Hace unos días Calíope Martínez escribió en su columna semanal acerca del patrimonio bibliográfico de Aguascalientes en su texto menciona muchas de las bibliotecas públicas y de las colecciones privadas que existen en el estado.
Su texto trajo a mi memoria la manera en que las bibliotecas han sido parte fundamental de mi acercamiento a los libros y a la escritura.
Durante mi infancia solía acompañar a mi mamá en los días que no había clases a su día de trabajo, quienes nos conocen sabrán que ella se dedica al oficio periodístico y eso implica estar en la calle moviéndose de un lado a otro para conseguir la información, perseguir la noticia. Muchas ocasiones en que su oficio la llevaba al centro de la ciudad yo prefería quedarme en la biblioteca que se encuentra en la calle del codo a un lado de la casa de la cultura, aunque la frecuentaba nunca supe cómo se llamaba hasta ahora que leí la columna de Calíope.
Ese recinto es uno de los favoritos en la ciudad porque es pequeña, cálida, muy intuitiva para explorar las largas colecciones de distintos temas, pero lo que más me gusta es la mesa comunitaria en la que todo el mundo se sienta a leer ahí;podrá parecer tonto pero el estar acompañada mientras una lee hace que te sientas parte de algo, también borra las barreras que existen alrededor de pensar que las bibliotecas son lugares destinados sólo para el ejercicio de aquellos que consideramos intelectuales o investigadores eruditos. En esa mesa, que entonces, con mis 12 años, me parecía inmensa e interminable,nos sentábamos a leer un montón de gente diferente: desde señores de la tercera edad que iban a consultar el periódico,estudiantes que ahora entiendo que hacían investigación, probablemente uno que otro se encontraba haciendo alguna tesis o tarea, también recuerdo que iba a un grupo de señoras mayores a lo que parecía un club de lectura. En ese lugar me animé a escribir mis primeros versos y fue también donde inicié la costumbre de escribir un diario no sólo de vivencia sino también de reflexiones de las lecturas que iba haciendo.
Otra de las bibliotecas que sin duda fue importante en mi vida es la Fidel Velázquez, ubicada en Ojocaliente, ahí realicé el servicio social cuando cursaba la preparatoria en el bachillerato de la Universidad autónoma de Aguascalientes.
En aquellos años la Prepa Petróleos, tenía un convenio con el municipio, en el cual las y los estudiantes acudían a formar círculos de tarea y de lectura en bibliotecas públicas para apoyar a niños y niñas que contaban con algún rezago educativo o que no tenían quien les ayudara al momento de hacer sus tareas de la escuela primaria. Durante todo un semestre varios jóvenes promocionamos el círculo de tareas en las escuelas de alrededor y tuvimos un éxito modesto, pero que creo que fue importante para la comunidad. Ahí pudimos acercar a muchos niños y pre adolescentes a la lectura, pero también a sus mamás y a sus papás, bueno no voy a mentir, realmente las mamás son las que más estaban involucradas con la escuela, muchas de ellas se acercaban para aprender en conjunto con sus hijos,pues no contaban con un nivel educativo suficiente para ayudarles en sus tareas escolares.
La prepa de petróleos tenía varios programas implementados en la biblioteca, en ese lugar existía también un club de manualidades para personas de la tercera edad donde principalmente hacían cosas tejidas, aquel recinto se había convertido en un espacio de convivencia un lugar donde conocer a los vecinos donde hacer comunidad y sin embargo con el cambio de administración municipal en el 2013, los convenios entre Universidad autónoma y municipio no continuaron; de repente nos habíamos quedado sin un espacio donde seguir llevando a cabo el círculo de tareas.
Pero más allá de las gestiones entre instituciones y asuntos que en ese momento no comprendíamos, pues para un grupo de adolescentes la política era algo lejano. Una de las señoras que asistía con su hijo al club, nos ofreció la cochera de su casa para poder llevar a cabo las dos actividades y así fue como terminamos el semestre continuando con círculos de tareas en un lugar proporcionado por miembros de la comunidad para que los niños no perdieran el apoyo con la regularización escolar. La biblioteca al final había dado el espacio para que los vecinos pudieran gestionar sus propias necesidades.
Desconozco si ahora el programa está ahora vigente, tampoco he vuelto desde entonces a esa biblioteca, pero es innegable que durante mucho tiempo fue un espacio para crear lazos vecinales,redes de apoyo mutuo,más allá de la acercamiento a la literatura y a la cultura.
No todo era perfecto en aquel programa,claro, recuerdo que existían muchos adolescentes que acudían a utilizar el sistema de préstamo de computadoras la mayoría para usar redes sociales, con lo cual no tengo ningún prejuicio pero en mi cabeza sigue la duda de cómo acercar a la juventud a la literatura, para que la vivan como un espacio de empoderamiento, más allá del ejercicio intelectual, la lectura nos proporciona herramientas de reflexión, autorreflexión y análisis de situaciones distintas, así como la oportunidad de imaginar otros mundos,otras realidades.
A pesar de los esfuerzos que se hacen desde muchas dependencias de cultura nacionales, estatales y municipales, la literatura pareciera estar alejada o distante de las personas, algo seguimos haciendo mal la pregunta es ¿qué vamos a hacer para cambiarlo?.
