Los antecedentes históricos señalan que somos proclives a los conflictos postelectorales. Por ello, en nuestro país se ha presentado un cúmulo interminable de reformas a las leyes y reglamentos electorales. En este momento, nuestra legislación electoral tiene las características de ser compleja, sofisticada y sumamente reguladora, incluso podría decir, hasta absurda. Las normas electorales pueden tener muchas imperfecciones, las cuales nadie las puede negar, sin embargo, hay que resaltar que esas normas las han construido todos los partidos políticos.
La contribución de los partidos a las leyes electorales ha dependido de la fuerza electoral y parlamentaria que han tenido en los distintos momentos históricos. El Partido Acción Nacional, siempre ha estado dispuesto a negociar y ha participado siempre en el contenido de las reformas. El Partido de la Revolución Democrática (o los partidos de izquierda) han optado por una estrategia diferente, estar presentes en las negociaciones cuando han tenido la fuerza para incidir y retirarse cuando no han contado con la posibilidad de ser determinantes. Pero, a pesar de la imperfección de nuestras normas y del sistema electoral, todos los partidos se han beneficiado de las reformas electorales, ya sea con derechos, con prerrogativas o con puestos de representación. Todos los partidos políticos en México han obtenido algo.
En la elección de 2006 el conflicto postelectoral, surgió entre otras cosas, por la supuesta inequidad en la contienda, la sospecha en la operación del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), la incertidumbre que causó el conteo rápido y por supuesto el “voto por voto, casilla por casilla”.
Para enfrentar las secuelas de 2006 se realizó una nueva reforma que trató de atacar las causas del conflicto: se reguló la compra de espacios en medios electrónicos y se puso énfasis en la forma de distribución del tiempo de exposición de los candidatos, además se reguló el contenido de “los discursos” para evitar las supuestas “campañas negras”, limitando con ello, la libertad de expresión. Se revisó y mejoró la forma en que el PREP reportaba la información al público, se acordó con todos los partidos y sobre todo por la exigencia del Partido de la Revolución Democrática que el conteo rápido se diera esa misma noche no importando las diferencias entre los candidatos punteros. Además, se reformó el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales para abrir los paquetes y contar voto por voto cuando exista el indicio de que la diferencia entre el primer y segundo lugar sea igual o menor de un punto porcentual.
La reforma después de 2006 fue muy cuestionada. Entre otras cosas se le criticaba por retrógrada. Incluso se le llegó a calificar como “contrarreforma”. Pero el punto más cuestionado, era el que señalaba que era una reforma “a modo”, no de un movimiento, no de un partido político, sino de una sola persona: Andrés Manuel López Obrador.
Por él, se modificó la Constitución para destituir al Consejo General, un golpe terrible para la autonomía del Instituto. Por él, se prohibió que los particulares, sobre todo las empresas pudieran contratar espacios en medios electrónicos. Por él, las opiniones públicas tienen que estar sujetas a la interpretación subjetiva del Consejo General del IFE, para saber si corresponden a una campaña negra coartando con ello, la libre expresión de los ciudadanos. Por él, padecimos un plantón que para muchos de nosotros afectó nuestra cotidianidad, al complicar nuestros traslados a nuestros centros de trabajos y además se generó confrontación entre la ciudadanía, unos por defender el plantón otros por retirarlo.
En la presente elección se trataron de resarcir los supuestos puntos de conflicto, se vigiló de manera escrupulosa a los medios, se permitió y alentó la libre manifestación de las ideas, tanto así, que se generó un movimiento: #YoSoy132. Se evitaron las supuestas campañas negras. Se ordenó el escaneo de todas las actas de todas las casillas para que cualquiera las pudiera consultar en Internet, se reforzó la seguridad del PREP, por si fuera poco, se acató el acuerdo de los partidos para que se diera el resultado del conteo rápido. Por último, se firmó un pacto de civilidad.
Pese a todo, el candidato del Movimiento Progresista tiene dudas sobre el proceso, lo tacha de inequitativo y califica e insulta a los ciudadanos que no votaron por él. Desde esta perspectiva ninguna persona es confiable para López Obrador, ningún procedimiento es suficiente. El único resultado posible para él, es su triunfo.
Pero a pesar de ello, hay que señalar que no fue una derrota para la izquierda. Por el contrario, ganaron la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, los gobiernos estatales de Tabasco y Morelos, la mayoría en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, tendrán el segundo grupo parlamentario más grande en la Cámara de Diputados y seguramente constituirán una fuerza importante en el Senado de la República. Pero lo más significativo, es que son la segunda fuerza política del país, desplazando al PAN a la tercera fuerza. Por ello, me parece lamentable que López Obrador dilapide el avance de la izquierda y siga polarizando al país. Ahora qué acusaciones e insultos hará para tratar de evadir y justificar que no ganó la elección.
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* Profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México
