La razón principal es lo que dijo en su momento Marx (el bueno): nunca pertenecería a un club donde admitan socios como yo. Pero después de esa, hay muchas más, aunque la segunda más importante: no hay democracia. Pululan las asociaciones de profesionistas, en el caso de abogados (ya ni siquiera se cuentan con las manos) y todas tienen el mismo denominador: se vuelven club de Toby donde ese club se rola la presidencia, sin votaciones o con supuestas votaciones donde, por las reglas tan especiales de sus estatutos, terminan siempre los mismos de presidentes. Este problema no solo es de los abogados, lo he visto en el resto de asociaciones y por supuesto de las cámaras de comercio. Cuando alguno no se ajusta a las reglas o protesta, se va, ya sea expulsado o por su propio pie, muchas veces a formar otra asociación.
Varios amigos, bienintencionados, me invitan seguido a diferentes asociaciones o clubs de esa naturaleza: mormones, rotarios, leones, abogados, empresarios y un largo etcétera. Les agradezco con profunda reverencia, porque sé que si me invitan es porque me consideran valioso. Les contesto con un no amable y luego les cito la frase de Groucho Marx, para rematar con un: la realidad es que no me gusta pagar cuotas, es más, cuando era católico no depositaba nada en la charolita de mitad de la misa.
Y hay algo importante a acotar: menos aún me gustaría ser presidente de una de esas asociaciones. Hace mucho que renuncié o me alejé de esas aspiraciones egocentristas de dirigir a alguien, de encabezar a alguien, de representar a alguien. Tal vez por eso mi trabajo favorito sea el de ser asesor y profesor. Sé que para algunos esta última función implica dirigir, no coincido, creo que en todo caso se trata de encauzar, y eso me encanta, es ser un asesor de personas en formación. Por eso mis clases son principalmente debate, discusión, análisis.
Estas semanas justo dos buenos amigos tomaron protestas en asociaciones de abogados, ambos capaces, ambos ya han sido presidentes de sus gremios, y ambos llegan por decisiones cupulares, sin una consulta o votación a sus bases. Los acuerdos cupulares son un problema en México, vemos como en todos los partidos las candidaturas se definen así, y entonces se repiten los apellidos y las personas cercanas a la cúpula. Se desvaloriza la democracia, esta idea de votar.
Por ello, felicito siempre a los que asumen esta clase de tareas, que además son complicadas, pues implica trabajar sin dinero, en la mayoría de estas asociaciones las cuotas son un mito. Los felicito, pero me alejo de pertenecer o sumarme (salvo excepciones) principalmente por esta idea. En algún momento pensé en fundar una asociación, conversé con dos o tres amigos, todos coincidieron en que los estatutos deberían estar diseñados de tal forma que “no perdiéramos el control” y entonces mejor me desistí.
Por estas mismas razones, rechazo de forma absoluta la colegiación obligatoria, imaginemos a estos clubes de Toby repartiéndose ya no las presidencias sino las posibilidades de ejercicio profesional. No gracias. Mientras tanto dejemos que pululen las asociaciones, porque entonces entre tanta parafernalia, destacarán solo aquellas que realmente trabajen por su gremio.




