La movilidad, asociada al transporte, mide la cantidad de desplazamientos que las personas o las mercancías efectúan en un determinado sistema o ámbito socioeconómico. Bajo esta lógica, los sistemas de transporte son los medios que posibilitan dichos desplazamientos y es a través de estos desplazamientos que la población busca satisfacer sus necesidades o deseos, es decir, tener accesibilidad. La accesibilidad, por tanto, puede definirse como el objetivo que a través de los medios de transporte persigue la movilidad. La movilidad y, por ende, el transporte, son el medio negativo que debe afrontarse para satisfacer las necesidades y deseos humanos.
La accesibilidad se interrelaciona con múltiples variables, el transporte es solo una de ellas. La ordenación del territorio y la organización socioeconómica juegan un papel fundamental para la accesibilidad. Bajo esta lógica, las ciudades del futuro no sólo deben centrar sus esfuerzos en disponer de múltiples medios y modos de transporte que alcancen distancias cada vez mayores, sino que deben enfocarse en mejorar la accesibilidad a los bienes y servicios. Es decir, deben establecer medidas y controles que promuevan un crecimiento armónico en el plano espacial o geográfico, de otro modo, la mejora y ampliación del transporte nunca serán suficientes para mejorar la accesibilidad.
Por supuesto que no se trata de una tarea sencilla porque la realidad es que nos encontramos inmersos en un círculo vicioso expansivo que, por un lado, demanda suelo urbano para la generación de carreteras, caminos y calles que nos permitan acceder entre otras cosas a la vivienda, educación, trabajo, y esparcimiento, y, por otro lado, algunas de estas actividades, demandan espacios monofuncionales (e.g., actividades industriales o ciertos tipos de servicios y esparcimientos) que implican cierto nivel de aislamiento en aras de proteger a la población de sus externalidades negativas. Como la monofuncionalidad no suele acompañarse de un adecuado sistema de transporte público, la propia necesidad de desplazamiento de la población favorece y fomenta el uso del automóvil. No debería extrañarnos entonces que la ciudad de Aguascalientes sea cada vez más difusa u horizontal, es decir, que se vaya esparciendo por el territorio configurándose como un conjunto de áreas separadas especializadas en vivienda, comercio e industria. Por eso experimentamos altos niveles de segregación social para quienes no tienen acceso al automóvil, los costos de vida son cada vez más altos, el consumo de energía y la contaminación se incrementan.
Pero ¿por qué resulta tan difícil reivindicar al transporte público urbano para hacerlo más competitivo y atractivo que el automóvil como medio de movilidad cotidiana? Las razones son muchas, entre ellas: 1) nuestra ciudad crece a un ritmo acelerado debido a la intensa actividad industrial y se vuelve cada vez más difusa; 2) las rutas de transporte público actuales no han sido rediseñadas en años, y aunque en sus orígenes pudieron resultar muy eficientes, no debemos perder de vista que su diseño obedeció a un entorno y necesidad de movilidad que no sólo ya no existen, sino que han sido rebasados con creces. Esto explica en gran medida la falta de cobertura, la ineficiencia económica (i.e., rutas muy largas y económicamente ineficientes), y las frecuencias dispares, por mencionar algunos; 3) el automóvil es cada vez más accesible en términos de posesión (e.g., accesibilidad a créditos, marcas y modelos) e infraestructura vial que facilita el desplazamiento a lo largo de la ciudad; y 4) el propio desarrollo urbano parece centrarse jerárquicamente en el automóvil.
Aunque en Aguascalientes el detrimento de la calidad de vida como consecuencia del desplazamiento no es aún un problema tan evidente, no debemos perder de vista que las ineficiencias (reales o percibidas) en el transporte público colectivo urbano están derivando en la pérdida de usuarios de esa modalidad que se suman al conjunto de usuarios del automóvil. Si continuamos con esta tendencia, sólo es cuestión de tiempo para que los congestionamientos viales y los tiempos de traslado se incrementen de manera desmedida junto con las afecciones directas (e.g., contaminación ambiental y acústica, número de siniestralidades, etc.) e indirectas (estrés, pérdida de tiempo, etc.) que ello implica.
No es tarde para reivindicarnos y planear adecuadamente el desarrollo urbano de Aguascalientes, para ello es imperativo mejorar la movilidad, sin perder de vista que el fin último es la accesibilidad. Para ello, es indispensable hacer una planeación prospectiva que entienda que la ciudad es un ente vivo y dinámico que exige una coordinación entre los diferentes niveles de gobierno que contribuya a: 1) la mejora del transporte público urbano (i.e., incremento del nivel de cobertura, rediseño de las rutas, renovación e incremento de la flota, mejora de la eficiencia operativa del sistema, etc.) tomando en consideración al desarrollo urbano, a la prestación de servicios y en general, al modelo de ciudad en el que deseamos vivir, y, a la generación de infraestructura vial que favorezca el tránsito de peatones, bicicletas y demás modalidades alternativas al automóvil; y 2) la adopción de alternativas tecnológicas que mejoren la accesibilidad a los bienes y servicios demandados por la población, ya sea mediante la disminución de la distancia o la reducción/eliminación del número de viajes.
ocm.aguascalientes@gmail.com
Referencias:
González, M. (2007). Ideas y buenas prácticas para la movilidad sostenible. Ecologistas en acción. Disponible en https://bit.ly/34D1Qgu
Nuñez, A. S. (2014). “Reflexión sobre la ciudad difusa. Urbanismo y transporte”. Disponible en https://bit.ly/2OBpqo3
