En mi artículo anterior mencioné cómo se inició la concentración de la población de menores ingresos en la zona oriente de la ciudad de Aguascalientes. Según la fuente citada, a finales del año 2012 vivían en esa zona 450 mil personas, casi el 60% de la población de la ciudad en ese momento, tomando como punto de referencia la vía del ferrocarril; de allí hacia toda la región del oriente, incluyendo los nuevos fraccionamientos como Villas de Nuestra Señora de la Asunción, Los Pericos, Guadalupe Peralta, etc. De hecho, la vía del ferrocarril prácticamente divide en dos partes a la ciudad de Aguascalientes. Originalmente la vía férrea estaba en el extremo oriente de la concentración urbana. Con el crecimiento hacia todos los puntos cardinales, la vía terminó en el centro.
En un enfoque de genuina y honesta autocrítica, el proceso de planificación de esta vasta zona de la ciudad no se apegó a criterios de integralidad del desarrollo. Fue en muchos de los casos una planeación técnica, omitiendo considerar variables cruciales para una planificación verdaderamente integral. Hoy esa realidad nos está literalmente pasando la factura.
La cobertura de servicios públicos es buena; aceptable, digámoslo así, pero el problema es más bien su irregularidad funcional, pues donde no falta el agua, lo que no hay es seguridad, y situaciones así más o menos de ese tono. Pero el problema de fondo no es ese sino más bien los efectos de descomposición del tejido social, de desintegración al no existir condiciones suficientes, porque el modelo no lo previó así, para la creación de más ciudad, es decir, la construcción de más comunidad.
Hay ejemplos de zonas que en la práctica son o funcionan como auténticos guetos urbanos que producen segregación social, marginación y descomposición del tejido social, como es el caso de algunas de las colonias emblemáticas del distrito 12 donde soy representante.
¿Qué hacer frente a toda esta demanda de atención urbana y social? Desde la perspectiva de política pública y social, lo que nos demanda a los hacedores de políticas es el contar con agendas que ofrezcan soluciones innovadoras y de vanguardia que hagan que en la práctica diaria esas colonias, familias y ciudadanos tengan acceso al intangible que entraña el sentir, el tener la percepción y sensación de que frente a viejos, complejos y añejos flagelos que aquejan sus vidas diarias, se están ofreciendo soluciones reales y perceptibles.
En mi anterior colaboración cité el ejemplo del proyecto Línea Verde como uno de los primeros esfuerzos de regeneración urbana y social en el oriente, que emprendió la alcaldesa Lorena Martínez en el periodo 2011-2013. El componente de innovación de este esfuerzo particular proviene del enfoque integral, de intervención social y de acupuntura urbana, que permitió abordar esta problemática desde un enfoque diferente, más integral.
En mis recorridos por esa zona he podido constatar que la Línea Verde está funcionando. Los jóvenes están utilizando de manera permanente las diversas instalaciones deportivas y recreativas. Se ve que hay mantenimiento y en términos generales esa infraestructura se encuentra en buen estado. Esto hay que destacarlo, sobre todo porque refleja un esfuerzo de continuidad entre una administración y otra. La gente requiere de buenos servicios públicos, más allá de las diferencias partidarias. Me parece que hay que continuar con este tipo de programas.
Finalmente, la dotación de servicios en beneficio de los habitantes del oriente de Aguascalientes es algo de elemental justicia. Como ya lo hemos señalado, en el norte se concentran los mejores servicios, comenzando por la Universidad Autónoma de Aguascalientes (que alberga una de las más importantes bibliotecas), librerías, varios de los principales centros comerciales, cadenas de cines, restaurantes, oficinas públicas y privadas, notarías, locales comerciales, vialidades importantes, transporte, patrullas de seguridad pública, áreas verdes, clubes deportivos, bancos, etc. Lo deseable sería que toda esta infraestructura se fuera desconcentrando hasta llegar a los sectores de menores ingresos en las diferentes zonas de la ciudad.
Política de la buena: el inusual gesto que acabamos de presenciar protagonizado por la alcaldesa de San Francisco de los Romo al declinar a la postulación plurinominal de su partido tiene un nombre: se llama decencia y urbanidad política, que son virtudes y actitudes fundamentales en la vida y práctica de la política, aunque muchas veces escasas. Bien por Margarita Gallegos, la declinante, porque ello la viste y la honra como mujer y política sensible. Bien también por Denisse Ibarra, la nueva abanderada que cierto estoy ingresará en su momento a la Cámara de Diputados y hará desde ahí una gran representación. El suceso nos enseña que la unidad, para que sea de a deveras se hace, se construye, con todos los invitados, con todos los comensales sentados a la mesa, ¿no cree usted, caro lector?
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