El sábado por la tarde el presidente López subió a su cuenta de YouTube un video de 18 minutos con el que pretendió compartir un mensaje de optimismo a los mexicanos en tiempos del coronavirus, y que sobra decir, son tiempos que nos han cambiado la vida a una parte importante de la población del país, aunque, lamentablemente, aún hay una gran mayoría de paisanos que no acaban de dimensionar los peligros y riesgos de la pandemia que asola no sólo a nuestro México, sino al mundo entero.
Pero regresemos al mensaje presidencial. Ciertamente los mexicanos, todos, necesitamos escuchar de vez en vez, palabras de aliento, de dónde sean, de quién sea. Todo se ha vuelto pandemia, coronavirus, Covid-19, SARS-CoV-2, bicho, o como le quieran llamar, el punto es que la llegada oficial a México de este virus, coloquialmente, desmadró el ya desequilibrado orden interno nacional. Traíamos ya quince meses de ásperas discusiones por la caída del crecimiento económico al menos 0.1%; el desmantelamiento del sistema de salud y la desaparición del Seguro Popular, los draconianos recortes al presupuesto de centros de salud, hospitales e instituciones especializadas, en aras de una no clara “austeridad republicana”. La inseguridad pública fuera de todo control por parte de las autoridades federales, aún y con la llegada de la “anhelada” Guardia Nacional, y que ha ido dejando tras de sí, una estela roja de asesinatos violentos en todo el territorio nacional, además de los crecientes feminicidios, que tanto molestan al presidente, porque le distrajeron a la opinión pública justo cuando estaba en plena campaña (otra) de la no rifa del no avión presidencial, allá, en esa lejana última semana de febrero. En fin, así el escenario anímico de México.
A media tarde del sábado 25 de abril, fecha central para los aguascalentenses sanmarqueños, el presidente López pretendió estar de buenas y compartir su optimismo. Empezó con el cascabel de la posible entrada del Tratado México, Estado Unidos, Canadá, T-MEC, a partir del 1 de julio del año del coronavirus. Su alegría, misma que se mostraba a partir de esa, su peculiar sonrisa mañanera, auguraba, en su visión, prácticamente el fin de los males del país, independientemente de la pandemia. Muy propio y responsable el presidente, dijo que los beneficios de las medidas que su gobierno había empezado ya implementar, iniciaría con atender al 70% de las familias del país, es decir, cerca de 24 millones de ellas, según datos del INEGI, o casi 87 millones de mexicanos. Zaz. Luego, sorprendió, a los atentos a su mensaje, al recordar que, en la estructura social de la población de México, existe una clase media, y la estratificó, por supuesto, en clase media media, media alta, a la que le ofreció “piso parejo”, y un auténtico Estado de Derecho, no “Estado de Chueco”, como era antes. Aunque, para variar, al final se confundió, yes of course, al mezclar en el tope de su pirámide social, no ya a una clase alta, sino a las grandes empresas y corporativos, pero bueno, al presidente no le puedes pedir todo, ya sabemos que él se asume como un no “todólogo”.
No hizo referencia a su Decreto del 23 de abril de 2020, que establecían las medidas de austeridad para la Administración Pública Federal, donde insistió en sus 38 programas “prioritarios”, garantizándoles una partida presupuestal de más de 622 mmdp. Esas medidas señalaban la aportación “voluntaria” del 25% de las percepciones del personal de confianza del gobierno federal de subdirector para arriba, así como su renuncia a diversas prestaciones laborales, igualmente “voluntaria”; también se mencionaba el no ejercicio del 75% de las partidas de servicios generales en todas las dependencias federales (¿y el pago a proveedores?). Presumió también el no incremento en el precio de los combustibles y la no creación ni aumento de impuestos.
En el video del 25 de abril, sólo ratificó lo que ya estaba en el Diario Oficial. Así, sus programas de “Sembrando Vida”, “Jóvenes Construyendo el Futuro”, las becas “Benito Juárez”, su Tren Maya, su aeropuerto “Felipe Ángeles” (Santa Lucía), su refinería, están seguros. Con pandemia o sin ella. Volvió a hacer mención de la creación de los 2 millones de empleos gracias a sus proyectos y al T-MEC, aunque se cuidó ya de hablar del plazo de los 9 meses que dijo en su “Informe” del 5 de abril, y que vence en enero del 2021. No recordó que en los primeros 20 días de la pandemia, y por el parón de negocios y pequeñas empresas, según su Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde, informó la pérdida de 346 mil empleos, prácticamente los mismos que el gobierno de López había creado en todo el 2019. Ya no pensemos en la advertencia que Gustavo de Hoyos, Presidente nacional de Coparmex, que al final de la contingencia por el coronavirus, México habrá perdido más de 1.5 millones de empleos. Algo que impactará en el futuro inmediato del país con un alto costo en todos los sentidos.
Pero el presidente López no contuvo en su optimismo. Sí bien aceptó que el Producto Interno Bruto nacional, tendrá una caída importante (esto lo señalo yo, lo de importante) en este año, pronto y rápido, con el T-MEC, México se recuperará, y prácticamente, no nos acordaremos de la emergencia del Covid. Habló de los empleos de la industria automotriz, 1 millón, de la obra pública de sus programas prioritarios y otra, 1 millón de empleos, y así. El presidente López, parecía un infante haciendo un recuento de los regalos que iba a recibir en su inminente fiesta de cumpleaños del “1 de julio”, y ya contaba con los juguetes nuevos, el pony fifí, la ropa nueva.
Remató al final de su video, “todas estas acciones son porque así todos seremos felices, y ya se ve la luz al final del túnel”. Tal vez se resiste a compartirnos que la luz que ve es del tren que viene hacia nosotros.




