Carlos Reyes Sahagún
Cronista del municipio de Aguascalientes
En la avenida Ferrocarril, eufemístico nombre del pasillo de terracería que separa la vía del ferrocarril de las construcciones más orientales de la Colonia Gremial Ferrocarrilera, y que a final de cuentas es continuación de la 28 de agosto hacia el norte… Ahí, digo, en las largas paredes de antiguas industrias y talleres que van de la parte posterior de Radio y Televisión de Aguascalientes hasta el paso a desnivel al Hospital Hidalgo, tres artistas del grafiti: Dicker, Semark y Hospek, han pintado una serie de murales que vale la pena observar con atención, dado el caudal de información que aportan, y que contemplan lo real y lo imaginado; lo que somos y lo que queremos ser –por aquello de la fábrica aeronáutica que aparece al final-; y que va de la época de los mamuts a la de los robots industriales, pasando por nuestros templos y museos, la Malgré Tout, don Quijote en esqueleto –con todo y caballo-, el taller del ferrocarril cuando las que se arreglaban aquí las máquinas de vapor, y un sinfín de temas y personajes, como los que muestra la imagen, de izquierda a derecha Ernesto Alonso y David Reynoso.
El primero actor, director y productor, inolvidable en la película de Luis Buñuel Ensayo de un crimen, aparte de haber participado en un sinfín de telenovelas. El segundo, el también actor David Reynoso Flores, inolvidable también en aquella enorme película, Viento negro, además de otros largometrajes imprescindibles en la historia del cine mexicano, Maten al león y Ante el cadáver de un líder, por ejemplo.
Reynoso también fue cantante, aunque esto fue más bien un decir. Mi peluquero de otra época, el de la Peluquería Imperial, ahí en la Calle del Codo, afirmaba que Reynoso no cantaba: más bien decía las canciones.
Desde luego tanto Alonso como Reynoso eran aguascalentenses. Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected].
