Destinar recursos al fortalecimiento económico de las mujeres: una decisión estratégica para el desarrollo
Hablar de desarrollo económico sin colocar a las mujeres en el centro de la agenda pública es ignorar uno de los motores más importantes para el crecimiento sostenible. Destinar recursos al fortalecimiento económico de las mujeres no es una política asistencial ni simbólica: es una decisión estratégica de largo plazo que impacta directamente en la competitividad, la cohesión social y el bienestar colectivo.
En Aguascalientes, el presupuesto público reconoce formalmente la importancia de la igualdad de género a través del Anexo Transversal de Igualdad entre Mujeres y Hombres. Sin embargo, de un presupuesto estatal que supera los 34 mil millones de pesos, apenas alrededor del 2 % se concentra en programas identificados con impacto en la igualdad sustantiva. Esta cifra evidencia que, aunque existe voluntad institucional, los recursos siguen siendo limitados frente a la magnitud de las brechas económicas que enfrentan las mujeres.
Programas como la Tarjeta Rosa representan un esfuerzo relevante al brindar apoyos directos y acceso a capacitación; no obstante, el reto está en evolucionar de esquemas de apoyo social hacia estrategias integrales de fortalecimiento económico que incluyan financiamiento productivo, formación empresarial, acceso a tecnología, innovación y vinculación efectiva a mercados.
A nivel nacional, el panorama es similar. El Anexo Transversal 13 del Presupuesto de Egresos de la Federación, que concentra los recursos destinados a la igualdad entre mujeres y hombres, refleja montos importantes en términos absolutos, pero altamente dispersos en programas generales. Diversos análisis han señalado que, aunque estos recursos representan un avance en el reconocimiento del tema, no siempre se traducen en una transformación estructural de la autonomía económica de las mujeres.
Invertir en las mujeres tiene un efecto multiplicador comprobado. Cuando una mujer accede a recursos productivos, capacitación y oportunidades reales, el impacto se refleja en mayor estabilidad familiar, mejor educación, reducción de desigualdades y economías locales más resilientes. Por ello, el fortalecimiento económico de las mujeres no debe verse como un gasto, sino como una inversión con retorno social y económico.
En un contexto global de relocalización industrial, innovación tecnológica y competencia por talento, México y sus estados no pueden darse el lujo de desaprovechar el potencial productivo de más de la mitad de su población. Cerrar las brechas económicas de género es una condición necesaria para el crecimiento sostenido.
El presupuesto es, en esencia, una declaración de prioridades. Si se aspira a un desarrollo más justo, moderno y competitivo, los recursos deben orientarse a construir ecosistemas económicos incluyentes, donde las mujeres no solo participen, sino lideren.
Porque cuando las mujeres fortalecen su autonomía económica, se fortalece el futuro de toda la sociedad.




