- El programa es uno de los pocos que ha logrado superar seis sexenios
- Las instituciones educativas y no las culturales, son las responsables de generar lectores
Carlos Antonio de la Sierra se mostró seguro de que el Programa Nacional de Salas de Lectura que coordina, podrá llegar a un séptimo sexenio en la próxima administración federal además de que aclaró que son las instituciones de educación las responsables de formar las habilidades lectoras.
De la Sierra accedió a una entrevista para La Jornada Aguascalientes durante su participación en la 50 Feria del Libro de Aguascalientes en la que habló del Programa Nacional de Lectura, el cual opera y ha crecido gracias a la adaptación de los mediadores desde 1996.
El programa, comentó el coordinador, es una iniciativa del Gobierno Federal pero ha trascendido a la sociedad civil, gracias a los mediadores quienes se encargan de formar y dirigir las salas de lectura.
Ha sido en los últimos años, afirmó Antonio de la Sierra, cuando el programa ha tenido un impacto y una resonancia más amplia según los registros de sus distintos y propios indicadores aunque el crecimiento ha sido constante desde hace 22 años, soportando de esta manera seis sexenios, “Es un programa con impacto social que está por ley y que si tiene una transformación que genera indicadores para aspectos institucionales”.
El número de salas de lectura, informó el titular del programa, no es el único indicador que se deba tomar en cuenta para conocer el éxito del programa, sino que se debe analizar la presencia del programa en otras manifestaciones como en proyectos del fomento a la lectura como la propia Feria del Libro de Aguascalientes donde ha tenido una importante participación, con la Dirección Nacional de Publicaciones o incluso con los diplomados que ofrece como el de Acompañamiento, Leer Para la Vida, Cultura de Paz, Comedores Comunitarios y programas dirigidos a los migrantes.
En el caso de Aguascalientes, comentó de la Sierra, las Salas de Lectura han tenido un fuerte impulso como la generación de habilitados de aprendizaje que es el último objetivo del Programa y no animación a la lectura como se suele creer, “Es el único estado de la República donde aparte del diplomado de salas y de Acompañamiento, se ha hecho el seminario de Cultura de Paz”.
Los mediadores, recordó el coordinador, son personas voluntarias que se comprometen a llevar un trabajo de fomento a la lectura quienes se ven apoyados por la institución con capacitación, acervos, seguimiento e inclusión en el programa como llevarlos a distintos eventos como las ferias del libro, “Podríamos calificarlos como heroico en el entendido de que se enfrentan en ocasiones a circunstancias sumamente complicadas, al final del día es un acuerdo voluntario bipartita”.
Aunque parece inconcebible, insólito e inaudito que a unas personas que está realizando un trabajo como este no reciban un sueldo, es esta una de las principales razones por las que el programa ha subsistido por seis sexenios según de la Sierra, “Yo creo que el programa lo hacen los mediadores”.
A decir del titular de Salas de Lectura, no corresponde al programa incidir en los índices de lectura o las habilidades lectoras, pues ese no es un problema que le toque resolver a una institución cultural, sino que es tarea de las instituciones educativas, “La generación de habilidades lectoras no tendría que ser potestad de una institución cultural aunque nosotros lo hacemos para mitigar un entorno adverso en relación con el fomento a la lectura”.
En ningún lugar del mundo, añadió Carlos Antonio, una institución de cultura se dedica al fomento de la lectura, aun cuando él mismo apela a esa labor de transformación muy puntual, según los registros de cada uno de los mediadores.
Aún sin esta función, apuntó el coordinador, la presencia del programa es útil, necesaria y pertinente, porque es algo que no existe, “Sí es necesario en virtud que los índices de generación de habilidades lectoras sean los mínimos, estos tipos de programas coadyuvan al inicio de algo posterior”.
Si bien los mediadores pueden notar in situ las capacidades lectoras de quienes asisten a las salas, el programa, puntualizó Antonio de la Sierra, no serviría como un termómetro para conocer la situación actual del país en ese sentido.
Para ello, agregó, existe la última encuesta Módulo de Lectura realizada por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, siendo la primera que considera los libros de leídos al año por habitante, 3.8 en el país, y no los vendidos por las librerías.
Sin embargo, consideró el coordinador, hacer una encuesta de lectura es muy complicado toda vez que estas sólo incluyen libros, a pesar de que hay muchas formas de lectura como la digital, en redes sociales y medios impresos de difusión informativa.
Al tomar en cuenta que los mediadores son voluntarios y que el programa no requiere un gran gastos gubernamental, De la Sierra afirmó que no hay temor que tras seis sexenios, el programa vaya a desaparecer en la próxima administración federal de Andrés Manuel López Obrador, además de que está instituido en la Ley de Fomento a la Lectura, “Yo creo que se va a mantener, es muy difícil que cambie porque es un programa noble que tiene un impacto comunitario que no cuesta tanto y que es uno de los pocos programas que ha generado una transformación social”.
