Viñedos Rivier: territorio y comunidad para la ciencia ciudadana, las pajareadas y la educación ambiental en Aguascalientes
Una charla con Sarahí Montañez Cervantes, Sarahí MaSkafé, agente cultural comunitaria
Jaime Lara Arzate: JLA
Sarahí Montañez Cervantes: SMC
Buen día, Sarahí. Agradezco que me hayas recibido en esta comunidad donde resides, en la que ahora realizas diversas actividades y proyectos enfocados en la población que vive aquí, lo cual consideramos que puede ser interesante e inspirador para un amplio público de la sociedad aguascalentense.
JLA: Formas parte del proyecto cultural Danza de las Golondrinas, que fue fundado hace seis años. ¿Cuál fue su origen, quiénes lo fundaron y quiénes participan como facilitadores? ¿Cuáles son sus propósitos?
SMC: La Danza de las Golondrinas es un grupo de observación de aves integrado por habitantes de la comunidad de Viñedos Rivier -no ExViñedos Rivier- que se conformó y ha resistido desde la primera pajareada, en mayo de 2019. En su momento, existió un colectivo llamado “Comunhilar” -mismo que ya no existe- en él, organizamos un festival comunitario a finales de abril y comienzos de mayo de ese mismo año. Existió una vinculación con quienes, en ese momento, organizaron el 5to Festival de Aves de Aguascalientes. No hubo como tal una participación activa en él, sino que nos juntaron a pajarear jeje. Fue maravilloso, nos acompañó Ehecatl Heloderm, quien con su magia y chispa particular y auténtica atrapó a las infancias.
Curiosamente, fue la primera pajareada y fue la mera mera epifánica: no conocíamos las aves del monte de nuestra comunidad. Pero ese día tuvimos un primer acercamiento y ya no paramos. Muchas personas han pasado por aquí, pero la Danza es quien se ha mantenido, quien ha crecido y resistido. Los facilitadores somos una servidora y nuestros compañeros de Pato Loco: Sergio Castañeda Ramos y el profesor Juan Antonio Castro Peralta, que también bailan con la Danza.
Nuestro principal propósito es, a través de la observación de aves –como práctica comunitaria-, fortalecer, construir y reconstruir relaciones de amor y respeto entre el entorno social y natural que habitamos y quienes participan en la observación.
JLA: ¿Crees que Danza de las Golondrinas y sus actividades han puesto a prueba las ideas tradicionales sobre la educación ambiental? ¿Hasta qué punto puede la implicación de la comunidad ser un motor para cambiar las políticas ambientales?
SMC: Desconozco las ideas tradicionales sobre la educación ambiental y tampoco conozco de políticas ambientales. Nuestras acciones y causas nacen desde lo que el sistema capitalista ha roto: lo humano, lo natural y lo bello. Y de ahí hemos ido tejiendo, desde nuestras formas, aterrizadas a nuestro contexto, respondiendo a nuestras problemáticas.
JLA: Para centrar el tema de esta conversación, te agradecería que describieras en un hilo qué significa pajarear…
SMC: ¿Para mí?, ¿Como práctica comunitaria? Es que son dos lugares distintos jeje. Pajarear es un acto que demanda en sí misma observar con todos tus sentidos, estar en silencio, ir despacio y hacer una pausa. Es justo en esa pausa donde ocurren muchas posibilidades.
JLA: ¿Cuáles son las ventajas y dificultades que surgen al llevar a cabo proyectos que combinan la educación ambiental con actividades recreativas como la observación de aves? ¿Qué elementos podrían influir en su éxito en comunidades con variados contextos socioeconómicos?
SMC: Aquí más bien creo que lo importante es contextualizar las acciones y el territorio. Vivir en la periferia, SER la periferia ya es difícil de por sí. Hemos crecido viendo cómo la periferia siempre puede esperar: aquí no hay programas culturales, no hay programas artísticos, no hay programas educativos medioambientales, deportivos, etc. Lo difícil es construirlos y mantenerlos, legitimarlos desde lo comunitario. En todos los sentidos. Lo difícil es caminar un poco solos.
Las ventajas son, que justamente afrontar esas dificultades de ser la periferia, nos junta como pueblo y esta práctica tiene la bondad que nos saca al monte a descubrir el mundo que habitamos.
JLA: ¿Qué significado tiene establecer vínculos de amor y respeto con la Tierra en el marco de la actual crisis ambiental? ¿De qué manera puede la práctica de la observación de aves ser un ejemplo para promover un cambio más significativo en las actitudes hacia nuestros entornos?
SMC: El significado es colosal y estructural, y silencioso. Imagínate que eso que se fortalece saliendo a pajarear sea lo mismito que el sistema capitalista se ha empeñado en desaparecer. Y ha tenido éxito, no por nada tenemos este mundo.
Veamos que, a estas alturas, hay muchas cosas que ya no pueden cuestionarse, hay 6 años que respaldan respuestas: pajarear, y hago el énfasis, pajarear como práctica co-mu-ni-ta-ria- logra la empatía ambiental como añadidura, como resultado, como obsequio. Todo, desde un acto que nos junta como pueblo y que humaniza en el sentido más individual.
Si tenemos la capacidad de dejarnos afectar, de ser tocados en la emoción, gracias a las capacidades sensibles que comparto con todos los demás seres naturales… indudablemente voy a ofrecerme mejor ante el mundo y mi entorno.
