El Poeta es como este príncipe de las alturas,
que asedia la tempestad y se ríe de las flechas;
exiliado en la tierra, sufriendo el abucheo,
sus alas de gigante le impiden caminar.
Charles Baudelaire
La conciencia poética que anuncia el título de este breve ensayo remite necesariamente a la poesía de Alfonso Reyes, bulbo y ramaje de las letras mexicanas, es en torno a su obra y a su pensamiento como indagaremos sobre su quehacer poético, en un señalar que enhebra el ser humano al mundo; Un decir que es todo sentir, el sentir que trata de explicar esta voz única y el esfuerzo por hacerla pervivir más allá de la historia.
El hábito de la conciencia poética conjuga la idea a la palabra, el pensamiento al sentimiento, la vida a la razón. Reyes heredó bajo esta condición la razón vital de su sentir por los griegos, ya que es a partir de ellos que incide en la poesía como origen de la vida humana, esto es debido a que en Grecia, puede observarse que la esperanza, –como expectativa que abre paso por la vida al pensamiento–, y la razón, –como pulcra revelación griega sucesiva al ser–, existían en la comunión libertadora del sentir vital del hombre.
Razón y esperanza iban entonces juntas. La contraposición que posteriormente, en el mundo cristiano, se hizo entre razón y esperanza, entre razón y fe, pretendiendo extenderla hasta el nacimiento de ambas, fue una acción infundada. Cuando nació la razón en los sublimes días de Grecia, fue la depositaria, el vehículo de la esperanza y así aparece espléndidamente en Platón, esto podemos traerlo aquí en las propias palabras de María Zambrano en su libro poesía y filosofía:
Sócrates con su misterioso demonio interior y su clara muerte, y Platón con su filosofía, parecen sugerir que un pensar puro, sin mezcla poética alguna, no había hecho sino empezar. Y lo que pudiera ser una pura filosofía no contaba aún con fuerzas suficientes para abordar los temas más decisivos, que a un hombre alerta de su tiempo se le presentaban.
El poeta, seducido de las formas, se apega a ellas, a cada una de ellas y las persigue a través de la geometría del tiempo, de la permutación, sin poder desistir a ninguna forma, a ninguna esencia; busca desmesurado esa partícula capaz de proveer vida a la palabra, porque de no asirse a la anchura de la conciencia del poeta, no habría poesía, no habría palabra; porque toda palabra necesita un abandono de la realidad a la que se refiere; toda palabra es, asimismo, una liberación de quien la dice.
Por ello para Reyes es evidentemente otro hacer con la palabra y otro hacer con el vivir, reconciliar a la cosmología vital con la poesía, descubriendo en la palabra un potencial creador.
Reyes camina por una senda que pretende partir desde la pre-creación, es a partir del sueño, que circunda los lugares de la revelación, el viaje y el concebir hasta arribar al lugar de la visión, que es el instrumento que le queda al escritor, ese lugar del anhelo. Para Reyes el sueño y la visión forman una importante ligazón dentro de su escritura.
El sueño como lugar creador ha sido explorado desde múltiples perspectivas teóricas. La correspondencia entre el sueño y la muerte data de una larga tradición. Será Homero el que escriba “sueño profundo, dulcísimo, muy semejante a la muerte”.
Ya en Heráclito, el sueño es imaginado como un sitio interior que se le abre al soñante para colocarlo en reunión consigo mismo, para aproximarlo y a la vez separarlo de un logos oscuro, preformando casi la propia muerte.
El sueño en Heráclito remite a una individualidad absoluta, de la que incluso el propio soñante poco puede dar cuenta, por ello es por lo que la luz del sueño no procedería para el filósofo del conocimiento verdadero.
Para Reyes el sueño es entendimiento que también enciende luces de la realidad, vigilia del hombre que, aún con ojos abiertos, duerme. Como se puede observar en el poema “Pesadilla” cuando escribe:
Por esas casas que visito en sueños,
confusas galerías y salones,
escalinatas donde vaga el miedo
y ruedan las tinieblas en temblores,
pálido el rostro, los amigos muertos
asoman en lo alto de las torres,
o vienen hasta mí con labios secos,
blandas manos de sombra y tristes flores.
Cunde la noche, la tiniebla absorbe
la diáfana verdad. No se conoce
si son fantasmas o si son recuerdos,
amenazas o solicitaciones…
Y es la manada de gigantes huecos
que es en torno al pozo de la sangre corren.
Es para Reyes la historia entendida una revelación progresiva del hombre, vivir humanamente para ir ganando a la luz el sentir, el principio oscuro y confuso, transportar ese sentir a la inteligencia; es eso, precisamente, lo que hace Reyes: comenzando por el profundo sentir de su clara inteligencia, muestra su excepcionalidad y la fortaleza desde un sueño, para hacer palpitar el corazón y recobrar el aliento en la verdadera dimensión de lo vivido, es en sus propias palabras que podemos observarlo en el fragmento del poema “lamentación bucólica”:
Y ver aquí lo que sueño
y que siempre soñaré:
Constante sueño en volver
al rebaño y las campiñas,
y en ir a Baco a ofrecer
que, cuando fruten mis viñas,
vendrán conmigo a beber.
