- Especialista en género capacita al personal del Poder Judicial del estado
- Un feminicidio puede evitarse si se perciben las alarmas de violencia desde el noviazgo
La especialista en materia de género y presidente de la Asociación Iberoamericana para el Desarrollo de la Igualdad de Género, Mabel Haro Peralta, ofreció una conferencia titulada Del maltrato en el noviazgo al feminicidio al personal del Poder Judicial del estado sobre los puntos básico para visualizar la violencia de género.
La especialista destacó cómo la educación de las mujeres ha hecho siempre énfasis en la prohibición, la discriminación, subordinación y sumisión. Históricamente, desde la filosofía grecolatina se referían a las mujeres como seres de segunda categoría -igual que los esclavos- y comparaban al sexo femenino con los comportamientos de los animales, incluso aseguraron que las hembras son diferentes a los hombres por tener menos capacidades, subordinación e inferioridad.
Para la aparición de los primeros padres de la iglesia, los planteamientos, sobre todo los occidentales, se definen desde la misoginia, por ejemplo, el mito de Eva y la prohibición del conocimiento para las mujeres, un estereotipo sobre el pecado y la prohibición de la movilidad, “todos estos pensamientos delineados en torno a la misoginia y diseminación se van a plasmar en las primeras creaciones de los gobiernos”, como fue el caso de la Revolución francesa que dio lugar a los derechos civiles en 1789, un evento en que se le concedió ciudadanía a la humanidad, pero las mujeres no eran parte de esa ciudadanía, pues no fueron consideradas en la libertad y los derechos humanos y civiles.
Según Haro Peralta, la historia ha sido contada desde una pluma masculina, lo que ha causado la implementación de estereotipos, como el sufrimiento, “la idea del dolor, acompañada de una gran recompensa hace creer que el amor lo puede todo y en tanto aguantar todo”, estas ideas son presentadas por el teórico Erich Fromm, quien subraya el miedo a la libertad, a esta idea de que debe haber siempre una persona que regule nuestro proceder en el mundo, “pasar dolor para eximir las culpas, así como lo plantean las novelas” o bien los mensajes publicitarios constantes donde hablan de una reproducción cultural formadora de identidades de sufrimiento.
Después de este tiempo de odio, misoginia e inferioridad, a fines de la Edad Media inicia otro movimiento, los padres religiosos comienzan a redimir la imagen de la mujer, enaltecer sus aparentes virtudes: la pureza, la sacralidad, los cuidados, obediencia y sumisión como valores supremos que todas, por el simple hecho de ser mujeres, los tienen. Aquí nuevamente se homogeniza a la mujer sin tomar en cuenta sus contextos ideológicos, sociales, culturales, económicos y geográficos.
Amor romántico y sus alarmas de violencia
Antropológicamente, el amor romántico se define como un impulso fisiológico más allá de una emoción, “la segunda sustancia más adictiva después del azúcar es justo el amor romántico”, es aquel arquetipo que incluye ese ánimo de la monogamia, la sumisión y la pérdida de la individualidad por cegarse, “de ahí el que una mujer no quiera salir de una relación que le está haciendo daño”.
En este tipo de relación amorosa se reafirman los estereotipos de la sublimación de los enamorados. Entre sus características se encuentra el mito de la complementariedad de los sexos, esta idea de la media naranja. Desde la Edad Media con la literatura caballeresca como El cantar del mío Cid, donde el caballero es el hombre fuerte que conquista territorios y tiene una capacidad económica grande, mientras que a la mujer se le da la cuestión de su belleza física, su pureza, fragilidad y sumisión.
Muchos comportamiento que van teniendo las personas en cuanto al amor romántico ciegan ante la idealización del ser amado.
Dentro de este amor romántico donde la persona pierde sus elementos propios aparecen señales de alarma que permiten visualizar la posible violencia por género. Haro Peralta las divide en cuatro grupos esenciales:
El amor todo lo puede. Falacia de cambio por amor, las primeras señales de infidelidad, humillaciones, invasión del espacio íntimo y privado; a todo eso se le perdona porque el amor todo lo puede vencer. El amor verdadero predestinado. El mito de la media naranja, donde sin conocer los requisito personales para tu pareja idealizas a su amado, el amor de la vida para siempre crea los apegos y sufrimientos. El amor es lo más importante y requiere de una entrega total. La despersonalización, cuando se pierde lo propio y la movilidad de las decisiones de la otra persona, creer que si en verdad se ama debe renunciar a la intimidad. El amor es posesión y exclusividad. Mito del matrimonio encerrado con episodios de violencia, celos y las primeras manifestaciones de violencia sicológica en el noviazgo.
La violencia en el noviazgo
Al partir de que la violencia es un mecanismo de control, la especialista destacó sus etapas donde la primera se subraya cómo las pequeñas reacciones no violentas al grado físico, pero sí con palabras acaloradas por el desacuerdo de opiniones; comienzan las relaciones de apego como si fuera una relación de drogadicción, un adicto es su parecido, “es por eso que hay repetidas recaídas en este tipo de relaciones, porque está la sustancia adictiva del amor romántico y la relación con esta persona tóxica”.
La segunda etapa es el aislamiento, ya cuando empiezan las agresiones física, críticas constantes al cuerpo de la mujer, depresión y atentado a la movilización, es decir, prohibirle la visita a los amigos y familiares; seguido por las restricción de sus objetos personales de comunicación, golpes graduales y en tercera etapa la identidad física y emocional en peligro, pero acompañada del miedo a dejarlo por la relación de codependencia y adicción. En esta fase muchas culminan en un suicidio inducido o bien en un feminicidio.
