El sábado asistí al montaje del musical Los miserables, al que corresponde la imagen. Ello fue posible gracias a la invitación que recibí por parte del maestro Rafa Paniagua, director general del proyecto y encargado de vinculación en la Universidad Panamericana, que impulsó semejante obra.
Declaro que la experiencia fue en verdad gratificante. Los asistentes nos vimos frente a una superproducción en la que todos los elementos fueron debidamente atendidos, las actuaciones, la escenografía, la música, el canto, el vestuario, la iluminación, los efectos especiales, la logística, todo de muy buen nivel.
También la entusiasta respuesta del público –supongo que familiares y amigos de los estudiantes participantes- fue digna de mérito.
No conozco mayor cosa sobre el proceso de montaje, pero imagino que se trabajó muy intensamente en muchas áreas, y que se involucró de la misma forma a estudiantes de esta institución de educación superior. De ser así, para estos jóvenes debió ser una maravillosa manera de involucrarse con la historia –la Francia revolucionaria de la primera mitad del siglo XIX-, la música, las artes escénicas, y desde luego la organización de una actividad de estas proporciones.
Teniendo en cuenta lo anterior, ojalá que este tipo de experiencias se multiplicaran, no sólo en esta institución, sino en otras; en todas, dada la riqueza que traería consigo la actividad a los participantes. Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected].