JLA: ¿Cuál es el papel de la observación de aves en la educación ambiental de los niños? ¿De qué manera podría esta actividad fomentar valores de respeto y amor hacia la naturaleza en las generaciones venideras?
SMC: el papel que tiene la observación de aves es que nos sensibiliza y nos humaniza, nos regresa al mundo -en toda su complejidad- más conscientes de él. Y, por lo primero que menciono, el individuo ya no puede permanecer neutral.
Las relaciones de respeto y de amor con la Tierra son una consecuencia de, primero, tener una relación con ella. ¿A cuántas personas les es ajena, lejana, invisible esta misma Tierra que pisan, que habitan, que les da hogar? Pajarear te regresa esa relación que las relaciones sociales de producción del sistema capitalista, te quita.
JLA: ¿Puede la experiencia de observar aves influir en la educación ambiental de los niños y niñas? ¿De qué manera puedes incorporar esta actividad en los planes de estudio escolares para favorecer un aprendizaje significativo y reflexivo sobre la naturaleza?
SMC: Siento que el tema debe ser algo más estructural. Más que la educación ambiental, la observación de aves posibilita comprender la interdependencia que tenemos con un todo, comprender la reciprocidad y el poder de lo mutuo, las interacciones permanentes que tenemos con el mundo que nos rodea. Observar aves sí permite a las infancias des-aprender y des-aprehender lo que el modelo educativo -dentro de todas las instituciones sociales donde opera- le enseña. La educación en sí tiene que ser liberadora, se tiene que liberar el deseo por descubrir, por explorar, por buscar respuestas, por ser curioso, por asombrarte y aventurarte. Eso, indudablemente, construye seres humanos más libres y sensibles. Creo que eso hará muy posible que las generaciones más pequeñas y jóvenes sean empáticas con el mundo.
Que no se nos olvide que el sistema educativo es una parte importante del sistema económico imperante, no es inocente que la educación venga siendo un camino de alienación, mecanización y deshumanización de las personas.
JLA: ¿De qué manera la vivencia de observar aves ha cambiado la percepción de los participantes respecto a su entorno natural? ¿Qué modificaciones concretas en su conducta o actitudes hacia la conservación se pueden notar?
SMC: Algo tan simple y complejo como abandonar el uso de las resorteras. Pero más complejo es que las infancias conocen las aves de su entorno, sus nombres, en dónde viven, qué pueden hacer para cuidarlas a ellas y el lugar en que viven. La observación de aves, como práctica comunitaria, ha permitido dignificar lo que vemos, conocemos y habitamos, porque observar aves participa en cómo percibimos nuestra comunidad, su monte, sus árboles, su cuerpo de agua. Y para mí tiene más valor cómo concibe su entorno natural una niña o un niño, que una constructora que llegó a poner casas a nuestro monte.
JLA: ¿Consideras que las actividades al aire libre, como la pajareada, contribuyen al fortalecimiento de las relaciones intergeneracionales en la comunidad? ¿Qué beneficios psicológicos y emocionales pueden surgir de dichas interacciones?
SMC: Insisto, la pajareada como práctica comunitaria sí fortalece las relaciones intergeneracionales, porque nos saca a todxs al monte. Saca a la señora que trabajó en el viñedo hace muchos años y a la niña a quien ya no le tocó eso, pero confabulan en un mismo sendero del monte… observando aves juntas. Pero es ahí, en la pausa, en el silencio, en el encuentro con el espacio donde ocurre el fortalecimiento de los lazos.
Recuerdo cuando la señora Toña Morales o la señora Martha Quezada, en distintas salidas, cuando la lluvia había llegado y el monte estaba verde y con mil flores, corrían felices a arrancarlas y a ponérselas de aretes porque así lo hacían cuando eran jóvenes. Y ahora, todas y todos lo hacemos.
JLA: ¿Puede la actividad de observar aves servir como un modelo para tratar los conflictos socioambientales en una comunidad o en otras? ¿Cuáles serían los elementos que deben considerar para llevar a cabo una implementación exitosa?
SMC: No sé si como un modelo, pero pajarear sí permite el monitoreo constante de nuestro territorio. Hay muchas cosas que suceden en silencio: las descargas residuales, la tala de árboles, la caza de aves, etc. A nosotrxs, pajarear nos ha permitido registrar, documentar y nos ha exigido aprender sobre cuestiones que nos pueden apoyar a resolver esos conflictos.
JLA: ¿Se podría fomentar el interés de los jóvenes en la observación de aves para tratar cuestiones más amplias de sostenibilidad en su comunidad, así como relacionándolo con otros temas como el cambio climático, la contaminación y la pérdida de la biodiversidad?
SMC: Sipi.
JLA: En este ámbito la fotografía juega un papel como herramienta de expresión para las infancias. ¿De qué manera estas imágenes pueden desafiar las narrativas convencionales acerca de la naturaleza y la interacción humana con ella?
SMC: Sus fotografías nos muestran lo que ellos ven, yo creo que capturamos lo que miramos y cómo lo miramos. Yo no sé si las fotos de las infancias desafían esto que usted nombra, pero estoy segura de que nos muestran de una manera transparente su relación, atravesada por la sensibilidad y el asombro, con la naturaleza. Más allá de un concepto artístico y esas cosas de las que no sé hablar, la fotografía se ha convertido en un proceso de creación y apreciación en el que las infancias construyen sentido en donde no lo hay. Y siempre va a ser importante voltear a ver qué miran los más chicos, y más los más chicos de un contexto como el nuestro. A nosotrxs nos interesa mucho esa mirada.
