Cuando un elemento es utilizado de una manera en la cual no fue diseñado en principio, o que nos hemos acostumbrado a verlo, se convierte en un tipo de contradicción o extrañeza que bien puede resignificar este elemento, abriendo un campo de posibilidades y reinterpretaciones de gran valor. Podrá parece insignificante, pero no menos relevante puede ser el caso de las carreras urbanas de autos como sucede con la formula 1. De un día para otro, las calles de alguna ciudad se convierten en una pista de carreras, los balcones y ventanas en asientos de primera fila y la vida se detiene para que suceda este gran evento. Las avenidas que día a día se podrían valorar por su capacidad para mover autos en horas pico, ahora se evalúan por su capacidad de ofrecer un gran espectáculo, giros, rectas, oportunidades de rebase; y al siguiente día después de la carrera, se vuelve a la rutina de siempre.
Otro caso muy interesante es el de Avenida Chapultepec en Guadalajara, que por varias ocasiones fue cerrado para celebrar el festival de música 212. El espacio de tránsito de todos los días, ahora daba lugar a la fiesta a través de la música. Varios escenarios se disponían a lo largo de la avenida y se podía pasar toda la tarde escuchando a los diversos artistas que tocaban.
Creo que tanto la Formula 1 como el festival 212 tienen algo en común y de gran valor, la celebración de la vida por medio de la creación de experiencias. Ciertamente no vivimos para trabajar, que, aunque es importante, dudo de la capacidad del trabajo para dar sentido a la vida o incluso para dignificar a las personas. Aunque nuestras ciudades y espacios urbanos reflejen esta priorización del trabajo y el capital, podemos dar espacio a la celebración de la vida, por lo menos los fines de semana que la mayoría tenemos la oportunidad de relajarnos. Y esto no implica organizar festivales o carreras, cuando vemos con otros ojos los espacios y analizamos sus posibilidades podremos encontrar muchas oportunidades.
Donde hoy circulan autos, el domingo puede ser un paseo. Tan solo hay que limitar el acceso al tráfico motorizado y abrirlo a peatones, ciclistas y toda otra modalidad de transporte autopropulsado. Ya varias ciudades del mundo y del país han implementado programas similares, con muy buenos resultados. Particularmente estoy familiarizado con el caso de Guadalajara, cuyo programa Vía RecreActiva, lleva años transformando las calles en parques los domingos por la mañana. Con una red de corredores conectados entre municipios, los tapatíos se dan cita a simplemente andar y disfrutar de su ciudad, promoviendo la actividad física por medio de espacios de fácil acceso y la integración social alrededor de juegos y actividades en diversos espacios del recorrido. Incluso se estimula económicamente los restaurantes próximos al trayecto, con personas que salen con la excusa de desayunar o comer fuera con amigos o familia.
¿Por qué no empezar con un programa así en Aguascalientes? Hay reconocer la virtud de la excepción, la posibilidad de ver la realidad con otros lentes para su transformación ¿Qué tal que los domingos Madero-Carranza se cerrará al tráfico motorizado y los hidrocálidos pudieran contar con un paseo? Se podrían conectar espacios importantes como el complejo Tres Centurias con el jardín San Marcos, pasando por la Catedral y otros hitos. Además, se podrían abrir los espacios para actividades culturales y recreativas, como músicos que tocaran, cursos de pintura o retas de ajedrez. Vale la pena analizar que queremos que suceda en nuestros espacios, ahí hay una gran oportunidad de acción para la próxima administración. Pero todo debe de empezar por nosotros, por cuestionarnos la realidad y buscar la excepción, aunque sea por un solo momento.
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