Para, él ya sabe, Esteban Castorena
The red wheelbarrow. So much depends / upon // a red wheel / barrow // glazed with rain / water // beside the white / chickens (William Carlos Williams).
El 18 de julio de este año una tumba sin nombre recibió una lápida para honrar la contribución de Thaddeus Marshall a la poesía usamericana. Marshall, que jamás en su vida escribió un verso, es, sin embargo, el responsable último de uno de los poemas más citados y recopilados en las antologías de la escritura usamericana del siglo XX, “La carretilla roja” de William Carlos Williams.
La carretilla roja. Tanto depende de / una // carretilla roja lustrada / con // agua de lluvia / junto // a los pollos / blancos (sin traductor).
El poema con la carretilla, la lluvia y sus gallinas, sobre todo, con sus pollos blancos, ha sido leído e interpretado, como la mayor parte de la obra de William Carlos Williams, como la constatación de una verdad universal, metafísica que parte de una “realidad” (con comillas como quería Nabokov). William Logan, estudioso de la obra del poeta, lo resume perfectamente. “Cuando se lee el poema en una antología, el lector tiende no a pensar en los pollos como pollos reales, sino como pollos platónicos, como algo ideal.
La carretilla roja. Mucho depende /de una // carretilla / roja // lavada con agua / de lluvia // junto a los blancos / polluelos (versión de Agustí Bartra).
A William Logan, que ha dedicado la mayor parte de su vida académica a las dieciséis palabras de este poema, le debemos el descubrimiento de Thaddeus Marshall, un vendedor callejero afroamericano que se colocaba frente a la casa de William Carlos Williams. El hecho de su existencia no cambia el significado, o significados, del poema, pero “ayuda a entender el mundo en el que el poema está inmerso”, un poema del que su autor declaraba que era “bastante perfecto”.
La carretilla roja. cuánto / depende // de una carre / tilla roja // reluciente de / agua de lluvia // junto a blancas / gallinas (versión de Octavio Paz).
¿Cuánto depende una carretilla roja? Una librería, de libros en inglés, en París, una cerveza del estado de Maine, el título de un episodio de “Homeland” y, por supuesto, una enorme influencia en la poesía del siglo XX no sólo en lengua inglesa sino en otras literaturas. Como el mismo Williams dice en una antología de 1933 en una nota que hasta ahora había pasado desaparecida para los estudiosos la carretilla estaba ahí, “afuera de la ventana de la casa de un hombre de color, en un callejón trasero” y “la vista me impresionó como lo más importante, lo más integral en lo que había tenido el placer de posar la mirada”.
La carretilla roja. Tanto depende /de // una carretilla / roja // reluciente de gotas / de lluvia // junto a las gallinas / blancas (versión de E. Cardenal y Coronel Urtecho).
El poema, continuaba el poeta, “salió de mi afecto por un viejo negro llamado Marshall. Había sido pescador. Me solía decir cómo había tenido que trabajar con temperaturas bajísimas, con agua hasta el tobillo en el hilo empacando peces. Me decía que no sentía el frío. Y en su patio trasero estaba la carretilla roja rodeada de pollos blancos. Supongo que mi cariño por él se metió de algún modo en mi escritura”. Y, con sólo el apellido, William Logan se lanzó a la búsqueda del inspirador de uno de los poemas más famosos del siglo XX.
La carretilla roja. cuánto depende / de una // carretilla / roja // bruñida por el agua / de la lluvia // junto a los blancos / pollitos (versión de Alberto Girri).
Logan se lanzó al censo de 1920 y encontró un candidato que encajaba con lo que había dejado escrito el poeta. Thaddeus Marshall, un viudo de casi setenta años que vivía con su hijo Milton en Elm Street, cerquísima de la casa del doctor Williams. Una vez localizado el nombre le pidió ayuda a Rod Leith, el cronista de la pequeña población donde Williams vivió toda su vida. Localizaron en un mapa de seguros contra incendio que la casa tenía un pequeño corral para pollos. La casa aún está en pie, el corral ya no.
La carretilla roja. tanto depende / de una // carretilla / roja // laqueada de / gotas de lluvia // junto a las gallinas / blancas (versión de Jordi Doce).
Las pesquisas acabaron llevando a los dos, el cronista y el estudioso, a Teresa Marshall Hale, tataranieta de Thaddeus de sesenta y nueve años, que había vivido en la casa de la carretilla y que había leído el poema de William Carlos Williams en clase sin saber, hasta que ambos fueron a visitarla, de quien hablaba realmente el poema. “Estoy asombrada”, dijo, “cuando pienso que la persona real que inspiró el poema era mi tatarabuelo y que yo viví en la misma casa en la que él vivió y que miró por la misma ventana que él miraba”.
La carretilla roja. tantas cosas / dependen de // una carretilla / roja // lustrosa por el agua / de la lluvia // entre gallinas / blancas (versión de Ezequiel Zaidenwerg).
Junto a la lápida, merecida en una tumba sin nombre está una escultura que, roja y blanca, homenajea a la carretilla y a los pollos, al personaje más famoso que haya salido de Rutherford y al hombre que inspirara uno de sus más famosos poemas. Y, sobre todo, al enorme número de pacientes de color que cuido y trató el doctor Williams sin pedir estipendio a cambio.