Sueño que el fasto real
olvido por las cabañas
La palabra consciente constituye el centro fundamental de las revelaciones humanas porque, el acuerdo conveniente de las relaciones del ser humano con la realidad, ya sea a través del mythos o con la afluencia del logos, es uno de los fundamentos más esenciales y axiomáticos de la existencia humana. Para Ricoeur este fundamento es imprescindible y lo declara cuando escribe: “Ejercer el ‘oficio de hombre’ equivale, de hecho, en dar consistencia verbal a la realidad” y, pues, al mismo ser humano. Mythos y logos son expresiones distintas y complementarias para el descubrimiento de aquello que es el hombre, de esta forma lo distingue Reyes cuando escribe en su poema “Silencio”:
Escojo la voz más tenue
para maldecir del trueno,
como la miel más delgada
para triaca del veneno.
En la corola embriagada
del más efímero sueño, interrogo las astucias
del desquite contra el tiempo
Para Reyes escribir es defender la soledad en que se está, desde un aislamiento efectivo, pero también desde un aislamiento comunicable. En el poema “Quédate callado” el poeta no quiere devorar ninguna de las formas que el hombre no maduro. Rebelde ante las cosas que son hechura humana, es humilde, reverente con lo que encuentra ante sí y que él no puede desmontar: la vida y sus misterios.
Quédate callado y solo:
casi todo sobra y huelga.
de la rama el fruto cuelga
y la rosa del peciolo
no a efectos de querer sólo,
sino a la inerte ceguera
que la visión exagera
en alcance y en sentido;
y lo que cantas dormido
es tu canción verdadera.
Aquí el poeta siente la inquietud de la gnosis, su ceniza, antes y más que los que quieren consumirte, la visión comienza frente a la asfixiante consideración del tiempo, al modo racionalista y sin fisuras, lleno y compacto. Reyes propone una tipología temporal que despliegue un abanico de posibilidades existenciales respecto a su experiencia analítica con el tiempo a priori. En ese sentido, los sueños y el tiempo son un análisis trascendental del escritor donde construye, como agente de la conciencia práctica de la razón, un componente esencial dentro de la visión poética.
Como es posible observar en este fragmento de su poema “En la impaciente juventud”:
Acorta el tiempo su horizonte, Cría
su ruta reiterada cada vela.
se camina tal vez, ya no se vuela.
La palabra poética es para Reyes una verdadera presencia en la visión, el sueño y el tiempo. Las grandes ficciones imaginadas por el poeta aparecen como algo necesario para la vida, le dan amparo y confianza, además es significativo destacar, la enorme importancia de toda una mítica de la luz, no la intelectual a como la que se refiere en el racionalismo y el pensamiento ilustrado occidental de los últimos tres siglos, sino, a la luz fenoménica de la palabra –que parece asimilarse en Reyes en una especie de armonía universal o pitagórica– y la luz de lo naciente, de ahí que una de las imágenes más frecuentes en él sea, el alba que nos proporciona la imagen de la existencia en la conciencia del ser.
El despertar, el sueño y la visión es un provocar en las entrañas del tiempo. Su atemporalidad, es el despertar originario y por tanto el nacimiento de la historia, la conciencia y el pensamiento de Alfonso.
En este ángulo de visión poética se conjugan la tendencia antagónica que establece la imagen poética del teórico del instante en la subordinación al mundo contextual y por otra parte, la influencia del mismo mundo, dentro del sistema artístico de Alfonso Reyes, quien más allá de la relación mimética entre realidad y visión, sueño o perspectiva, la vida y la palabra, se pone de relieve la deferencia de los contextos reales como incitación de la actividad creadora.
Esta conciencia poética que desarrolla Reyes entre lo extra-textual y lo textual, bajo perspectivas externas e internas, entre lo objetivo y lo subjetivo en la invención literaria Reyística, produce un efecto artístico, que se desarrolla por todo su propio sentir artístico, en que el equilibrio y la personalidad del escritor desempeñan la función relevante, definiendo lo objetivo y lo impersonal desde una nueva perspectiva que concierne a las propias expectativas y bajo un punto de vista particular.
Bibliografía
Bousoño, C., Teoría de la expresión poética, Madrid 1970.
Bousoño, C., Superrealismo poético y simbolización, Madrid 1979. Duch, L., Mito, interpretación y cultura, Barcelona 1998.
Ferrari Nieto, E., Diccionario del pensamiento estético de Ortega y Gasset, Zaragoza 2010.
Grimal, P., Dictionnaire de la mythologie grecque et romaine, París 1951.
Heidegger, M., Sein und Zeit, Tübingen 1967.
Jung, C. G., Simboli della trasformazione, Torino 2012.
Olguín, Manuel, Alfonso Reyes, ensayista: vida y pensamiento, 1ª ed., México, de Andrea, 1956.
Pacheco, Carlos, Alfonso Reyes: la vida de la literatura, Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1ª ed., 1992.
Reyes, Alfonso., Constancia poética, México 1989.
Reyes, Alicia, Genio y figura de Alfonso Reyes, Buenos Aires, Eudeba, 1ª ed., 1977.
Varo Baena, A., María Zambrano, la poesía de la razón, Córdoba 2006.
Ricoeur, Sí mismo como otro, Siglo XXI, México 1998.
Zambrano M. Obras Reunidas. Ed. Estudios literarios.
Zambrano, M., Pensamiento y poesía, l.c., 1987.




