El plantón magisterial que comenzó el 15 de mayo en el Zócalo capitalino no muestra señales de disiparse. Por el contrario, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ha endurecido sus acciones y acusa al gobierno federal, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, de cerrar la puerta al diálogo, mientras las autoridades insisten en que las negociaciones siguen abiertas.
El domingo 25 de mayo, líderes de la CNTE anunciaron que las protestas escalarán durante la semana con bloqueos programados en instituciones clave como la Secretaría de Educación Pública (SEP), la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y el Instituto Nacional Electoral (INE). Además, señalaron que para el martes 27 extenderán las acciones a instituciones bancarias que manejan fondos de pensiones (Afores), como Banorte y Banco Azteca, e incluso a plazas comerciales.
El principal reclamo del magisterio gira en torno a la abrogación de la Ley del ISSSTE de 2007, norma que sustituyó el sistema de pensiones solidarias por cuentas individuales administradas por financieras privadas. El líder de la Sección 34, Filiberto Frausto Orozco, remarcó que esta demanda fue una promesa de campaña de Sheinbaum. Acusó a las Afores de lucrar con los recursos más sensibles de los trabajadores: sus jubilaciones.
Pero la CNTE no se limita a un solo eje de inconformidad. Entre las demás exigencias están:
- Un aumento del 100% al sueldo base;
- La eliminación de la reforma educativa promovida en los sexenios de Peña Nieto y AMLO;
- La reinstalación inmediata de docentes cesados;
- Mayor presupuesto en educación y salud;
- Tarifas más bajas en combustibles, servicios básicos garantizados y cancelación de concesiones privadas sobre el agua.
El malestar de la CNTE se intensificó tras la cancelación de una reunión previamente pactada con la presidenta, la cual fue suspendida públicamente y sin una reprogramación clara. Para los líderes del movimiento, este hecho refleja que el gobierno ha “decidido quitarse la careta de progresista y democrático”, según palabras de Frausto Orozco. En su lectura, no solo se ha roto la promesa de diálogo, sino que también se ha ignorado un compromiso histórico con las y los docentes.
En respuesta, la Secretaría de Gobernación (Segob) y la SEP publicaron un comunicado el mismo domingo, en el que reiteran su disposición a retomar el diálogo. Llaman a la CNTE a volver a las mesas de trabajo “bajo los principios del humanismo mexicano” y subrayan que el paro afecta el cierre del ciclo escolar en aproximadamente el 7% de las escuelas del país. El gobierno también reafirma su respeto a la libre manifestación y promete no recurrir a la represión.
La disputa entre la CNTE y el gobierno federal se ha convertido en un termómetro simbólico del inicio del sexenio de Sheinbaum. Mientras desde el Zócalo se escuchan coros, consignas y eventos político-culturales, el Ejecutivo intenta conservar una imagen de apertura, aunque con señales contradictorias como la cancelación del encuentro clave.
A pocos días de iniciar formalmente su mandato, la presidenta enfrenta su primera gran prueba política con una disidencia magisterial organizada, con memoria histórica y con demandas que no admiten soluciones cosméticas. La escena se parece menos a un capítulo nuevo de la llamada Cuarta Transformación y más a un déjà vu de los conflictos educativos no resueltos que han marcado sexenios anteriores.




