Lo que somos de esa generación que nació a finales de los sesenta principios de los setenta, recordamos con gran nostalgia esas tiras cómicas donde veíamos a un joven reportero o aprendiz de reportero convertirse en un superhéroe y salvar la ciudad de Nueva York de todos los villanos habidos y por haber. Si, era Spider Man o el hombre araña, aquel joven universitario o preparatoriano que a consecuencia de una picadura de una araña de dudosa procedencia adoptó unos poderes sobrenaturales y que como le dijo el tío Ben, un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
Todos queríamos tener mercancía del hombre araña, una figura de acción, una playera, una lonchera, o tal vez un disfraz; ese superhéroe en lo particular siempre me llamó la atención y me declaré fan del joven arácnido, le puedo presumir que tengo una figura articulada de este personaje fechada en 1977, digamos que en perfectas condiciones y que me ha acompañado desde los 8 años hasta la fecha, pero, y usted me dirá, qué tiene que ver todo esto con lo que ahora pasa en nuestra realidad.
Contextualizó estimado lector, el pasado miércoles se estrenó la última película de este querido personaje y el evento se convirtió en un fenómeno mundial, donde la mayoría de las personas, seguidores (o no) al amigable vecino de Manhattan abarrotaron las salas cinematográficas rompiendo records en venta anticipada en la taquilla, lo cual pocas veces se puede observar, por el momento podríamos decir qué es el estreno más taquillero en los últimos años de la cinematografía norteamericana.
¿Qué tan grande es el fenómeno? Pues digno de un análisis sociológico derivado de esta necesidad que tenemos los seres humanos por encontrar algo o alguien que nos salve de la cotidianidad, de los problemas habituales. Esta nueva entrega titulada Spider Man, no Way home logró vender más de 3 millones de entradas en 24 horas en la Unión Americana, acá en nuestro país incluso hubo peleas en la fila por adquirir el esperado boleto para entrar a la función de estreno que, precisamente se llevó a cabo ayer, por cierto, la venta de boletos por internet se colapsó.
Datos curiosos, para los que realmente son seguidores de las películas de Marvel; esta última entrega no habría podido llevarse a cabo si el actor principal, me refiero a Tom Holland no la hubiera hecho de mediador entre Disney, actualmente dueña de Marvel y Sony, propietaria de los derechos de Spider Man para llegar a un acuerdo financiero después de que se rompió un contrato entre ambos estudios cinematográficos. Y si bien es una película atractiva, completamente comercial y mire que no tengo nada en contra del cine de ese tipo, me llama mucho la atención cómo las estrategias de mercadotecnia pueden lograr que un producto como este genere tanta expectativa y logre recaudar millones de dólares antes de su estreno.
Mucho tiene que ver, no nada más en nuestro país sino en todo el mundo, el momento por el cual estamos pasando como humanidad, es un hecho que siempre buscamos una respuesta para nuestras necesidades, para nuestros problemas y dicha respuesta la podemos encontrar no sólo en la religión, curiosamente la satisfacción de esa necesidad también puede tener cabida en la fantasía, en los superhéroes, en esos personajes ficticios y míticos que nos permiten soñar con mundos diferentes y con situaciones fantásticas. Recuerda aquel 1994 en nuestro país, yo siempre he dicho que además de todo el contexto socio político por el cual atravesábamos mucho tuvo que ver la necesidad de un héroe o superhéroe, de una figura que nos representará, que nos diera voz y esperanza; mucho de eso ayudó a que la guerrilla zapatista tuviera presencia en los medios de comunicación, si bien no puedo afirmar que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional haya tenido una estrategia de mercadotecnia social para posicionarse en la mente y en el corazón no sólo de los mexicanos sino de muchas personas en el mundo, si se puede identificar una estrategia propagandística y de manejo de medios para poder permear en la sociedad la figura del subcomandante Marcos que, en su momento se convirtió en eso, en un superhéroe, en aquel personaje que enfrentaba al gobierno, que ponía en jaque al sistema, y que cuestionaba al neoliberalismo y a nuestro supuesto inminente ingreso al primer mundo. Ahora no tenemos la figura de un subcomandante ni tampoco de un superhéroe, y cuando pensaba la mayoría de los compatriotas que la siguiente figura presidencial sería la respuesta a todos nuestros males, nos enfrentamos con una realidad que no tiene nada que ver con esa ficción de aquellos ya tres años atrás. Nos han superado los problemas de inseguridad que azotan al país de una manera más cruenta y que por el momento no se vislumbra una respuesta en el panorama inmediato, tampoco tenemos domada la pandemia y la inflación sigue al alza. Pareciera que las cosas no cambiaron, un alumno me decía qué por qué nos sorprendíamos de la situación por la cual atraviesa el país sí siempre hemos estado así y coincido, no es de sorprenderse que las promesas de hace tres años no se hayan cumplido aún.
Lo bueno es que Peter Parker vino a rescatarnos por lo menos por instantes, los niños, los jóvenes, los adultos y hasta los adultos mayores, todo este segmento de la sociedad seguidora de las aventuras del joven arácnido lograrán desconectarse por un momento de esta realidad y disfrutar de una historia fantástica, tal vez conmovedora, seguramente atractiva visualmente, que nos lleve a un mundo paralelo donde los superhéroes que salvan al mundo son de carne y hueso (dentro del celuloide) y tienen un alto sentido de responsabilidad. Ojalá, Peter Parker, pudieras brincar del universo alterno en el que vive para visitarnos y acabar con toda esta serie de irregularidades que padecemos, no sólo en lo político sino también en lo social.
Qué tan grande es la expectativa por esta película que mis alumnos pidieron permiso para no entrar a clase ayer y poder ir a la sala cinematográfica a presenciar esta última aventura del hombre araña que promete ser de las mejores entregas. Como seguidor del personaje esperaré a que la euforia baje y sin empacho escucharé los comentarios, la crítica y los ahora llamados spoilers para poder acudir al cine y ser testigo de una narrativa seguramente fresca y a la vez melancólica. Desde niño por lo menos en mi generación hemos querido salvar al mundo de los villanos más feroces y colgarnos la medalla de quien ostenta ser el más valiente qué pasará a la historia como el encapuchado más querido de todos.
Dese la oportunidad, disfruté la película y olvídese por un momento de nuestras penurias.
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