Opciones y decisiones
Reflejos de lo erótico en pantallas
Hubimos ya iniciado la conversación sobre la percepción erótica, en el curso de las eras de la civilización humana. Los cambios y adaptación a cada tipo de atmósfera se explican por el grado de avances o retrocesos, en los sistemas dominantes de relaciones sociales, tanto económicas como políticas que, a su vez, se traducen en el mundo simbólico de las culturas y subculturas alternas de las comunidades humanas de pertenencia.
Lo erótico se expresa en las formas y en las prácticas societales, como un rasgo íntimamente adherido al encuentro y a la formación de pares, para coexistir en unión de vida y proyectos de desarrollo común. La pareja humana, recordemos con Heidegger, no es parida como cualquier otro mamífero, sino que significativamente “viene a este mundo” -sucintamente dicho- para hominizarse. De manera que “emparejarse” o meterse en pareja, significa y va más allá del simple encuentro fortuito material.
Todo el potencial humano de conciencia, libertad, afecto, sensibilidad y emotividad entra en juego en este tipo y nivel de vinculación entre personas autónomas y responsables. Evidentemente, en la práctica, ningún ser humano llega instantáneamente al tope máximo de cada elemento del gradiente que compone esta gran sinfonía del desarrollo amatorio. Ese gran continuum hay que irlo escalando fase por fase. De manera que la convivencia en amor pleno ha de transcurrir desde el punto más básico de lo físico, hasta elevarlo a lo más refinado de la autodonación personal y la espiritualidad.
Quedamos que, en nuestra Era Digital, la experiencia de lo erótico se vive privilegiadamente en las pantallas cibernéticas. Quienes provenimos de la era de la post-guerra mundial, generación del Baby-Boom, alcanzamos a percibir el cambio cultural de la visión en dos planos: gráficos en comics, revistas y grabaciones sonoras en vinilo, a las primeras imágenes visuales en videos computacionales, y con ellas captamos por vez primera las imágenes tridimensionales (alto, ancho, profundo) y asombrosamente en movimiento, a lo que se suma el “audio”, como pista sonora comunicativa de significados. En la experiencia de lo Erótico, esta capacidad de transmisión adquiere toda su potencialidad. Nuestra sensibilidad corporal recibe por tres vías privilegiadas el objeto-mensaje transmitido. Nuestra mente, ese maravilloso sentido común aristotélico, hace una sumatoria sorprendente. El estímulo físico asciende al más alto grado gnoseológico y de él a la emotividad más vivencial percibible. No hace falta decir que la erótica humana viaja a nuestro íntimo por este gradiente.
Iniciamos por la experiencia subjetiva: En el caso de la percepción erótica, por mediación de dispositivos digitales, esta experiencia varía de persona a persona, que permite la exploración de fantasías y deseos sexuales. Recordemos que la vista es la ventana idónea para transitar de la imagen captada al deseo sexual. En esto, comanda un mecanismo reflejo que imprime “el fantasma” (o captación visual sensible) de un cuerpo real cuya captación actúa como “el gatillo” que detona el deseo sexual. Sabemos que la erótica humana se activa de manera inmediata mediante la visión del objeto sexual que enfoca. Esta simultaneidad está perfectamente descrita por el antropólogo sexual: la respuesta sexual humana se activa en relación proporcional directa a “la carga” que recibe.
Mecanismo orgánico que curiosamente es pasado por alto, sobre todo con el argumento de que “la mujer es libre de vestir o actuar como quiera”, y no como le impongan de fuera los hombres de cultura machista. En lo valoral, totalmente de acuerdo. En lo experiencial sensible, abierto desacuerdo. En este campo, hay que ser coherente con la carga erótica que se activa. El acceso a una pantalla digital intensifica tanto la cantidad como la calidad de la información que comporta. El asunto de fondo no es en primera instancia el derecho o el valor femenino a la libre manifestación de su sexualidad o personalidad, el punto crítico se conforma con la carga erótica que comporta y cómo impacta en un observador atento e interesado a vivenciarla. Ojalá podamos convenir en la importancia de la distinción entre “ser respetada” y supuestamente “no causar ningún deseo sexual”, per se. ¿En qué quedamos? ¿Concitamos respeto? O ¿provocamos un deseo erótico? El resultado de este comportamiento es de suyo ambivalente, y no se trata de adjudicar culpas. El mensaje comunicativo, como carga real, ¿es de suyo o no erótico?
Componentes bioquímicos: Incluye elementos que afectan la atracción sexual desde una perspectiva biológica. Lo anterior corrobora el dinamismo intrínseco de la sexualidad humana, cuyo admirable continuum biosomático transita de un mecanismo neurológico, a uno molecular, a otro bioquímico que detonan una respuesta inequívoca de calidad psico-sexual y, al final, genital. Todo depende de qué tanto perdura el estímulo original hasta desencadenar la respuesta mecánica esperada. No se trata de “moralizar” ni mucho menos a jurisprudenciar este proceso, a nivel comunicativo digitalizado los fotogramas se suceden y causan su efecto; se detona una carga (bio-psico-social) que acusa un efecto esperado, nada más.
Un baile, una melodía, un “performance” cuyos ingredientes de belleza física, principalmente femenina, se expresan en desnudez con alto sentido estético, se acompañan con movimientos rítmicos cada vez más asimilados a una dinámica seductora, y focalizando la dinámica de la pelvis, ya sea frontal o posterior de los glúteos, todo ello con gran intencionalidad de comunicar fuerte atracción o genitalidad expresa no pueden sino elevar la carga sexual, cuyo alivio es la descarga correspondiente.
