Mientras los atletas mexicanos luchan por costear sus competencias, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) parece tener muy claro a quiénes sí vale la pena financiar: los jinetes de élite, y no nos referimos a los mejores de su deporte, sino en el sentido elitista y privilegiado de la palabra. En el primer trimestre de 2025, el organismo, encabezado por Rommel Pacheco, destinó 17 millones de pesos a la Federación Mexicana de Ecuestre (FME), liderada por Juan Manuel Cossío desde hace tres lustros y reelegido recientemente en una asamblea exprés que ni avisó ni consultó a nadie.
La millonaria suma coincide con la realización en Campo Marte del Global Champions Tour, uno de los eventos más exclusivos del mundo ecuestre, donde los caballos tienen mejores condiciones de transporte que muchos atletas olímpicos. En el palco de honor, Pacheco premió personalmente a los jinetes: empresarios, herederos, élites con apellidos de abolengo que rara vez sudan la camiseta tricolor… pero sí relucen en la portada de Quién.
Mientras tanto, la historia al otro lado de la pista es de contraste brutal. Deportistas de alto rendimiento como Alegna González y Ever Palma, medallistas olímpicos en marcha, no han recibido ni un peso. Sus entrenadores deben rascarse el bolsillo y confiar en la “palabra” de la Conade: que algún día, quizá, les reembolsen los gastos. Promesa que suena tan vacía como la “prioridad del deporte social” proclamada por la presidenta Claudia Sheinbaum.
Pese a no haber obtenido resultados relevantes —el equipo ecuestre ni siquiera compitió en la final de París 2024 por una lesión equina de último minuto—, la equitación acumula beneficios fiscales y subsidios millonarios desde la administración de Ana Guevara. Solo entre 2018 y 2024, la FME obtuvo más de 196 millones de pesos en apoyos directos e indirectos. Aun así, ni medallas ni rendición de cuentas.
La política de apoyos de Pacheco también parece tener coordenadas geográficas claras: Yucatán, su estado natal, recibió 21.5 millones de pesos para el Tour Mundial de Voleibol de Playa, mientras Quintana Roo obtuvo 13.5 millones. Deporte sí, pero con brisa marina y zonas hoteleras de fondo.
El reparto del presupuesto deportivo muestra una jerarquía de valores que poco tiene que ver con meritocracia o resultados. La Federación Mexicana de Deporte Escolar recibió 5 millones; la de parálisis cerebral, 1.5 millones; la de ciegos y débiles visuales, apenas 398 mil pesos. Y mientras tanto, el caballo Porthos Maestro WH Z sigue siendo una prioridad de Estado.
La Conade, bajo la gestión de Pacheco, repite viejos patrones: eventos a sobreprecio, empresas amigas, promesas a deportistas que viajan con crowdfunding, y recursos públicos que siguen alimentando disciplinas que difícilmente salen del Club Hípico. La promesa de “socializar el deporte” parece haberse extraviado entre pistas de salto, copas de champaña y estatuillas ecuestres.




