- El profesor Sergio Ovalle, con 15 años de experiencia en el nivel medio superior, reflexiona sobre los profundos cambios que ha experimentado la docencia, impulsados tanto por la evolución tecnológica como por las nuevas realidades sociales que enfrenta el alumnado.
Ovalle inició su camino en la educación tras participar en un diplomado en Políticas Públicas en la Educación, donde compartió espacio con docentes de diversos niveles. “Ahí me empezó a llamar la atención la posibilidad de involucrarme más directamente en el ámbito educativo”, relató sobre sus inicios. Desde 2010, imparte clases en el Colegio Guadalupe Victoria, enfocado en el área de Ciencias Sociales: Historia de México, Historia Universal, Política y Estructura Económica.
Uno de los aspectos que Ovalle destacó como más gratificantes es acompañar el proceso de maduración de los estudiantes. “Cuando llegan al primer semestre vienen nerviosos, cargando todavía costumbres de la secundaria. Al egresar, tres años después, el cambio es notorio. Y ver esa transformación es una gran satisfacción, porque sabes que dejaste una semilla en su formación”.
Sobre los cambios generacionales en el aula, señaló que la tecnología ha redefinido la forma de enseñar. “Ya no podemos comparar ni a los alumnos ni a nuestros propios métodos con los de hace 10 o 15 años. Los jóvenes crecen inmersos en la tecnología, por lo que como docentes debemos adaptarnos, aprovechar herramientas como las redes, Kahoot, Classroom y hasta los celulares, para convertirlos en aliados del aprendizaje significativo”.
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Sin embargo, también reconoce los desafíos que esto conlleva: “Los estudiantes tienen todo al instante, y eso disminuye su capacidad de atención. Están acostumbrados a contenidos rápidos como en TikTok. Como maestros, debemos encontrar formas de mantener su interés sin pelear con la tecnología”.
Otro reto crucial que enfrenta la docencia actual es el equilibrio entre la empatía y la formación. “Uno debe ser empático, pero sin olvidar que también es formador. Las condiciones personales de los estudiantes, su salud mental, sus problemas familiares, impactan su rendimiento. Las reformas educativas recientes enfatizan justo eso: atender el aspecto socioemocional, sin descuidar lo académico”.
Ovalle comentó que en su colegio se han implementado programas como Signa y Unitas, enfocados en la diversidad de estilos de aprendizaje y en poner atención especial a los estudiantes que presentan dificultades, no solo a los más destacados. “Tenemos que adaptarnos a estudiantes visuales, auditivos, kinestésicos y, sobre todo, entender que muchos problemas de aprendizaje están ligados a situaciones personales complejas”.
Finalmente, invitó a los jóvenes que están considerando ser docentes a hacerlo desde la vocación. “No se trata de producir productos, sino de formar personas. A lo mejor no es la profesión más lucrativa, pero es una de las más humanas. Compartir con estudiantes todos los días, crecer junto a ellos, verlos desarrollarse… eso no tiene precio”.
La docencia, concluyó, es una profesión en constante transformación que exige actualización, empatía y pasión por formar mejores ciudadanos.




