Después de ver lo que sucede en la política mundial me he preguntado, en distintas ocasiones, si los políticos ¿nacen o se hacen? Y si los hace a mano, por cierto, pues parece que tejen trajes a medida para los grandes puestos, esos que dan más por hacer menos.
Últimamente pareciera que se necesita ser “fifi” para saber hacer política, no lo digo porque estemos peor que hace mil años (sin mencionar, claro está que extrañamos a los partidos neoliberales) quienes estudiaban en el extranjero, hablaban varios idiomas (o por lo menos inglés) fingían interesarse en las personas y eran, eran, más discretos para amenazar y robar.
La cosa es que algunos de ellos tuvieron una cuna donde fueron formando desde pequeños en las artes de la política mientras que otros ya más grandecitos se enfilaron en un partido político y con el paso de los años y los puestos llegaron a ser lo que pudieron, como senador de la república por ejemplo o presidente como nuestro viejito terco y quizá algo más.
La cuestión entonces es descubrir si un día un hombre se levanta por la mañana y con toda firmeza se convence de que quiere ser presidente de la república. Bueno pues si a usted no le ha ocurrido esto le sucedió a Payton Hobart un joven que a los 7 años decidió que cuando fuera grande sería presidente de los Estados Unidos por lo que planeó toda su vida para poder serlo, es decir desde los 7 hasta llegar a la Universidad.
La serie The Politician es la sátira a la ambición, frialdad, estrategia y traición que viven día con día los postulantes a elecciones a fin de obtener un puesto, pese a quien le pese.
La entrada de la serie de Netflix muestra como se hace un político poco a poco, mientras pule cada una de las partes que conformaran su estilo de política y que alimenta su ambición hasta logra ser lo que desea para lograr su cometido.
Peyton es un chico que siempre vemos impecable, cuida lo más que puede su imagen y cree que nadie sabe realmente quién es, en verdad. Durante su último año de preparatoria decide entrar a Harvard por méritos propios sin que su familia millonaria le ayude, pues no quiere que tener un mal historial o “trapitos sucios” que quieran sacarle ya cuando este apunto de ser nombrado presidente de la república.
Al mismo tiempo, su primer objetivo es el llegar a ser presidente de la escuela, una muy curra en Santa Bárbara California donde, gracias a su ambición la gente cree que es falso, la realidad es que sí quiere ayudar a la gente y a hacer de su prepa una mejor escuela, pero su terquedad en lograr el puesto, hace que la gente no confié en él y el ganar es toda una complicación.
Peyton no trabaja solo, tiene su equipo de campaña quienes creen ciegamente en él y confían que tiene todo para ganar desde la presidencia de la prepa hasta la silla en la Casa Blanca por lo que hacen todo lo imposible para ver triunfar a su líder y mejor amigo.
Pero en la política nada es fácil por lo que Peyton forja su carácter al tiempo que aprende que para llegar a cumplir su sueño debe experimentar ser más humano para poder alcanzarlo.
Con ser más humano no me refiero a meditar y elevarse al hacerlo sino al vivir una vida “más cotidiana” donde fuera de lujos pueda poner los pies en la tierra.
The Politician es una serie que satiriza todo lo que hemos podido ver y suponer sobre la política: que hay un equipo que fragua todo, que si no hay simpatizantes es porque se compraron, que la política cambia de los panfletos a las redes sociales, que el exceso de comunicación provoca que no haya intimidad.
Esta serie tiene actualmente dos temporadas y en la segunda pasa de lo escolar a lo estatal por lo que las peripecias del joven político y su equipo de campaña lo harán reír con las imágenes sugerentes de la realidad que plantean en su camino al senado.
Pensará usted ¿pero trata sobre política gringa? Naturalmente, pero en todos lados se cuecen habas, y al parecer las mismas por cierto, pues a todos los políticos le revisan hasta la fe de bautismo para comprobar que no es apócrifa a demás de que también les montan dos o tres mentiras para que el electorado caiga y al mismo tiempo la campaña.
Si bien es cierto que algunos tienen “muchos trapos sucios” necesitamos reconocer que otros no son suyos y se los cuelgan del mismo tendedero para que el impacto sea mediático, distraiga en lo que se comprueba si fueron peras o manzanas.
The Politician sugiere la ruptura de que los presidentes de los Estados Unidos no necesariamente deben venir de las universidades más prestigiadas y de que el dinero o ser fifi es una cuestión que puede intervenir o no para lograr llegar al último y más grande puesto dentro de la política de todo país, claro ellos sugieren que el más importante del mundo.
Peyton, el joven postulante tiene las características que vemos en los candidatos durante las elecciones, elocuencias, ambición, deseos de ayudar a la gente (subjetivo o no) y un lado obscuro que no sabemos bien a bien si sería conveniente descubrir.
Quizá en ocasiones estemos hartos de la política, sobre todo con tanta mañanera y conferencia de prensa, coronavirus y demás, pero verla desde The Politician es un descanso.
¿Quiere descubrir si los políticos se hacen a mano o nacen? Entonces no se pierda The Politician.
Laus Deo
@paulanajber
