Sin respuesta suya a mi carta abierta incluida en la columna “Cátedra” del pasado día 19 en el diario LJA.MX, quiero decirle que comprendo sus circunstancias como titular de la rectoría recién recibida, afrontando problemas que no son de ahora pero que tiene que resolver de la manera más adecuada por la salud académica y administrativa de la Universidad, cosa que, a mi juicio, está haciendo con el sentido humano que debe caracterizar a nuestra Institución. Por tanto, esperaré lo necesario para ser atendido en el turno que me corresponda.
Pero también quiero aprovechar la oportunidad para manifestarle mi total acuerdo con los conceptos que vertió en la reciente ceremonia de honores a la bandera, algunos de los cuales me permito reproducir y comentar.
Dice usted: “…la malinformación y desinformación deriva usualmente tanto en el surgimiento de prejuicios e injustas predisposiciones contra determinadas personas, instituciones o sectores poblacionales enteros, como en la imposibilidad de contar con información útil para corregir determinados problemas o evitar que vuelva a suceder…”
Más adelante propone una alternativa recomendable para prevenir el problema planteado: “…la obligación moral que debemos tener todos al transmitir información, máxime en una época que, por su velocidad e impersonalidad informativa, se presta tanto al encumbramiento de las noticias falsas y a los perjurios.” (Fuente: Buscar la verdad es un asunto de justicia. Sandra Yesenia Pinzón diario LJA.MX, 23-05-2023, pág. 15).
Estoy absolutamente de acuerdo con usted en que, como ciudadanos que somos (y una de las más destacadas responsabilidades de toda Universidad consiste en formar buenos ciudadanos) tenemos la obligación moral de evitar caer en prejuicios, predisposiciones que lleven a difundir malinformación y desinformación… noticias falsas y cometer perjurios -juramentos en falso-. (Los textos en negrillas son reproducción de la misma nota periodística).
Sin embargo, la recomendación de evitar incurrir en esos vicios no es suficiente, pues al igual que ocurre con una enfermedad, una cosa es diagnosticarla y otra, complementaria, consiste en resolverla, es decir, curarla afrontando la causa; lo peor que se podría hacer sería ignorarla por comodidad o negligencia, porque entonces el organismo completo podría estar desafiando un riesgo permanente, carga que algún día tendrá que resolverse de una manera o de otra.
¿Y cuál es la forma de afrontar la causa del daño provocado por esos prejuicios, predisposiciones que lleven a difundir malinformación y desinformación… noticias falsas y cometer perjurios?
Y usted misma nos da la respuesta: “…buscar la verdad es un asunto de justicia, de empatía y de verdadero humanismo, y actuar desde la verdad es la única forma de generar cambios positivos en cualquier ámbito…”
Bien sabido es para todo universitario interesado en conocer la entraña de la Institución de la que está formando parte, que un elemento básico de la definición de Universidad -entre las muchas que hay- y que es parte esencial de las más reconocidas, señala que dicha institución, mediante la unidad orgánica del saber, se consagra a la búsqueda de la verdad. La redacción puede variar, pero conserva la médula del mensaje.
Por eso, tratándose de contenidos universitarios, los funcionarios al frente de la Universidad tienen la obligación de actuar cuando identifican esos vicios que ofenden a la comunidad universitaria: deben analizarlos, investigarlos y, llegado el caso, denunciarlos desembozando a los autores y corregirlos aplicando las medidas que correspondan de acuerdo con la normatividad vigente. De no hacerlo significaría convertirse en cómplices de los agresores.
Entendemos que esto no es fácil ni siquiera para muchos de los que han pasado por puestos directivos de carácter universitario, pues generalmente se deja la investigación para los investigadores de más alto nivel: los integrantes de las divisiones de doctorado dedicadas a la investigación científica, término que por lo general se ignora, cuando la investigación es una disciplina que debería empezar a enseñarse desde el inicio del nivel universitario, que es el primer curso de la antes conocida como Escuela Preparatoria. Esto, dedicado especialmente para quienes creen que el nivel universitario solo empieza con el profesional.
En síntesis, la investigación es una de las funciones esenciales de la Universidad porque es el instrumento básico para conocer la verdad; y todo tema que se presente que sea de interés para la comunidad universitaria, ya sea positivo o ya sea negativo, deberá ser investigado hasta encontrar la verdad de su origen, de su desarrollo y de su propósito.
Por tanto, ningún asunto positivo o negativo debe ser desatendido aunque aparentemente no parezca existir información útil, porque en resolver eso, precisamente, consiste la clave de la investigación; de otra manera la Universidad quedaría indefensa ante los ataques de quienes buscan su destrucción.
Atentamente
Netzahualcóyotl Aguilera R. E.
Profesor destituido de todas sus cátedras por pronunciar un discurso en defensa de la autonomía de nuestra Universidad.
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina
tlacuilo.netz@yahoo.com




