Cuenta una leyenda griega (en alguna de sus versiones) que un labrador de nombre Gordias ataba a sus bueyes con un nudo tan difícil que era imposible de deshacer. El hecho se regó por todo el lugar y se volvió desafío para muchos, que comenzaron a circular el rumor de que quien consiguiera deshacer el famoso nudo sería dueño y señor de toda Asia, lo cual no tardó en llegar a oídos del gran conquistador Alejandro Magno, quien después de muchos intentos por desatarlo, tomó su espada y lo partió al mismo tiempo que decía “tanto monta [da lo mismo] cortar como desatar”.
Esta anécdota se la narró Antonio de Nebrija al rey Fernando de España, que quedó encantado y decidió volver “Tanto monta” su lema personal. El tiempo y el sentir popular se encargaron de trastocarlo en “Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”, al igual que a su significado para referirse a la unidad y grandeza en el reinado de los Reyes Católicos, un signo de igualdad en el poder de los dos soberanos, aunque cada uno de ellos contara con su propia moneda o con su escudo, por ejemplo, pero el nudo gordiano se encargó de hacer una bella metáfora de un gobierno imposible de dividir, fuerte y seguro, hasta el punto de no poder diferenciar qué se hacía por iniciativa de uno o de otro.
A diferencia de los Reyes Católicos, Teresa Jiménez y Martín Orozco no han sabido encontrar su nudo. Aún sin cumplir el año, ambos gobiernos han dejado ver sus divisiones, y a pesar de no ser esposos, los une un lazo mucho más fuerte que el sacramento del matrimonio: el interés político.
En sus mandatos, ambos han politizado las necesidades de las personas de Aguascalientes y ninguno ha cumplido, al menos de forma incipiente, con sus promesas de campaña. Eso sí, llevan en el rostro una molestia imposible de ocultar a la cámara. Prueba de ello ha sido esta última semana, aunque los rumores de un desencuentro se vieron rebasados por el tema de la inseguridad. Ni el gobernador ni la alcaldesa han podido establecer una estrategia que salvaguarde a la ciudadanía del incremento de los delitos. Han dejado ver la poca coordinación y diálogo que sostienen, lo que al parecer a su partido, el PAN, le importa solo por las afectaciones políticas y de imagen. La disputa por la remoción de los jefes de seguridad estatal y municipal; la omisión de los hechos de tortura de la Policía municipal señalados por la CEDH contra normalistas; la insistencia en culpar al Gobierno Federal por la distribución inequitativa del Fondo para la Seguridad de los Municipios, y con esto, de la inseguridad que se vive; y la ineficacia de la Policía municipal como primer respondiente al llamado de auxilio son los botones de la muestra, sin soluciones, mientras que ante los ojos de las personas esto solo se entiende como un mal gobierno que aumenta el descontento y los números rojos.
Toda esta ineficiencia se entiende cuando la alcaldesa se pronuncia en contra del Sistema Penal Acusatorio. Ocho años para implementarlo de forma correcta no se han visto reflejados ni con la inversión millonaria ni con el tiempo en capacitaciones a jueces, policías y ministerios públicos que permitieran observar los beneficios, como el ahorro en tiempo y dinero en los juicios, y el respeto integral a los derechos humanos de la víctima y del imputado. Se entiende tanto desacierto cuando Teresa Jiménez reitera su apoyo a la intervención militar en el patrullaje de las calles de Aguascalientes. No sabe que en los estados donde la presencia de las fuerzas castrenses es permanente se ha incrementado la violación a los derechos humanos de las personas. Y sí, enfatizo las violaciones sexuales a mujeres. El Ejército no ha sido entrenado para patrullar calles. Su función es otra. Tampoco se ha dado cuenta que decir que “los paracaidistas han venido a destruir la paz social a Aguascalientes” tiene todos los tintes xenófobos posibles, como los ha mencionado en otras ocasiones. Tanto ella como el gobernador. En lo más recóndito de sus desencuentros, lo más cercano a esta metáfora del nudo gordiano es no saber quién fue primero en adoptar estos discursos, son los mismos, pues Martín Orozco se ha encargado de establecer que tiene las mismas necedades: rechaza el nuevo Sistema Penal, pide al Ejército o a la Gendarmería resguardar las calles y cree que los de fuera perturban al estado. Ambos comparten también la incompetencia de sus asesores. Ya no existe gente como Antonio de Nebrija al servicio del rey.
Por eso yo entiendo el regocijo que les causa que cualquier personaje los reconozca y les palmee la espalda. Son los soberanos y creen merecerlo todo. Teresa Jiménez se conforma con ser felicitada en el Congreso de la Asociación Nacional de Alcaldes por las Escobas de Platino que recibió la capital en una administración que ni fue la suya, y más triste es que su equipo de comunicación resalte que estos alcaldes y Rosario Robles Berlanga le extienden felicitaciones por “su juventud”. Divino tesoro que se va para no volver. Eso ni mérito tiene. Tal vez crea que así logrará hacerle ver al gobernador que está a sus órdenes: le pide análisis en conjunto, propuestas de los relevos de Benítez, coordinar esfuerzos, menciones a las que Orozco no ha respondido por mucho que diga que le da luz verde para actuar.
La desunión y desorganización, la protección de sus propias monedas y escudos hacen que no establezcan ni diseñen políticas públicas con modelos de atención, de prevención y de sanción, en las que se apliquen de manera transversal la educación y la seguridad de la gente.
Ni Teresa Jiménez ni Martín Orozco han sido capaces de salir del estereotipo de gobernantes: plantan un árbol, supervisan bacheos, develan placas en escuelas, entregan cheques simbólicos. Mientras sigan así, su partido, el PAN, les estará agradecido, pues en su politización se deben a este, no a la gente de Aguascalientes. Estos Reyes Católicos ni cortan ni desatan, tanto monta uno como el otro.
@negramagallanes




