Los grados de homofobia de una sociedad están en relación proporcional directa al sector militante más homofóbico de la misma. Este aserto replica de manera análoga, un criterio psicológico que consiste en tomar como guía referente la constatación de que la energía de un grupo es equivalente a la energía del miembro más débil del mismo, y no al revés. Y esto es así, porque el tono y capacidad dinámica de un grupo humano no se mide por los niveles energéticos más altos de algunos individuos -digamos con alta carga de optimismo-, sino por el nivel más bajo de alguno(s) de sus miembros. Esto que puede sonar paradójico, se demuestra en el tono emocional resultante de un grupo, cuando entre sus miembros cuenta con algunos cuyas conductas son de baja tonalidad emotiva -digamos con pesimismo-, represión de emociones impulsoras, o francamente comportamientos depresivos.
Para decirlo en breve, este bajo nivel energético resultante acusa un desequilibrio en lo que compone su campo de fuerzas. Las fuerzas impulsoras y las fuerzas restringentes. Estos términos se explican por sí mismos, pero lo que importa notar es el producto resultante: ¿qué fuerzas predominan, las impulsoras o las restringentes? En donde es evidente que, si en dicho sistema, tanto la creatividad como la productividad de un grupo es baja o nula, se infiere que predominan las fuerzas restringentes, o viceversa. Recordemos aquella afirmación del psicólogo Karl Rogers, la salud puede definirse como el estado de un ser vivo en plenitud de funcionamiento. Por lo que, no funcionar o funcionar mal es indicio de un mal presente, que en términos de bienestar y de salud bio-psicológica y físico-química, se traduce en un malfuncionamiento del sistema (corporal de un individuo, o impulsor de un grupo humano).
Si aceptamos estos simples supuestos, el asunto del espectacular promocional publicitado por Conasida (Consejo Nacional para Prevención y Control del VIH-Sida) y su filial Censida (Centro Nacional para Prevención y Control de VIH-Sida) en el ámbito nacional, incluyendo el estado de Aguascalientes, en campaña publicitaria acerca del uso del condón, bajo el lema “mil formas de amar”, incluye un tópico particular acerca de la protección deseable para una pareja homosexual, masculina, eligiendo el gráfico de dos hombres besándose, y enfatizando persuasivamente el mensaje de usar el condón. Es sabido que se suscitó una controversia pública, por la decisión del ISEA, Instituto de Salud del Estado de Aguascalientes, de sustituir este cartel por otro similar, pero mostrando a una pareja heterosexual en abrazo erótico, causado bajo presión de grupos y particulares aguascalentenses en contra de dicho tópico publicitado.
La reacción inmediata del colectivo social LGBT, Lésbico-gay-bisexual y transexual de Aguascalientes, fue manifestar su inconformidad y repudio, ante las autoridades sanitarias del estado e inclusiva ante la CNDH/CEDH, por este acto manifiesto de censura, interpretado como actitud homofóbica, así fuera justificada por los funcionarios responsables como quejas expresas de grupos de la ciudadanía, al sentirse ofendidos en sus valores y creencias, por la divulgación de dicha imagen erótica explícita que protagonizan dos hombres en un beso de boca a boca. Al respecto, es de reconocer la congruencia y valor civil del Conasida al optar en su campaña por referentes comunicativos directos e inequívocos. A la opción de publicar mensajes más o menos explícitos, un tanto cifrados, más o menos equívocos, eligió temas y referentes a todas luces explícitos, particularizados y unívocos, para descartar cualquier ambigüedad comunicativa.
Podemos decir que la luminosa transparencia de la intención publicitaria fue la que presuntamente ofendió a personas y grupos que ostensiblemente se ubican en el gradiente de más baja tolerancia a la diversidad sexual y la pluralidad de sus manifestaciones, lo que equivale a exteriorizar el nivel más alto de homofobia de nuestra comunidad local, Aguascalientes. La raíz de esta palabra técnica, homoios-ou = igual, y phobos-ou = miedo, temor a, significa literalmente “el miedo a lo que es igual”; que referido al sexo, implica la fobia/temor a la relación entre personas del mismo sexo. Adjetivación que los colectivos sociales militantes y adherentes al derecho de relacionarse afectiva, sentimentalmente, y en la intimidad sexo-genital con personas del mismo sexo, rechazan como discriminante y violatorio de sus derechos humanos fundamentales.
