La paranoia nacional del pasado viernes primero de mayo por los sucesos violentos ocurridos en Guadalajara se intentó explicar desde muchas versiones, donde se involucraron expertos en política, comunicación y seguridad.
Se robaron camiones, tractores y automóviles y les prendieron fuego, bloqueando diferentes accesos y salidas de la ciudad de Guadalajara. También en el municipio de Autlán, Puerto Vallarta y Ciudad Guzmán se presentaron ese tipo de incidentes. Según el reporte oficial fueron 39 puntos que incluyen negocios y bancos, bajo la misma modalidad de prender fuego.
Se reportó a nivel nacional que otros estados sufrieron ataques de la misma naturaleza. Un helicóptero militar fue derribado y la paranoia invadió un estado durante varias horas. Se sintió el miedo, las calles estaban desiertas y las frustraciones se elevaban. Aunado a eso las transmisiones en programas de radio y TV eran interrumpidas por la dolorosa ley de los spots políticos. El ciudadano se mostró molesto aún más por esa situación.
El gobernador del estado salió del lado del secretario de Gobierno con una actitud extraña, mangas redobladas, corbata roja vivo y el secretario sin corbata, botones desabrochados y mangas dobladas. El mensaje eran dos: no se preocupen no pasa nada, o, estamos trabajando arduamente. Cualquiera de los dos parecieron extraños en un mensaje de tal magnitud. Sin duda el momento más complicado de seguridad en la zona occidente del país; todo se trata de mandar un mensaje.
Por otro lado las alertas se encendieron cuando la Secretaría de Gobernación y el presidente de la República comunicaron con el gabinete de seguridad al gobernador. Anunciaron una “Operación Jalisco” y coordinaron fuerzas con la Sedena. El asunto era a nivel federal, luego la embajada estadounidense invitaría a no visitar Jalisco; el mensaje era claro: es una situación de seguridad excepcional, Jalisco es prioridad nacional en materia.
En otro lugar, un reportero del sistema universitario de radio y TV de Jalisco reportó que una ciudadana fue desalojada de su local por los delincuentes, los cuales de manera paciente permitieron que desalojara el negocio y que se alejara de él antes de prenderlo en fuego. Las únicas víctimas fueron bajas de las fuerzas de seguridad. El mensaje es claro: la sociedad civil no es el objetivo, no es materia de terrorismo.
El meollo del asunto es entender las razones de esa violenta movilización. ¿Qué mensaje quieren mandar?, ¿a quién? y ¿por qué? Una de las escenas cumbres de Batman, El caballero de la noche, es la pelea entre el guasón y batman, cuando batman cuestiona al guasón sobre el motivo de sus crímenes tan atroces, a lo que éste responde: todo se trata de mandar un mensaje.
La política y todo lo que pasa en la vida pública se trata de comunicación y de mensajes. De entenderlos, analizarlos, interpretarlos, emitirlos, recibirlos y formularlos. Todo es un mensaje.
Los narcobloqueos, como nombran a este tipo de bloqueos, tienen diferentes objetivos. Entre los que podemos analizar los siguientes: un mensaje claro de confrontación al gobierno en turno por algún acto o apoyo a alguna otra organización criminal; un mensaje en contra de la detención de un líder e impedir su traslado; otro objetivo es dispersar a la fuerza de seguridad para cometer otro acto criminal en otra zona; otro objetivo más es la reducción de actividad económica en área restaurantera, hotelera, turística y en general en cualquier área, algunos expertos han explicado que el miedo reduce productividad.
Otro mensaje que podemos entender con este tipo de actividades es un mensaje de autoridad, de poder y de mando. De cierto punto manifiestan que la ciudad es suya, que en cualquier momento pueden tomarla. Lo que puede ser una expresión del mencionado narcoestado de algunos analistas y especialistas, acusación grave: las actividades de gobierno se desarrollan entre Estado y un grupo delincuentes; gravísimo.
La ciudadanía, las redes sociales y los medios de comunicación mandaron un mensaje claro: hay urgencia de seguridad. Las redes sociales fueron un medio informativo que permitió a los usuarios ser precavidos y visualizar por sus propios ojos la situación de seguridad en el estado, cosa imposible e impensable hace 20 años. La ciudadanía al albergarse en sus casas mandó un mensaje de miedo y los medios de comunicación de tranquilidad.
El mensaje más claro, y el que más temor produce su expresión, es el que se emitirá el día de la jornada electoral. El temor es latente, un evento de las magnitudes de las que ocurrieron el viernes el día de la jornada electoral pudiera ser inaceptable para una democracia. La participación electoral reduciría y el régimen se pondría en duda, sin legitimación a causa de un actor externo.
En este época de campañas el único mensaje que falta recibir es el de los candidatos, ¿qué se hará con la seguridad? El descontento ciudadano y el miedo son graves. Hoy más que nunca debemos entender que todo, absolutamente todo, se trata de mandar o recibir un mensaje, el mensaje que México necesita.
@pochaquito
