Opciones y decisiones
La conquista de lo erótico
No hay cosa más influyente en nuestra percepción personal que el entorno social que nos rodea. Así se configura nuestro mundo de la cultura que, en primera instancia, es “popular”. Al presente, solemos atribuir un gran poder de influencia a las plataformas digitales en las que nos sumergimos, gracias a la mediación de los dispositivos electrónicos regidos por la informática o programas digitalizados que son producto de la información computacional.
Damos por supuesto que los lenguajes cibernéticos, son los nuevos códices que tranquilamente desenrollamos, frente a una pantalla luminosa, o bien una plataforma auditiva significativa (audio), para recibir información acerca de todo tipo de materias imaginables, que interesan a nuestro afán de conocimiento o simplemente para gozar del placer de ver y captar imágenes que son verdaderas instantáneas, capaces de impregnar sensaciones, ideas, emociones y aun suscitar pasiones afectivas; a manera de grandes síntesis que conforman nuestra inteligencia emocional. Así definía un maestro, durante mi adolescencia, dos tipos de grandes narrativas: el cuento y el cine, como fabulosas “síntesis vitales”.
Esta experiencia comunicativa nos sumerge en un mundo en verdad imaginario (de la visión o audición), que informa de manera tan efectiva como vital, nuestra percepción cognoscitiva del mundo que habitamos. Dejamos ya muy atrás aquella intuitiva analogía del filósofo Platón que intentaba explicar la formación de las ideas en nuestra mente. Nos situaba en una caverna obscura, en cuyo fondo se proyectaban “las sombras” de los seres o cosas que atinaban a transitar por el haz de luz que penetraba desde el exterior de la entrada de la cueva. Así, decía el pensador helénico, se van formando nuestras ideas -muy imperfectas-; a su vez, harto distintas de las ideas reales, inmateriales, mentales, universales y eternas.
Hoy, accedemos a instrumentos hiper-sofisticados, como dijimos arriba, hijos de la Era de la Información, Post-Atómica, de configuración cibernética, capaces de reproducir con alta fidelidad las imágenes, que se producen en vivo y a todo color, en nuestro entorno sensible desde el mundo vibracional que nos envuelve, y que la Psicología Experimental es capaz de medir gracias a instrumentos científicos graduados, que distingue en forma de graduaciones matemáticas de alta precisión, a los que llama: un Continuum; que transcurre de la más baja a la más alta frecuencia vibratoria. Tomemos como ejemplo el “Continuum Luminoso: partimos del registro más bajo=Infrarrojo y llegamos al registro más alto Ultravioleta. Todos los colores están incluidos en esta fabulosa gama de tonos e intensidades, perfectamente graduados. Igual se procede con parámetros aplicables a cada facultad sensorial humana, e incluso de aquellas mediciones que existen en el Universo, pero no son naturalmente captadas por los sentidos naturales humanos, salvo por aparatos especialmente diseñados para hacerlo. Recuerde usted los telescopios, radares, microscopios, etc.
Pues bien, hoy quiero hacer referencia a la transmisión y captación de imágenes cibernéticas que tienen que ver con una de las maravillosas capacidades humanas que es el Erotismo.
Una búsqueda simple en Copilot Search, nos arroja lo siguiente:
El erotismo es un concepto complejo que abarca diversos componentes, incluyendo:
–Deseo sexual: Se refiere a las experiencias de atracción y excitación sexual.
–Conexión emocional: Implica la relación emocional entre las personas, enriqueciendo las experiencias íntimas.
–Aspectos culturales y artísticos: El erotismo se manifiesta en contextos artísticos, literarios y culturales, donde el deseo y la sensualidad son centrales.
–Experiencia subjetiva: Varía de persona a persona, permitiendo la exploración de fantasías y deseos sexuales.
–Componentes bioquímicos: Incluye elementos que afectan la atracción sexual desde una perspectiva biológica.
–Estos componentes interactúan para crear una experiencia erótica rica y variada.
Nuestro continuum tiene como punto de partida el deseo sexual. A) En la Edad Antigua, prácticamente en el umbral de la civilización Greco-Romana, el erotismo vivido por una sociedad politeísta y de fuerte tendencia naturalista, era experimentado con una sensualidad casi espontánea, la poligamia era aceptable como norma conyugal; la desnudez gozaba de alta permisividad, y la belleza del cuerpo humano era tan admirada como exhibida en público sin grandes restricciones de pudor o vergüenza. El poliamor era práctica aceptable. B) En la Edad Media, al advenimiento de las grandes religiones monoteístas, Judaísmo y Cristianismo, el erotismo tiene una gran inversión hacia la intimidad de la pareja, hombre-mujer; se impone la monogamia que es elevada a nivel ritual de Sacramento. El impulso sexual debía ser vivido en exclusividad de los cónyuges, y surgen los pecados tanto de deseo como de acto, al desear a otra mujer fuera del matrimonio. La sensualidad es ocultada, en general, al público y su expresión queda reservada a lo estrictamente privado. Se peca por infidelidad a la pareja y cualquier distorsión del deseo sexual fuera del binomio masculino-femenino es gravemente sancionado y reprimido. La belleza corporal se expresa sólo en áreas o partes del cuerpo supuestamente “no erógenas”; por ello los usos y costumbres del vestir se destinan más a ocultar miembros del cuerpo y no a exhibirlas. En general, el auténtico deseo sexual es reprimido y sublimado.