Para nuestro análisis, consecuentemente, se concluye y prueba que el nivel de homofobia de nuestra sociedad aguascalentense se relaciona de manera directamente proporcional al nivel homofóbico de nuestros grupos y colectivos militantes más extremos, y de más baja tolerancia a la diversidad, pluralidad y exterioridad de prácticas homosexuales. Pero el problema no queda allí, ya que mediante presión social e influencia sobre las autoridades en la materia, -entiéndase al ejercer fuerzas restringentes en este sentido-, logran de éstas ejercer una censura pública del cartel aludido y darle, análogamente un pase muy taurino, de voltear graciosamente el capote, para mostrar lo mismo, pero diferente. El efecto real es censurar un mensaje explícito de aplicación a prácticas homosexuales.
Este debate público se externa muy oportunamente gracias a la iniciativa de un diagnóstico elaborado por la Comisión Ejecutiva de Atención de Víctimas, Ceav, la Fundación Arcoiris y otras asociaciones civiles, mediante un cuestionario aplicado a 425 personas que se identifican como lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgénero y heterosexuales en Aguascalientes y 19 estados del país, con fundamento en el Artículo 88, fracción 31, de la Ley General de Víctimas. De entre cuyos hallazgos, se denota que el 50 por ciento de los encuestados fue violentado por sus propios familiares, siendo los padres, hermanos y parejas los principales agresores. Y, más grave aún, la casi totalidad de este sector admite haber experimentado algún episodio de violencia motivada por sus preferencias sexuales. Respecto del comportamiento de algunas autoridades, el 32 por ciento de los encuestados reportaron alguna forma de abuso de autoridad -demoras o negación de servicios-, violencia o insultos. Y un 22.35 por ciento declaran haber sido víctima de delitos relacionados a la violencia sexual: acoso, hostigamiento, asedio o violación. Entre los indicadores más relevantes. (Ver: LJA, Sociedad y Justicia. Comunidad LGBT, victimizada por delitos y atropellos contra sus derechos humanos, Hilda Hermosillo Hernández, viernes 15 de abril de 2014).
La misma Ceav propone dos vías alternativas para efectuar un cambio social respecto de la homofobia y sus indeseables secuelas: 1ª.- Fomentar el diálogo, la educación pública y la formación, para garantizar que personas de este sector de la población sean consultadas y participen en la elaboración, aplicación y seguimiento de leyes, políticas y programas que les afecten, incluyendo iniciativas humanitarias y de desarrollo. 2ª.- Llamado a la observación de las obligaciones legales indicadas por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, así como de la declaración de los Principios de Yogyakarta, en términos de protección contra la violencia de la orientación sexual y la identidad de género, en tanto que son características protegidas en leyes relacionadas con delitos causados por odio (-que operan como fuerza restringente de las “phobias”). (Ut supra, ibídem).
El respeto y, en las autoridades gubernamentales, la obligación de fomento al respeto irrestricto de la diversidad, pluralidad y derecho a la autodeterminación de las personas en materia de preferencia y práctica de intimidad sexual es un imperativo bioético de vigencia universal; por lo que no hay cabida para simulaciones o decisiones penúltimas que transgreden el ejercicio pleno de los derechos humanos. De igual exigencia resulta la competencia jurisdiccional de un órgano o entidad normativa u operacional en dicha materia.
Por lo que si en Aguascalientes queremos honrar la generosa leyenda de nuestro emblema heráldico, específicamente aquello de la “gente buena”/bona gens, debemos aplicarnos asiduamente a la asignatura pendiente de incrementar nuestra tolerancia y respeto a la diversidad personal. Ya que ante imperativo bioético tan explícito, tampoco vale el rechazo de la demanda al derecho de un “matrimonio de personas del mismo sexo”, bajo el subterfugio de que “yo respeto y acato” lo que diga la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero personalmente “no acepto” este tipo de protocolo civil, lícito. La reserva de conciencia es válida, pero no la militancia ética impugnativa, porque transgrede un derecho de terceros. Y porque vicia la licitud positiva y social de un uso y práctica tal.




