Ambientalistas
El enemigo silencioso
La semana pasada tuve la oportunidad de asistir al evento protocolario “Alianza estratégica por el Cambio climático” en el que la gobernadora Teresa Jiménez Esquivel recibió de manera formal dos instrumentos clave en política ambiental: el Inventario Estatal de Compuestos y Gases de Efecto Invernadero y la propuesta de actualización de la Ley de Cambio Climático del Estado de Aguascalientes, ambos de manos del representante adjunto de la Embajada británica en México, Tom Newton, y de la doctora Ana Lorena Gudiño, directora de la Alianza Mexicana-Alemana de Cambio Climático.
Sin duda alguna esta alianza es importante ya que de ella deben derivar compromisos que son inaplazables dada la presencia del “enemigo silencioso más peligroso de las próximas décadas”, el Cambio climático, nombrado así en el discurso ofrecido ese día por Tom Newton. Y es que es un hecho que, aunque no lo veamos, está cada vez más presente, y su presencia más que visual es sensorial, lo sentimos en nuestro estado durante la primera mitad de este 2024 en el que el termómetro marcó temperaturas cercanas a los 40°C, e incluso hubo días que se llegó a superar; aunado a ese calor se presentó la amenaza de sequía, misma que se hizo patente al ver como las principales presas del estado se iban quedando sin agua. Estos eventos son muestra de que el clima en el planeta está cambiando y mucho se ha dicho de las afectaciones que pueden traer consigo global y regionalmente. Cabe destacar que este enemigo, creado y alimentado por nosotros mismos, no va a desaparecer, por el contrario, cada vez se hará más presente, y como no se manifiesta socialmente un deseo de cambiar nuestros hábitos de movilidad y consumo, que son los que lo alimentan, es impostergable que los gobiernos tomen medidas urgentes para elaborar instrumentos de política climática que ayuden a minimizar los impactos sociales ante algún tipo de desastre natural, y en la medida de lo posible estar prevenidos ante este tipo de acontecimientos que se prevé serán cada vez más frecuentes y aumentarán su intensidad.
Al respecto se deben tomar medidas serias y sensatas, pues para generar estrategias y cambios reales para adaptarse al cambio climático no bastará con malogradas campañas de reforestación, tanques para almacenamiento de agua de lluvia, granjas de paneles solares inservibles, limpieza en algunas zonas del río San Pedro, espejitos de Barbie y sólo medir la calidad del aire, insisto, se requiere crear programas informativos, educativos e infraestructura real para lo que se avecina de manera impostergable. Se tiene que tomar muy en serio al enemigo sigiloso que nos acecha y que no debe desdeñarse.
Ojalá que a esta “Alianza estratégica por el Cambio climático” se le otorgue la seriedad que el caso amerita y requiere, porque de lo contrario sólo nos quedará decir, como ciudadanos de a pie llegado el indeseable momento que Dios nos agarre persignados.