Las grandes plataformas digitales de hoy, desde Google hasta Tik-Tok, difunden con gran naturalidad y espontaneidad este tipo de escenas como altamente deseadas, visitadas y monetizadas. Así lo corroboran los datos de frecuencia, alcance de audiencias y teleaudientes registrados. Es todo un fenómeno comunicativo.
Aspectos culturales y artísticos: El erotismo se manifiesta en contextos artísticos, literarios y culturales, donde el deseo y la sensualidad son centrales. En este punto, el gradiente aplicable sería la escala que el análisis de las culturas otorga en razón del continuum de la Tolerancia a la Intolerancia, que esquematiza en círculos concéntricos: a) La más alta tolerancia se otorga a las Bellas Artes, para el caso, específicamente las Performing Arts/ Actuación o actorales, como La Ópera, el Ballet, la Danza, el Drama, la Comedia; luego b) la Cinematografía y los subgéneros cinematográficos, los cortos, los cómics, los cuentos, el cine mudo, recientemente los juegos cibernéticos, etc. c) Los fotogramas noticiosos y reportajes; d) los formatos de mensajes digitalizados, los memes, los chats, los bots, etc. Estos últimos en los circuitos de creciente Intolerancia ética y estética.
Conexión emocional: Implica la relación emocional entre las personas, enriqueciendo las experiencias íntimas. En este rango tratan de situarse las novísimas tendencias de la AI que intentan ir más allá de los algoritmos matemáticos, puramente científicos o académicos; en la búsqueda de un vasto mercado tanto de clientes como de interlocutores.
- La conversación está abierta por y entre los interlocutores de mayor alcance y vanguardia tecnológica. Así se expresa uno de ellos: AGI or Erotica? Sam Altman Defends “Adult Mode” After Backlash. Quien expresa su propósito: La IA está traspasando nuevos límites de poder y permiso. OpenAI quiere separar la moralidad de la moderación. Los científicos intentan recrear la vida dentro de las computadoras. Silicon Valley se está volviendo contra los mismos grupos que le advirtieron que bajara el ritmo. Y Meta está utilizando tu galería de fotos para enseñarle a su IA cómo ves el mundo.
Y desarrolla su argumento: Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, defendió los planes para un modo adulto en ChatGPT tras la ola de indignación en línea generada por la IA y el contenido erótico. Altman afirmó que el objetivo es simple: los adultos deberían tener la libertad de elegir el tipo de contenido que desean, siempre que no sea perjudicial.
- Los usuarios deciden lo que les parece correcto.
- Los controles de edad y los filtros permanecen vigentes para los menores.
- Daño significa daño visible, no malestar moral.
- La moral, dice OpenAI, pertenece a las personas, no a los sistemas.
Es una filosofía ordenada, envuelta en código y precaución. Sin embargo, cada acto de libertad aún pasa por los servidores de OpenAI. La neutralidad siempre esconde una huella.
Lo que antes parecía una discusión técnica sobre moderación se está convirtiendo en una conversación sobre autonomía y cultura. OpenAI parece decidido a recorrer ese estrecho camino donde la libertad, el gusto y la responsabilidad se encuentran.
Por su parte, Anna Lagos pone el acento en el contenido actual de la conversación erótica: Esta semana, Sam Altman nos ha recordado que el futuro de la inteligencia artificial no solo se escribe con algoritmos, sino también con hojas de cálculo y proyecciones de ingresos. El CEO de OpenAI anunció que planea relajar las restricciones de ChatGPT para permitir, entre otras cosas, conversaciones eróticas con usuarios verificados. La justificación oficial es mejorar el “disfrute” del usuario, que se vio afectado por las estrictas medidas de seguridad iniciales. La justificación real, por supuesto, es competir con Grok de xAI y capturar una porción del gigantesco mercado de los AI companions.
Y profundiza su argumento: ¿Podrá la IA escapar a la tendencia de las plataformas a convertirse en basura digital? El escritor y crítico tecnológico Cory Doctorow tiene un término para esto: enshittification (que podríamos traducir, sin rodeos, como “mierdificación”). Su teoría, que ya se ha ganado el título de “palabra del año” por la American Dialect Society, describe un ciclo tristemente familiar: las plataformas (piensa en Google, Facebook, Amazon) nacen para servir a sus usuarios; una vez que han aniquilado a la competencia, giran para exprimir a sus clientes comerciales; y finalmente, se exprimen a sí mismas para capturar todo el valor restante, volviéndose intencionadamente inútiles en el proceso.
Y concluye con acometer la glorificación de las grandes empresas de AI: ¿Recuerdan la ola de contenido basura generado por IA que amenazaba con ahogar la web? Pues parece que la marea está bajando. Un estudio de Graphite revela algo fascinante: aunque los artículos escritos por IA superaron brevemente a los humanos a finales de 2024, el crecimiento se ha estancado. La web está ahora dividida, a grandes rasgos, en un 50/50. ¿La razón? Los investigadores apuntan a una simple verdad: el contenido generado masivamente por IA no posiciona tan bien en los motores de búsqueda. Parece que, por ahora, el valor, la credibilidad y (me atrevo a decir) el alma que aporta un autor humano siguen teniendo ventaja. La IA se perfila más como un colaborador que como un sustituto, al menos en la creación de contenido que de verdad importa.
Mi notación crítica en lo Erótico subraya la constatación: ¿Por qué la mujer emancipada del siglo XXI repite y modela aquella caracterización actancial que más complace al hombre, varón, en su deseo sexual; acaso sirviendo la ley del atractivo sexo-genital resulta empoderada? Esta es mi paradoja.




