En un país donde la historia prehispánica convive con el patrimonio natural, la Casa de Moneda de México encontró en los dinosaurios nacionales una oportunidad conmemorativa. Sin embargo, lo que comenzó como un homenaje paleontológico se transformó rápidamente en una denuncia colectiva por presunto plagio. Artistas visuales y paleoartistas mexicanos aseguran que sus diseños fueron utilizados sin autorización en la reciente colección de medallas “Dinosaurios de México”.
La colección, lanzada el 25 de abril y agotada poco después, incluye representaciones detalladas de seis especies de dinosaurios halladas en territorio mexicano, como el Labocania anomala, Coahuilaceratops magnacuerna y Tlatolophus galorum. Las medallas, vendidas entre 800 y 4,200 pesos, fueron presentadas como una colaboración con paleontólogos, pero omitieron un detalle esencial: el reconocimiento a los artistas que realizaron los diseños base.
Los primeros en señalar las similitudes fueron Alexis Uriostegui, Daniela Barrera y Gustavo Monroy, tres jóvenes paleoartistas con experiencia en ilustración científica. Uriostegui, estudiante de Biología en la UNAM, identificó como propio el diseño de un Labocania anomala cuya postura –según afirma– es única y resultado de más de 20 horas de trabajo especializado. Barrera, por su parte, señaló que los cráneos impresos en las medallas coinciden con los suyos, elaborados para proyectos previos en colaboración con Dinolab.
Las denuncias se hicieron públicas a raíz de una publicación en Facebook del ilustrador Camus Altamirano, quien compartió imágenes de las medallas. En los comentarios, Barrera pasó del entusiasmo al desconcierto: “¡Están usando mi arte!”. Posteriormente, compartió comparativas que exhiben similitudes evidentes entre sus ilustraciones y los diseños finales. Lo mismo ocurrió con las piezas atribuidas a Monroy, como la representación del Latirhinus uitstlani.
Los tres artistas coinciden en su exigencia: reconocimiento, compensación y una disculpa formal. “Ni crédito ni regalías, nada. Y venden la colección hasta en siete mil pesos en reventa”, escribió Barrera en redes sociales. Además, acusan a la Casa de Moneda de haber reproducido exactamente las siluetas y posiciones previamente presentadas en pósters académicos sin autorización.
En defensa, la Casa de Moneda argumentó que los diseños fueron revisados por paleontólogos Felisa Aguilar y Ángel Ramírez, aunque no se especificó si los bocetos fueron originales o tomados de materiales existentes. El organismo no ha emitido un pronunciamiento oficial ante las acusaciones.
El caso ha reabierto el debate sobre la protección del trabajo científico-artístico en México. El paleoarte, aunque poco visible fuera de círculos académicos, es fundamental para traducir evidencia fósil en representaciones visuales comprensibles para el público. No se trata solo de dibujos bonitos de dinosaurios: detrás de cada trazo hay años de formación científica, estudio anatómico comparado y precisión técnica.
Mientras la colección de medallas se cotiza cada vez más alto en plataformas de reventa, los artistas siguen esperando una respuesta oficial. La paradoja es evidente: los dinosaurios desaparecieron hace millones de años; los derechos de autor en México, al parecer, podrían ir por el mismo camino.