- C) El Renacimiento, vuelve con gran vigor societal y cultural a los cánones del naturalismo Clásico, por lo que la permisividad de vida, experimentación, comunión, exhibición y de compartir la vivencia de la sensualidad son aceptables. Se recupera la libertad de expresión de la belleza corporal, y se exalta el estado de “fitness” o estética física tanto femenina como masculina, el deporte permite la desnudez del cuerpo. El arte se vuelca en esta relectura de la estética del cuerpo humano. De nueva cuenta, las uniones conyugales pueden ser más abiertas y el grado de tolerancia a uniones bisexuales, plurales o poliparentales son vistas como de una sofisticación cultural y no al revés. Las clases sociales vanguardistas se caracterizaban por estas prácticas de la libido abierta y permisiva.
- D) La época Feudal, o de los gobiernos autoritarios y absolutos (Siglos XVIII-XIX) imponen una ética de “la doble moral”, un canon de privilegio para unos y otros cánones restrictivos para los dependientes o subordinados. Se impone un régimen de autoridad patriarcal y machista que impera sin cuestionamiento posible de las masas subyugadas. El rigor dominante de la autoridad eclesiástica y civil exigen el tributo -de todo tipo de vasallaje y prebendas- al Señor Feudal o Autoridad Eclesiástica; en donde el derecho de propiedad es sólo del personaje dominante y el resto viven en un estado de deuda permanente. En lo sexual, impera el libertinaje de quien ostenta el poder, y la sujeción y vasallaje es de los sometidos y dependientes; incluso a la hora de elegir pareja, se practica el abusivo derecho señorial de, Ius Primae Noctis, según el cual el señor feudal tenía el derecho de tomar la virginidad de la novia, en su misma noche de bodas (popularmente se calificaba como “el derecho de pernada”). Obviamente, un esquema así terminó por concitar el odio, el rencor y la venganza del resto social.
- E) En la época Moderna Siglo XX y s. A partir de la Revolución Francesa y las revoluciones del nuevo siglo, como la Rusa y Mexicana propician un cambio radical de prácticas tanto jurídicas como políticas y culturales; entre las que destacan la libertad, la democracia y el respeto a la autodeterminación de los individuos y las comunidades. En los años de la Post-Guerra, 1945 en adelante, se consolida la implantación de los Derechos Civiles y Humanos, lo que trae consigo un nuevo catálogo de Leyes, tanto civiles como eclesiásticas. Se restituye el derecho de autodeterminación tanto individual como comunitario, y con ella una mayor liberalidad en los usos, costumbres y prácticas de la sexualidad. Los años 60’s del siglo veinte marcan la conocida Revolución de la Cultura, en la que descuella la expresión y práctica de la sexualidad, que también se ve encarnada sobre todo en la melodía y en la danza, en el canto y en el baile. Se recupera la libertad de expresión y permisividad del renacimiento y formas clásicas de orden, organización y conducta societal.
En nuestra cultura contemporánea, conducida por la Era del Conocimiento y la IA, Inteligencia Artificial, observamos una gran pluralidad de comportamientos en la vida sexual. Es una época en la que coexisten cosmovisiones diversas, plurales, multiculturales, pluriétnicas y multirreligiosas. Al respecto de la expresión del impulso sexual, deseo anotar algunas paradojas y aun contradicciones. A saber:
-Se defiende a ultranza la preeminencia de la conexión emocional, a la hora del encuentro y la comunión sexual. Sin embargo, el esquema predominante solitario de acceder al estímulo sexual, por la vista y/o el oído, mediante los dispositivos digitales al alcance, hace sin duda más efectivo el estímulo sensorial, porque es tridimensional -al menos-, cosa que en el pasado inmediato, hasta los años 90’s aproximadamente, era sólo de imágenes en dos planos, por fotos y canciones en revistas y en pistas grabadas en vinilo. Estas ya eran sensacionales, en su momento; pero, hoy son superadas ampliamente. Sin embargo, me temo que hay más distancia pues lo personal se desvanece y se crea una ilusión de “cercanía”, pero innegablemente, en remoto.
Es innegable que la emancipación femenina ha dado pasos agigantados en su favor y autonomización. La revolución cultural ha sido firme y consistente. Pero yo aquí identifico una desconcertante paradoja. Precisamente gracias a los medios de comunicación masiva y dispositivos digitales, observo que la famosa liberalización de la mujer -hablando estrictamente de lo sexual- se está convirtiendo en un culto a la exhibición e idolización de su cuerpo. Primero, el vestido femenino de las estrellas o socialités de gran popularidad, son absolutamente reveladores de sus atributos sexuales. Y pareciera que existe una ecuación perfecta entre mayor popularidad a mayor exhibición de sus zonas más erógenas y eróticas. A este esquema se añade el movimiento cada vez más sensual y acompasado al ritmo y gesticulación de un acto genital total. Hoy, pareciera que “lo bello” no consiste sólo en la forma, sino que debe ostentarse en el gesto, el realismo del coito y de la comunión genitalizada. Fama y permisividad de manifestación sensual se han vuelto unívocos.
En fin, ¿en dónde está lo auténticamente erótico femenino y la distinta percepción masculina de la sexualidad, quién gana en esta paradoja?




