 puntos.
Atlas mundial de la Relación de Dependencia (Wikipedia)
Aguascalientes: dependientes menores de 15 años y su relación con el grupo de 15 a 64 según proyecciones del Conapo(ambos sexos)
Fuente: Conapo proyecciones de población 2010-2030
Podemos decir que en Aguascalientes hay 2 adultos por cada niño menor de 15 años, pero a futuro crecerá el número a favor de los adultos dada la disminución paulatina de los niños (reducción de la fecundidad); en sentido contrario resultará con los adultos mayores. Actualmente, tenemos once adultos (de 15 a 64 años) por cada adulto mayor de 65 lo que hace suponer que se cuenta con una buena cantidad de personas en condiciones favorables para cuidar de sus viejos (sin que signifique una carga agobiante). Sin embargo, en el 2030 la proporción se reducirá de 11 a siete por uno y seguirá bajando la proporción a seis, cinco y cuatro en los siguientes lustros (más personas para cuidar y menos cuidadores).
Los menores de 15 son un grupo que se está reduciendo en Aguascalientes y su cifra abandonará (quizá para siempre) la marca de los 400 mil para ubicarse en valores menores a los 375 mil en los próximos 15 años. En palabras llanas habrá menos niños que mantener, que se traducirán en camadas productivas menores.
Aguascalientes: dependientes mayores de 65 años y su relación con el grupo de 15 a 64 según proyecciones del Conapo (ambos sexos)
Fuente: Conapo proyecciones de población 2010-2030
En oposición a los números de los infantes, los adultos mayores se agigantarán en cifras que duplicarán su participación y necesidades. Algunos demógrafos han insistido en que no son lo mismo los dependientes adultos que los niños, porque los viejos en realidad son más caros y el factor esperanza, al invertir en ellos, es menor y menos atractivo.
Quienes más deben aprender sobre la ética del cuidado, son los jóvenes, porque les tocará por obligación (leyes de reciprocidad) cuidarse mejor para llegar a edades adultas con una buena condición y autonomía; pero también empezar a conocer, reconocer y aprender el arte del cuidar a los demás, porque les tocará ver y por años cuidar a dos o más generaciones aparte de la de sus hijos. Y es algo para la que no hemos sido preparados como población, ni las instituciones tendrán recursos para afrontarlo.
