Gabriela Díaz Alatriste es, sin duda, una de las mejores batutas en la escena nacional de la gran música de concierto. Hasta hace algunos meses era la directora titular de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional, puesto que ahora es ocupado por el maestro Enrique Diemecke, recientemente nombrado y que durante algunos años dirigió la Orquesta Sinfónica Nacional. Ahora la maestra Gabriela Díaz Alatriste, por invitación del maestro Enrique Bátiz, es subdirectora artística de una de las dos o tres mejores orquestas de México, la Sinfónica del Estado de México, OSEM. Evidentemente es un placer, además de un privilegio, tenerla en Aguascalientes dirigiendo nuestra Orquesta Sinfónica.
Originalmente los planes eran otros, pero considerando los cambios finalmente normales en cualquier temporada de conciertos, no nos queda más que disponernos a disfrutar plácidamente del talento y sapiencia musical de la maestra Gabriela Díaz Alatriste.
El programa para este cuarto concierto de temporada se modificó de acuerdo al plan original, inició con la Obertura Coriolano, Op. 62 de Ludwig van Beethoven, continuó, conforme al programa original, de hecho, esta fue la única obra que se mantuvo de acuerdo a lo programado con anterioridad, con el Concierto No.23, K.488 en La mayor de Wolfgang Amadeus Mozart, obra compuesta en tres movimientos: Allegro, Adagio y Allegro Assai, estructura que podemos considerar ortodoxa del lenguaje concertante y característica del clasicismo vienés al que evidentemente pertenecía Mozart, un movimiento rápido seguido por uno lento y finalmente otro movimiento rápido para cerrar el concierto. El solista para este compromiso fue el maestro Alain del Real.
Después del intermedio y para cerrar el programa, escuchamos la Sinfonía No.7 en La mayor, Op. 92 de Ludwig van Beethoven, esa misma de la que Richard Wagner dijo que era: “La apoteosis de la danza”.
Bien, pues este fue el programa y, ¿sabes?, debo confesarte algo, amigo lector y evidentemente melómano, durante la tarde del viernes estuve escuchando -me había prometido no volver a hacerlo y caí- una versión que aprecio mucho del Concierto para Piano No.23 de Mozart con el pianista canadiense Glen Gould, la Orquesta Sinfónica de la CBC (Canadian Broadcasting Corporation, versión canadiense de la BBC de Londres) y la dirección del maestro Walter Susskind. Como sabemos, la visión que Glen Gould tenía de la música es muy personal, muy de él, su manera de entender y hacer la música está muy lejana de todo concepto convencional y ortodoxo, no es posible escuchar a Glen Gould tocar, por ejemplo, a Mozart, a Bach, pero sobre todo a Arnold Schönberg y después de eso seguir escuchando a cualquier otro intérprete como si nada hubiera pasado. Pues sí, amigos melómanos, eso me sucedió, llegué al Teatro Aguascalientes con la versión del 23 de Mozart según Glen Gould todavía revoloteando en mi cerebro, y eso me ocasionó ciertas dificultades para aceptar incondicionalmente, al menos objetivamente, el Mozart que nos propuso el maestro Alain del Real a quien se le encomendó la ejecución de esta obra maestra del clasicismo musical, sin embargo, creo haber tenido la capacidad de entender que el maestro del Real hizo una versión muy fiel de esta partitura, y a estas alturas no estoy seguro de si esto es un cumplido o una crítica, después de escuchar a Glen Gould, la verdad no lo sé, pero lo que sí sé es que me gustó, salí satisfecho del Teatro Aguascalientes, con la certeza de haber escuchado a un pianista solvente, erudito, y que a pesar de haber hecho un Mozart limpio, exacto e impecable, y lo digo otra vez, sin saber si esto es un cumplido o un punto de vista crítico, el maestro del Real tiene lo necesario para, sin ser infiel a lo escrito en los pentagramas, proponer su propia visión, su Mozart, o cualquier otro compositor que le toque interpretar, finalmente de eso están hechos los grandes músicos, del atrevimiento de ir más allá de lo que está escrito en una partitura. Como encore, el maestro nos ofreció una composición propia dedicada a su novia por un aniversario más de relación.
No hace mucho que Alain del Real se presentó con la Sinfónica con un repertorio muy diferente al que escuchamos en este cuarto concierto, en aquella ocasión fue el Concierto para Piano y Cuerdas de Alfred Schnittke, lo menciono porque creo que debemos tener en cuenta que abordar estos repertorios tan distantes y que exigen un tratamiento diferente, nos habla de la versatilidad y solvencia del maestro del Real para tocar, con la misma convicción una obra del más puro y noble clasicismo y otra inmersa en el fascinante y a veces incomprensible ámbito de la música contemporánea, y de verdad que esto no es nada fácil.
Por otra parte, creo que hubo un buen entendimiento entre el solista y la directora, y evidentemente con la orquesta, que por cierto, y en función del repertorio que habría de ejecutarse, se redujo a las exigencias, primero del clasicismo del que Mozart es sublime representante, y después del romanticismo tan propio de Beethoven.
Para el quinto concierto, y por la proximidad de la fecha de la Independencia de México, el maestro Román Revueltas seleccionó un programa afín a estas celebraciones: el Mosaico Nacional de Mateo Oliva, la columna vertebral del concierto la forman Marchas, Polkas y valses mexicanos y finalmente, para cerrar este concierto, el celebérrimo Huapango de José Pablo Moncayo, que además de su incuestionable belleza musical, inspira sentimientos del más puro nacionalismo. La cita con su majestad la música es el viernes 12 de septiembre a las 21:00 horas en el Teatro Aguascalientes, la casa de nuestra Orquesta Sinfónica, por ahí nos veremos si Dios no dispone lo contrario. Hasta entonces.
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