Propaganda criminal
Aguascalientes despertó esta semana con una serie de “narcomantas”, en distintos puntos de la ciudad, en donde se advertía un supuesto reagrupamiento criminal que fortalecería al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
El impacto de éstos mensajes no es menor. Además de buscar legitimar la acción de estos grupos criminales frente a la sociedad, en ellos se esgrimen toda clase de amenazas, denuncias e incluso posicionamientos políticos que comprometen a autoridades de todos los niveles.
Desde hace muchos años, los grupos de la delincuencia organizada en México entendieron el poder de la propaganda y más aún, del impacto que generan sus mensajes, en todos los niveles.
En Aguascalientes, por ejemplo, no es la primera vez que aparecen narcomantas de este grupo criminal. En 2023, el mismo Cartel acusó a la Policía Ministerial del Estado, por supuestos actos de tortura y por sembrar falsas evidencias a los operadores de este cartel que eran detenidos.
Pero las narcomantas y los narcomensajes han aparecido en prácticamente todos los rincones del país. Policías locales, mandos, artistas, gobernadores y hasta presidentes, han sido amenazados por los grupos de la delincuencia organizada, a través de este tipo de propaganda.
Y es que el poder de estos mensajes es real. Sacude, atemoriza, compromete y pone en evidencia, acuerdos entre el poder político y el poder criminal.
Los criminales en México entienden eso y lo han explotado ampliamente durante los últimos años. Primero con las ejecuciones grabadas y socializadas en los medios de comunicación. Luego con los actos de “narcoterror” como ataques con granadas o coches-bomba, a los que luego viene una adjudicación y un apunte.
Los grupos de la delincuencia organizada han entendido que montar un hecho violento o enviar un mensaje, y adueñarse de la fuerza simbólica que esto tiene; es una poderosa herramienta frente al Estado.
Y esa realidad, que muchos quieren negar, es precisamente la que ha derivado en casos como los narcocampamentos, las extorsiones, los ataques directos contra autoridades y precisamente, las narcomantas.
Hoy, uno de los principales retos de las autoridades, no sólo de Aguascalientes, sino de las diferentes entidades del país, así como sociedad civil, incluidos medios de comunicación; es encontrar el balance entre lo informativo (o noticioso) y lo que resulta, a todas luces, propaganda criminal.
En el pasado ya ha habido esfuerzos por neutralizar el impacto de esos mensajes provenientes del narco y los grupos criminales.
Fue durante el sexenio del Presidente Felipe Calderón, recordemos, cuando se firmó el “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia” (basado en la experiencia de otras naciones como Colombia) para garantizar una narrativa neutral y objetiva, frente a estos casos.
Pero volviendo al caso de Aguascalientes. Las narcomantas de esta semana aparecen luego de las denuncias de probables actos de extorsión en el Agropecuario. Y es precisamente en éstas, donde se lanza una amenaza contra los “chapulines, ratas, extorsionadores y secuestradores”.
Nuevamente el intento de legitimarse de cara a los ojos de la sociedad. Urge una respuesta contundente para equilibrar la narrativa.




