- El duranguense comenzó uno de los grupos revolucionarios más importantes del continente
- Piden autoridades que su lucha sirva de ejemplo a las nuevas generaciones
Los jóvenes inscritos a los cursos de verano que ofrece la Casa del Adolescente presenciaron el homenaje que autoridades de los tres renglones de gobierno rindieron a Francisco Villa por uno más de sus aniversarios luctuosos.
La guardia de honor fue dispuesta cerca de las 10:00 horas, frente a una imagen del revolucionario duranguense, y mientras la banda de guerra enviada por el Ejército Mexicano, con trompetas y tambores, dejaba salir las notas del Toque de silencio, reservadas para personas ilustres y para aquellas que han muerto por la patria.
Ayer se cumplieron 92 años del asesinato de Villa a las puertas de Parral, Chihuahua, acontecido durante el gobierno de Álvaro Obregón.
José Doroteo Arango, dijo la titular de la Casa del Adolescente, fue un hombre de contrastes surgido del movimiento armado de 1910, de personalidad fuerte y de inspiración para novelas, estudios, corridos y canciones.
Tras el llamado de Francisco I. Madero “se unió a la lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz y demostró una habilidad innata para la guerra. Aprovechando su conocimiento del terreno y de los campesinos formó su propio ejército en el norte de México”.
Martha Acevedo González apuntó que la División del Norte había recorrido esta zona por dos décadas como uno de los cuerpos revolucionarios más importante que haya surgido en América Latina.
“La Revolución Mexicana tuvo muchos momentos de coincidencia, pero también de diferencias entre los principales actores políticos y sociales que encausaron el movimiento, mismas que se agudizaron con la traición de Victoriano Huerta y arropamiento de Madero.”
Destacó que Francisco Villa fue una de las cartas fuertes de la Soberana Convención Revolucionaria de Aguascalientes, convocada para definir el rumbo de la lucha y el país.
Tras el asesinato de Venustiano Carranza en 1920, el presidente interino Adolfo de la Huerta ofreció una amnistía y un rancho al Centauro del Norte, a cambio de retirarse de las armas y la política.
Durante los años siguientes Villa sufrió varios atentados, hasta que llegó la emboscada del 20 de julio de 1923.
“Es indudable que Francisco Villa es uno de los mexicanos más conocidos en todo el mundo, su leyenda ha brincado las trancas, es un símbolo de clamor y de justicia social (…), su lucha debe ser un ejemplo para los jóvenes de cada una de las nuevas generaciones, que el llamado sea de superación, comandado por liderazgos, intelectuales y la siembra de ideas”.




