No hay redención, no vuelve atrás el tiempo, los muertos están fijos en su muerte y no pueden morirse de otra muerte
Octavio Paz
No recuerdo en este momento un año con mayor cantidad de músicos muertos, este año 2016 es un año verdaderamente trágico, se fueron una cantidad importante de músicos de primer nivel, no sólo del rock, sino en general de la música, la mutilación sufrida es irrecuperable y tendremos que arreglárnoslas sin estos grandes íconos. Entiendo, es obvio, cuando alguien muere lo hace para siempre y su pérdida es irreparable, pero en este caso la cantidad es importante, ¿cuántos murieron durante este año?, la verdad no lo recuerdo, pero sí fueron muchos. En este Banquete no pretendo enumerar a todos los que han partido al lugar que como dijera Bob Dylan, permaneceremos para siempre jóvenes, no es esto un recuento, un pase de lista de honor, simplemente es reflexionar acerca del trabajo de algunos de estos gigantes que tuvieron la capacidad de revolucionar la música y proponer aportaciones que verdaderamente han enriquecido este arte en sus diferentes lenguajes.
La proximidad con el Día de Muertos es, digamos, el pretexto para escribir estas líneas, y rendir un breve homenaje a aquellos grandes que han tomado a la música entre sus manos y le han dado la forma que quieren y con esto han colaborado con el crecimiento y desarrollo de este arte que suele ser tan maltratado y denigrado, por eso hacen falta verdaderos héroes que continuamente la estén desagraviando y mostrando su mejor perfil.
David Bowie, el camaleónico músico, compositor y multi instrumentista dejó este mundo a principios de este año 2016, en enero, fue el primero que partió en este complicadísimo año, sus propuestas musicales como solista y más tarde, lo realizado con el impresionante Tin Machine quedan ahí como algunas de las mejores muestras de lo que es hacer buen rock. Por un lado Bowie nos proponía un rock sofisticado, ambicioso y muy elaborado, por otro lado, nos enseñó un rock sin complicaciones, sencillo, pero en ambos casos, sazonado por el infaltable ingrediente de la inteligencia.
En lo personal, me dolió mucho la muerte de Glenn Frey, el músico integrante de The Eagles y autor de algunas de las mejores canciones de esta agrupación profundamente americana, desde el nombre se percibe el espíritu de su país. Murió sólo una semana después de Bowie, en ese momento pensábamos que era ya suficiente, pero todavía faltaban varios, lamentablemente.
Con mucho menor atención mediática, pero no por eso lo vamos a ignorar, falleció en ese mismo trágico mes de enero de 2016 uno de los miembros fundadores del mítico Jefferson Airplane, Paul Kantner, murió donde vivió y en donde desarrolló su propuesta musical, el área de la bahía de San Francisco. Esta agrupación, cuya cantante Grace Slick representa un valor agregado en la filosofía de los años 60, es responsable de la grabación de uno de los mejores discos en la historia del rock, Surrealistic Pillow de 1967, y a decir de los que saben, uno de los tres mejores discos en ese año de 1967, los otros dos son el primero de The Doors, homónimo y con una descarga poética impresionante y el legendario Sgt. Peppers de The Beatles.
Ya que hablamos de The Beatles, imposible no recordar a George Martin, que sin ser integrante activo del cuarteto de Liverpool, es indiscutiblemente el quinto Beatle, él entendió perfectamente sus inquietudes musicales y supo pulir aquel diamante en bruto, sacar brillo y crear una de las más relucientes joyas de la corona del rock. George Martín falleció el 9 de marzo de este año a los 90 años de edad.
En ese mismo marzo murió otro de los grandes de la música, Keith Emerson, para tu servidor, el mejor pianista en el rock, también excelente tecladista y el mejor representante del moog, aquella enorme consola que creó Robert Moog y que fabricó una exclusivamente para Keith Emerson y que usaba en todas sus grabaciones con Emerson, Lake & Palmer y también en su producción solista. Emerson era un puente colgante entre el rock progresivo y la gran música de concierto, compuso un concierto para piano y orquesta que estrenó y grabó con la Royal Philharmonic Orchestra de Londres, sin duda, un verdadero virtuoso del piano.
Otro de los grandes de la música, en este caso del jazz, es indudablemente Gato Barbieri, saxofonista argentino que hizo la música de la película The last tango in Paris, esta partitura le hizo ganar un Grammy en 1973. Leandro Barbieri se fue sin tanto alboroto de parte de los medios, pero sus aportaciones musicales están ahí, y eso es indiscutible, su figura es indispensable en el mundo del jazz latino.
El espacio es corto y veo que el contador de palabras me está apurando un poco, no quiero ponerle punto final a esto sin mencionar a uno de los más grandes en el mundo de la gran música de concierto, el maestro Pierre Boulez, director de orquesta, dirigió entre otras, la célebre Filarmónica de Nueva York, pero sin duda, lo que inmortalizó al maestro Boulez fue su trabajo al frente del Ensamble Intercontemporáneo y su dedicación a la música atonal, esa tan incomprendida y a la que mucha gente le saca la vuelta, dirigió obras de verdaderos estandartes del género como Karlheinz Stockhausen o de otros que como Franz Zappa, oscilaban entre el rock y la música contemporánea.
En fin, aquí está esto como un humilde reconocimiento a todos esos que transformaron la música y que murieron en este año 2016 de tragedia para la música.
rodolfo_popoca@hotmail.com




