I know this little girl, her name is Maxine,
her beauty is like a bunch of rose.
If I ever tell you ‘bout Maxine
you would a say I don’t know what I know (but)
Murder, she wrote…
Murder she wrote– Chaka Demus & Pliers
En nuestro país las mujeres están siendo asesinadas. El feminicidio, es decir, el asesinato con motivo de género en el que el victimario mata a su víctima a partir del odio misógino (con la construcción de género que esto implica) alcanza niveles en verdad terroríficos. De acuerdo con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), en lo que va de 2019 -un mes- han asesinado a más de 100 mujeres en el territorio nacional, cuyos homicidios implican las características de asesinato motivado por el género.
Estas características se contemplan en el Código Penal Federal, y para tipificar el homicidio de una mujer como feminicidio, el artículo 325 del mismo código establece que pueden presentarse todas o algunas de las siguientes características:
*La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo;
*A la víctima se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida, o actos de necrofilia;
*Existan antecedentes o datos de cualquier tipo de violencia en el ámbito familiar, laboral o escolar, del sujeto activo en contra de la víctima;
*Haya existido entre el activo y la víctima una relación sentimental, afectiva o de confianza;
*Existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima;
*La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la privación de la vida;
*El cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público.
Dadas estas características, el mismo OCNF consigna que durante el sexenio pasado (de 2012 a 2017) hubo “12,796 asesinatos de mujeres, de los cuales en solo el 22% se iniciaron investigaciones como feminicidio”. Así, en 2018 se cometieron alrededor de 800 feminicidios en México. De las más de 100 mujeres asesinadas en enero de este año, alarman, por emblemáticos y terribles, los feminicidios contra niñas. La alarma no cesa cuando, en medios de comunicación y redes sociales, se consignan testimonios de mujeres que apenas pudieron salvarse de un secuestro, una violación, o un asesinato; mientras otras tantas decenas de mujeres al mes son buscadas como desaparecidas o finalmente encontradas muertas con sus cuerpos violentados.
Ante este horrible escenario, en el sexenio anterior, se logró la investigación y la declaratoria de 17 Alertas de Violencia de Género contra las Mujeres (AVG); estas entidades son: Nuevo León, Jalisco, Nayarit, Colima, Sinaloa, Michoacán, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Quintana Roo, Chiapas, Veracruz, Campeche, y Estado de México. Es decir, más de la mitad de las entidades del país tienen o han tenido la declaratoria de entidad con riesgo feminicida.
La AVG es, de acuerdo a la Secretaría de Gobernación, “un mecanismo de protección de los derechos humanos de las mujeres único en el mundo (no es motivo de orgullo), establecido en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia… Consiste en un conjunto de acciones gubernamentales de emergencia para enfrentar y erradicar la violencia feminicida y/o la existencia de un agravio comparado que impida el ejercicio pleno de los derechos humanos de las mujeres, en un territorio determinado (municipio o entidad federativa); la violencia contra las mujeres la pueden ejercer los individuos o la propia comunidad”.
Estas AVG las solicitan organismos de la sociedad civil, y de la defensa de los derechos humanos, ante la Segob, con lo que inicia una investigación de las condiciones de violencia, hecha por un grupo de trabajo conformado por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (Conavim), la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), y representantes de la sociedad civil. Esta investigación concluye con propuestas dirigidas al ejecutivo de la entidad correspondiente (quien tiene seis meses para implementarlas en el estado, sin que sean de carácter prescriptivo, sólo a nivel de recomendación), y termina con el dictamen o no de la declaratoria de alerta.
Sin embargo, tanto el OCNF, como la realidad misma, han consignado que la emisión de estas alertas poco o nada han logrado para -ya no erradicar- siquiera disminuir la violencia contra las mujeres. Si la tendencia continúa, y padecemos aproximadamente 100 feminicidios mensuales, estaríamos al término del año con alrededor de 1,200 asesinatos motivados estrictamente por el odio y poderío de género, cometidos contra un grupo social específico; es decir, si esto no es un genocidio, se le parece bastante, y ocurre a diario, frente a nuestras narices y las de las autoridades.
Ante esta realidad del horror, el Presidente de la República declaró en su conferencia matutina de hace un par de días, a colación del asesinato y violación de una menor de 11 años, y ante la pregunta expresa sobre los feminicidios, que (cito textual de la versión estenográfica de la rueda de prensa): “Me preocupa que tengamos en promedio hasta 80 homicidios diarios. Duele mucho. Y de los homicidios en general, feminicidios… Yo quiero también llamar la atención sobre algo. Si logramos que mejoren las condiciones de vida y de trabajo, que haya empleo, que haya ingresos, que se detenga el grave problema de la desintegración familiar. Porque el neoliberalismo no solo causó un daño en lo económico, en lo material, sino destruyó familias, creció mucho el problema de la desintegración de las familias… el crecimiento de divorcios en este periodo fue elevadísimo. Se rompieron familias y la familia es fundamental; es la institución de seguridad social más importante del país… Todo esto lo tenemos que ir arreglando y en esa medida vamos a ir creando las condiciones para bajar la delincuencia…. Este es fruto podrido del modelo económico neoliberal, es uno de los saldos más dolorosos. Atender estas causas nos va a ayudar mucho a resolver el problema hacia adelante, porque no solo es tener más policías, tener más soldados; hacen falta, también en eso hay un rezago. Pero lo más importante es sentar las bases del bienestar, o sea, luchar por una sociedad mejor en todo sentido, en lo material, en lo espiritual. Una sociedad con valores”.
Si la realidad es horrible, la percepción del sistema de causas y efectos que declara nuestro presidente no es mejor. Si Peña Nieto se caracterizó por no entender que no entendía, López Obrador luce igual o peor de extraviado en el tema de violencia de género. Vaya que responder una pregunta directa sobre los feminicidios con lugares comunes sobre la violencia en general, y achacar las causas de ésta al neoliberalismo, a los valores espirituales y a los divorcios, es de una ceguera francamente estúpida. No concebir siquiera la noción de violencia de género, ni estructurarla en un discurso interseccional que refiera a la matriz de opresiones, ni decante en acciones concretas es, por lo menos, alarmante. Pero no es el único. Recién también una diputada local en Veracruz, coincidentemente emanada de Morena, propuso (aunque luego se retractó) que para evitar los feminicidios se impusiera un toque de queda a las mujeres. Aunque tanta estupidez y miopía caben perfectamente en la literatura del absurdo, esta declaración ocurrió en la realidad. Y, en la realidad, dan muestra de que están lejos de entender que no entienden un carajo.
Otro sexenio más en el que las autoridades no entienden que no entienden. Y -al ser la democracia un reflejo de la condición ciudadana- el resto de la sociedad (en términos generales) no está mejor ubicada respecto a este problema. Se continúa normalizando la violencia (la real y la simbólica), no se trabaja para erradicar la cultura de la violación, se siguen estereotipando los roles de género binarios, se mantiene el anhelo de las relaciones de carácter romántico, no se conceptualiza el acoso como una agresión, se sigue cuestionando a las víctimas y no a los agresores, se sigue utilizando “el humor” como un arma contra las víctimas, se endurecen los sectores conservadores ante la defensa de los derechos de la mujer… y mientras tanto, el país se puebla de cruces con los nombres de ellas. No preguntes por quién doblan las campanas, otra vez doblan por ti.
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