Opciones y decisiones
Thanksgiving Day
Día de Acción de Gracias 2025, el próximo jueves 27 de noviembre. La historia del Día de Acción de Gracias se remonta a 1621, cuando los colonos ingleses que habían llegado en el barco Mayflower a la colonia de Plymouth, en lo que hoy es Massachusetts, celebraron una exitosa cosecha junto a los nativos Wampanoag. Tras un invierno extremadamente duro, en el que solo la mitad de los colonos sobrevivió, la abundancia agrícola del año siguiente fue motivo de celebración. Durante tres días, colonos y nativos compartieron alimentos como pavo, calabazas, maíz y frutas secas, en lo que se considera el primer Día de Acción de Gracias.
Fue un siglo después que George Washington retomó la idea de una jornada de agradecimiento tras la independencia de las 13 colonias, estableciendo el cuarto jueves de noviembre como fecha oficial. No obstante, Thomas Jefferson se opuso a la idea de vincular una festividad nacional con la religión, ya que el Día de Acción de Gracias incluía agradecimientos a Dios. Su institucionalización ocurrió con Abraham Lincoln, en plena Guerra Civil, que la restableció como una celebración nacional en el cuarto jueves de noviembre, buscando unir a una nación dividida.
La historia de convivencia de nuestras naciones en América del Norte dan razón suficiente para entender y compartir una festividad de tal magnitud; el antecedente más intenso de este intercambio, probablemente, se remonta a los primeros acuerdos de México con Estados Unidos para enviar y recibir “braceros” a trabajar en el campo de los estados fronterizos del norte. En efecto, a partir de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, se instaló una cadena de trabajo asalariado en estados de la unión americana con fuerza viva de trabajadores provenientes de México. Un permanente flujo migratorio que no sólo dejó huella en ranchos, granjas y sembradíos de allende la frontera, sino que instaló, en toda la extensión de la palabra, poblaciones enteras de méxico-americanos cuya naturalización estadounidense se hizo práctica común, y cuya fusión de culturas permanece hasta el presente. Aceptando que el hiato migratorio actual se impone bajo la segunda administración del presidente Donald Trump. Baste decir que millones de paisanos nuestros comparten aquí y allá esta festividad con sus familias.
Antecedente cultural que me inspira para tomar en cuenta estos fuertes lazos comunitarios, independientemente de lengua y modo de vida, para compartir el sentimiento profundo de gratitud que se expresa en una fiesta general, como bien califica el análisis social, como una auténtica revitalización social. Y, sin más quiebros y capotazos, ¡al toro!
Invito a usted, amable lector-lectora, a darse permiso y dármelo a mí para dejar correr un juego de memoria, lo más espontánea y cercana a una memoria infantil, de cómo y por qué dar gracias, aquí sí enfáticamente a nuestro Dios Padre, por los dones y la vida con que abonamos nuestro devenir aquí en la Tierra. Dije darse y darme permiso, porque en un ejercicio tal hay que tomarse la libertad de romper las barreras de tiempo y de espacio; según el dicho agustiniano, se trata de soltar la imaginación, aunque para la gran mística Santa Teresa sea “la loca de la casa”.
La mejor representación de una admiración infantil, que se me ocurre invocar, es la del niño que personifica a Coco, en la sugerente y maravillosa película de Pixar 2017, que muy recientemente evocamos, y al decir del público representa con gran fidelidad y gracia la tradición de “Muertos” de la cultura popular mexicana. Y el vuelo imaginativo se encendió aún más, gracias al estreno del film reciente de Guillermo del Toro, Frankenstein, que tuvo su estreno mundial en la competencia principal del 82.º Festival Internacional de Cine de Venecia el 30 de agosto de 2025. Siguiendo esa tónica, revisitemos los eventos más significativos del año que vivimos.
¿Qué azoro, qué sorpresa, qué ojos abrirían los hijos y la esposa del alcalde de Uruapan al ver que su papá caía abatido a tiros en el evento público del Festival de Velas que ellos compartían? ¿Cómo poder voltear a Papá Dios, para expresarle un gracias, cuando a su padre le es violentamente arrebatada su vida, y a ellos los deja en orfandad y viudez?
