Cosas veredes
Reforma Electoral ¿Para qué? (III)
En días pasados, en la audiencia pública de la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, celebrada en la ciudad de Zacatecas, Zac., presidida por la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, el actual vocal ejecutivo del Instituto Nacional Electoral en esa entidad, Matías Chiquito Díaz de León, presentó una ponencia que resulta por demás interesante y digna de ser estudiada y reflexionada.
Chiquito Díaz de León abordó el tema de la representación electoral para la integración del Poder Legislativo del Congreso de la Unión, y ante el debate que existe desde 1979 hasta la actualidad, acerca de la elección de legisladores por el principio de representación proporcional, y por el principio de mayoría relativa, y con ello el problema de la sobre y subrepresentación de las fuerzas políticas, propuso algo tan relevante como interesante que consiste en eliminar tanto la elección por el principio de mayoría relativa, como también la elección por listas de candidatos plurinominales, y estableciendo un sistema de integración de la cámara federal, por “representación proporcional pura”.
Argumenta que las elecciones por el principio de mayoría relativa, en los países donde se utiliza, está orientado para “formar mayorías que faciliten el ejercicio del poder”, de tal manera que termina generando sistemas bipartidistas, y en algunos casos grandes márgenes de sobre y subrepresentación.
Ha sido un tema de debate constante. El sistema electoral, desde que se estableció el sistema mixto, combinando los principios de elección por mayoría relativa y el de representación proporcional, se ha buscado equilibrar para que sea efectivo el principio básico de la democracia que establece que todos los votos de los ciudadanos deben valer lo mismo.
En algún momento, allá por 1984, el régimen priista puso en la ley una “cláusula de gobernabilidad” que establecía que el partido que obtuviera la mayoría relativa de curules con cuando menos el 35% de ellas, tendría derecho a que se le asignaran las necesarias por el principio de representación proporcional, para alcanzar el 51% de la cámara de diputados, es decir una sobrerrepresentación de 16%, lo cual era un verdadero atraco. Al paso de los años se eliminó esa cláusula, y hoy tenemos la norma de que un partido no puede tener una cantidad de curules que excedan en 8% el porcentaje de su votación, ni tampoco ese porcentaje de curules menor a su votación obtenida. Aún así, en cada elección se ha cuestionado el hecho de que hay legisladores que fueron electos una gran con votación, mientras otros logran la curul con exigua votación por mecanismos de asignación.
Aunado a eso, existe la crítica de que algunos legisladores llegan a ocupar la posición por haber sido incluidos en una lista plurinominal preferente, sin necesidad de someterse al voto popular en una demarcación electoral.
Además, afirma Matías Chiquito, en el caso de México, la actual normatividad otorga a las cúpulas partidistas el control absoluto de candidaturas y listas plurinominales, y terminan decidiendo casi la totalidad de candidatos que irán al poder legislativo, ya que los ciudadanos solo legitiman las decisiones de los partidos.
La propuesta de Chiquito es novedosa y pretende atender esos temas de discusión.
No plantea eliminar los distritos sino conservarlos como uninominales, tantos como diputados integran la cámara federal, de tal manera que cada candidato tendría que hacer campaña en su distrito y competir por obtener la votación ciudadana.
Realizada la votación, cada uno de los partidos procedería a elaborar la lista de sus posibles diputados a partir de los porcentajes de votación obtenida en los distritos uninominales. Así a partir de la votación obtenida por cada partido, con los mecanismos de cociente natural y resto mayor, se otorgaría el número de curules en proporción directa a la votación obtenida, y se asignarían a los candidatos en orden de prelación de acuerdo a su porcentaje de votación lograda en su distrito.
Con ese procedimiento, la representación popular habrá sido decidida por el voto ciudadano, no solo por las cúpulas partidistas: “Quien determina el lugar en la lista, quien determina la elección es el voto popular” afirma en su ponencia Chiquito Díaz de León.
Llama la atención la propuesta comentada y es útil para reflexionarse.
De entrada, cabe estudiar si el carácter de entidades de interés público que la CPEUM asigna a los partidos políticos nacionales, no justifica que mediante listas plurinominales puedan postular a sus mejores cuadros a representar en el poder legislativo su expresión política ideológica.
Por otra parte, la idea de que todos los candidatos compitan en distritos uninominales, en la composición actual del Poder Legislativo, implicaría que hubiera 500 distritos uninominales, cuando en la actualidad hay 300, y una redistritación para crear 200 más sería un esfuerzo técnico a realizar en un semestre para que estuviera listo en agosto de 2026. Reducir la representación popular a 300 diputados sería motivo de otra discusión.
@gilbertocarloso




