Algunos estudios muestran una tendencia por rastrear la información de aspirantes a instituciones de educación media superior y superior a través de buscadores como Google y sus cuentas en medios sociales, como Facebook y Twitter; lo cual pone énfasis en un tema que poco a poco se ha tratado de discutir y promocionar: la reputación en línea. Aunque el cuidado de la exposición de la vida privada ha sido de gran preocupación para las familias con cierto poder adquisitivo mínimo, ante infantes que están totalmente inmersos en las tecnologías de información y comunicación, la visibilidad en internet abarca cada vez a una mayor parte de la población.
De acuerdo a información de la organización inglesa UKnowKids, en 2013, el 29% de los funcionarios de admisión de escuelas de educación media (college) buscaron a través de Google información de los aspirantes, y el 31% visitaron sus cuentas en Facebook o en otros medios sociales. También, con base en un estudio de la Universidad de Massachusetts Dartmouth, se identificó una proporción significativa de escuelas que dan seguimiento a sus estudiantes a través de motores de búsqueda (13%) y medios digitales (19%). Debido a esto, la reputación en línea toma un papel protagónico en la vida social de los jóvenes para su desarrollo educativo y profesional. Sin embargo, la educación mediática aún no se vuelve una realidad en nuestro país, a diferencia de otras naciones como Irlanda, Francia e Inglaterra, donde es una materia obligatoria para la matrícula de educación básica.
Para la promoción y protección de la reputación en línea existen dos vertientes de acciones que deben ser impulsadas por diferentes instituciones y organizaciones. Por una parte, el concientizar sobre lo que el propio usuario realiza a través de medios digitales, como delimitación de privacidad a través de filtros, autorretratos fotográficos (selfies), comentarios, entre muchos otros aspectos. La otra línea es el generar actividades de educación para ser conscientes de la socialización, es decir: las conductas que nos permiten vivir en comunidad; por ejemplo, al tomar fotografías de terceros, reflexionar si esa imagen los podría afectar o si puede ser utilizada para burlas: Think before you click. Además, como seres adaptables, nuestros gustos se van modificando, por lo que alguna publicación, que en su momento parecía coherente o divertida, en otro tiempo puede parecer absurda, e incluso vergonzosa, si es que se logra encontrar de nuevo; a causa de ello, una de las recomendaciones básicas que deben difundirse es el tener el hábito de introducir en buscadores de internet como Google, Bing o Yahoo, nuestros nombres, nombres de usuario de tantas cuentas en internet se tengan, así como fotografías de nuestro rostro (esto a través de servicios de localización de imágenes similares), con el objetivo de poder rastrar lo que en Internet decimos de nosotros, o se dice por otros.
Al respecto, en ocasiones se dice que una sencilla solución es el no participar en medios interactivos, pero actualmente las personas que no están insertas en las dinámicas de información y comunicación, inmediata y multicompartida, simplemente quedan en un importante rezago frente al resto, tanto en lo personal como en lo laboral. Por otra parte, pueden existir miles de imágenes o comentarios sobre nosotros, en las que podría o no gustarnos lo que se expresa, por lo que el participar en medios sociales parece una necesidad más que una opción; y aunque las políticas públicas destinadas a la protección de la reputación en línea suelen basarse únicamente en acciones punitivas, sanciones y demandas; también estas políticas requieren basarse en una reconfiguración social sobre las categorías, al parecer obsoletas, de lo público y lo privado. ¿Los más jóvenes estarán listos para una comunidad donde el término de persona pública estará diluido?, y por otro lado, ¿cómo afrontar el avance tecnócrata sin entrar en pánico? Lo más sensato es capacitarnos e implementar la educación mediática como parte de las estrategias para el desarrollo del país, como se realiza en plazas comunitarias, que además de ofrecer instrucción de escolaridad básica a personas con rezago educativo, también se forma para el uso de tecnologías y softwares básicos como procesadores de texto; sin embargo, aún se requiere un mayor trabajo colectivo en lo que respecta a acceso y manejo de medios interactivos y sociales.
Twitter: @m_acevez




