- Amigo Felipe, tarde o temprano nos tocará alcanzarte, y será en ese momento en el que volveremos a brindar por nuestra amistad; hasta siempre…
Hace unos días quedamos pasmados por la lamentable noticia de la muerte de una niña de tan solo 9 años de edad; las autoridades aseguran que fue un suicidio…
A esta alegre pequeña me tocó conocerla, vecina ella de los abuelos de mi hijo, niña de pelo tusado o mal cortado, contenta siempre, llego a acariciar a mi hijo en alguna ocasión que mi suegro estaba con mi niño en la calle, le hacía fiesta para lograr hacer sonreír al bebé, le ofreció de una bolsa de frituras una de ellas, después de este bello gesto siguió su camino y se detuvo a jugar con otros niños a las que se ganaba ofreciéndoles siempre lo que ella compraba, dulces, frituras o fruta; se sabía que su madre la mandaba a la tienda y ella se quedaba a jugar con cualquier niño o niña que se encontraba, platicaba con los adultos pues era de carácter muy alegre, preguntaba, platicaba de que le gustaban sus juguetes, sonreía, era una niña normal y los vecinos le tenían cariño por su forma de ser.
Jamás mostró alguna actitud que supusiera que era pre suicida, o algo que alertara a quienes la conocían de que era cambiante de carácter; el día que se supo lo de su muerte, los vecinos quedaron perplejos por el hecho, es día que se siguen preguntando qué paso con la niña que todos veían alegre, que era compartida y juguetona que hacía amigos en todos lados, a una niña que con tan solo 9 años se veía difícil que fuera capaz de atentar en contra de su existencia…
El profesor e investigador de la UAM, Juan Antonio Barrera Méndez, en una extensa publicación del mes de marzo en la revista El punto sobre la i año 6, número 29; sostiene que al llegar los niños el periodo de adolescencia con rasgos de violencia es por el maltrato y el libertinaje que se les permite desde sus hogares, además de que sostiene que un bebé tiene un asombrosa capacidad de aprendizaje, ya que en menos de tres años gatea, camina, asimila un lenguaje y aprende a relacionarse; sin embargo un cerebro que se adapta rápidamente a los cambios, es también vulnerable a las hostilidades del entorno durante su crecimiento y aun en la edad adulta.
Nos cita en su interesante investigación que: “un niño pequeño que continuamente vive experiencias de tensión (como son el abandono, el maltrato o incluso el terror), experimenta cambios físicos en su cerebro. El flujo continuo de sustancias químicas relacionadas con conductas que producen tensión, tiende a restaurar el funcionamiento del cerebro, poniendo su sistema de defensa en un estado de constante alerta” (Duhne, 2000). Esto nos deja un punto de análisis respecto a la salud mental, misma que forma parte de la salud integral, la medicina psicológica envuelta en medicina general. Porque si bien la biología es insustituible en la aproximación al estudio de las personas, sanas o enfermas, lo son también su psicología y el medio ambiente en el que se desenvuelven, muy en especial los niños; en los que se debe de enfocar los padres de familia de manera muy puntual previa capacitación de especialistas.
Dejo este Reflexio sumándome a la exigencia del Colegio de Psicólogos de nuestro estado, en el sentido de que la Fiscalía debe esclarecer este penoso tema y rendir un informe convincente para con ello iniciar trabajos en los infantes con problemas sociales y ayudarlos a salir adelante evitando que a esa edad piensen en acabar con su corta vida. Y que seamos los adultos que aún tenemos hijos pequeños los primeros en ayudar desde nuestro hogar a nuestros hijos a vivir sanamente en su mente infantil, y con esto evitar el suicidio en infantes.
El filósofo griego Sócrates (399-470 AC) definió en aquel tiempo a las jóvenes de manera muy severa, “Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros”. Y no, Sócrates no hablaba de niños suicidas…