¿Qué explicación poder dar a los productores de limón, apenas once días antes, en que su presidente de la Unión de Citricultores del Valle de Apatzingán era encontrado muerto con un disparo en el rostro y golpes en el cuerpo? Una comunidad así de lastimada, privada de su líder que combatía frontalmente la extorsión del crimen organizado que se enseñorea así de su territorio productivo, ¿con qué palabras puede expresar su acción de gracias, por las cosechas levantadas en esta temporada de otoño? Y así reconocer al buen Dios, los beneficios otorgados en esa buena tierra de labranza.
¿Con qué ojos de asombro e incredulidad, los hijos de este papá, que viven en el poniente de Aguascalientes, quien apenas el domingo antepasado, salía como acostumbraban a realizar una rodada en bicicleta y en familia, por las calles aledañas a su domicilio; y en el curso del paseo él cae de manera súbita de su bici y muere en el acto de un infarto masivo? ¿Con qué emoción y pena profunda podrán dar gracias a Dios Padre, en el simbólico día de Thanksgiving, por la amorosa vida con que su padre supo acompañarles?
Y como la vida verdadera y el agradecimiento no están sujetos al tiempo y al espacio cósmicos, tengo viva en la memoria el día que aquel tío Pepe querido por sus hijas e hijo, mis primos de la tía Lolita hermana menor de mi papá Teófilo, falleció después de la caída del techo de su casa que había subido a reparar. A sabiendas que tenía una pierna cuya herida no sanaba, por fractura expuesta que le fue causada en su trabajo del Taller del Ferrocarril de Aguascalientes, debido al rompimiento violento de una piedra de esmeril mal calibrada, y de cuya potente máquina un fragmento lo alcanzó a varios metros de distancia, mientras él martillaba en la forja de zapatas, que era su habitual trabajo. ¿Cómo, en tal dolor, rendir las gracias al Creador por todos los bienes recibidos?
O cómo fueron aquellos ojos atónitos de mis primas y primos, hijos de mi tío Saulo y mi tía Alicia, el hermano mayor de mi mamá, que un día domingo fuera -como mucho le gustaba- a pescar a la presa Calles de San José de Gracia, siempre acompañado de trabajadores del taller de herrería y balconeria de mi abuelo Alberto; y que decidiera tomar la lancha de remos que siempre llevaba, para meterse presa adentro a realizar su pesca, y fuera acompañado de mi primo Beto, ambos con botas altas y chamarras de piel con borrega, por el viento frío que barría las aguas. A cuyo vendaval y granizo sucumbió la lancha volteándose, y llevándose así las dos vidas de ambos pasajeros. ¿Cómo esta familia vulnerada en orfandad, pronunciaría su acción de gracias por la vida de ambos al Dios de Bondad?
Y ¿cómo o con qué palabras, este venerado día de Acción de Gracias puede la gran familia de México, agradecer un año más de vida y beneficios recibidos, privando en todo su territorio y entorno social una violencia implacable? Aunque se recita como letanía el protagonismo del crimen organizado, pero cuya impunidad y guerra abierta no declarada, pero cínicamente activa y caliente como fogón de fundición, no logra ser ni aminorada ni eficazmente neutralizada por las autoridades de un Estado, cada vez más hundido en fenómenos de corrupción, tolerancia ostensiblemente culpable y aun funcionarios coaligados con la violencia armada de los criminales.
Estas y otras tantas historias sin duda surgen en las memorias y en la imaginación de todos y cada uno que protagonizamos como sociedad estos hechos cotidianos, cuyo escozor y agresión tenemos que estar sorteando, día con día. Y, sin embargo, seguro estoy que a nivel de familia el día que compartamos los alimentos en amorosa convivencia, daremos gracias por nuestra presencia todavía en esta Tierra, y por los diferentes motivos de nuestro bienestar relativo, pero sobre todo por nuestra comunión personal y solidaria convivencia. Gobierno aparte, del que honestamente no sé qué faceta poder agradecer, sí anhelamos, sí deseamos gozar de un mejor futuro a contrapelo del crimen, porque como los ojos de Coco, los tendremos bien abiertos a lo inesperado, al misterio, al amor de Aquel que es el Absolutamente Otro, y que finalmente nos otorgará un futuro de gran unión familiar, de pleno abasto y de un mayor y esplendoroso devenir. Así sería el sueño al que le tira el mexicano.




