La semana pasada la opinión pública tuvo en el centro de la discusión a Andrés Manuel López Obrador gracias a la filtración de un video en el cual la diputada local veracruzana con licencia Eva Cadena, del partido Morena y además candidata a la presidencia municipal del Ayuntamiento de Las Choapas, aparecía recibiendo fajos de billetes de una mujer no identificada, por la cantidad de quinientos mil pesos, con la encomienda de entregárselos directamente a López Obrador.
En el video filtrado se puede apreciar a una persona desconocida diciendo “Le estoy entregando medio millón de pesos” y a Eva Cadena diciendo “Esto yo se lo entregaría directamente a él (Andrés Manuel) el sábado”.
La controversia que ha causado este video lo es porque nadie sabe de dónde salió el dinero que supuestamente le sería entregado a Andrés Manuel; pudo haber sido de donantes bien intencionados o de miembros del narcotráfico, pero sin lugar a dudas el sospechosismo que genera la entrega de dinero en efectivo a un partido que se jacta de ser el único que puede ostentar la bandera de la honestidad y de la autoridad moral, es grande y resulta ser un duro golpe para la imagen de López Obrador, que derivado de los acontecimientos de los últimos veinticuatro meses había venido creciendo de forma exponencial.
No entraremos al fondo de un debate estéril sobre si este suceso constituye o no un acto de corrupción. No hay debate que pueda sostenerse en defensa de Morena, porque recibir medio millón de pesos en efectivo para el dirigente de un partido político sin que se sepa su procedencia es en un hecho que constituye un acto de corrupción, así se le dice, aunque haya un personaje con fama pública de honesto involucrado. Eva Cadena incurrió en un acto de corrupción y renunciar a su candidatura a la presidencia municipal de Las Choapas es lo menos que puede hacer al respecto, puesto que lo correcto es que enfrente las investigaciones correspondientes y pague las consecuencias en su caso.
En este espacio reflexionaré sobre las consecuencias políticas que este acontecimiento tendrá para la carrera presidencial de López Obrador el año próximo, consecuencias cuya único causante es para variar, él mismo.
Morena se ha convertido en el recolector nacional de cascajo de la política mexicana. A lo largo y ancho del territorio nacional, Andrés Manuel no ha hecho más que ir sumando a perfiles desertores de otros partidos políticos. Eva Cadena, expanista, no es más que un de los múltiples ejemplos a en todas las entidades federativas en las que Morena ha sido el refugio de experredistas, expriistas, expanistas y exmilitantes de Movimiento Ciudadano. En la mayoría de los casos, se trata de exmilitantes resentidos con sus partidos de origen que buscan en Morena un instrumento de salvación, venganza o negociación mezquina; otros se tratan de personajes corruptos que ni en sus partidos de origen fueron bien vistos y que han cambiado de partido más de una vez porque no tienen llenadera; además, existen un puñado de entidades donde los dirigentes de Morena no son más que caciques locales que se han eternizado en la dirigencia del Proyecto para la Liberación y la Democratización de México o que son Defensores de la Soberanía nacional cobrando jugosas prerrogativas.
En una entrevista alguna vez se le preguntó a Andrés Manuel cuál había sido su error en la derrota que tuvo en la elección presidencial del año 2006, en la que todas las encuestas lo colocaban muy por encima de sus contrincantes. Él contestó que no cometió ningún error, que la única causa de sus derrotas ha sido la mafia del poder y sus complots. Pero en esta ocasión, 11 años después, se equivoca.
No, don Andrés Manuel, no se trata de un complot más en su contra. Esto no es más que la consecuencia de juntar puro cascajo para construir su Nuevo Proyecto de Nación que, sin importar lo buenas que sean sus intenciones, terminará en catástrofe si no empieza a considerar a las personas adecuadas.




