Las redes sociales han servido para algo, para movilizar a los indignados, para evidenciar a los corruptos, malosos, asesinos, para sensibilizar a los ciudadanos, para delatar a los abusivos, para hacer públicos abusos de autoridad, presunciones, para delatar a una que otra Lady Polanco y sobre todo para señalar a los que según nuestra moral están haciendo mal.
Las redes sociales, aunque suene alarmante, se han convertido en el santo inquisidor de nuestros tiempos. Es eso y muchas cosas más. Si a nuestro criterio un borracho, por ser borracho, se le ocurre gritar que su papá es el secretario de Hacienda, damos por hecho que así lo es. Nos olvidamos que probablemente la borrachera y quién sabe cuántas sustancias le creó la ocurrencia de gritar que es hijo de un tal Videgaray y el otro sin vela en el entierro.
No podemos dejar pasar por alto que ese hombre que grita que es hijo del secretario de Hacienda y que muchos publicaron su indignación fue un hombre que ocasionó un accidente de auto, pudo provocar muertes, condujo bajo estado de ebriedad y cometió un delito. Sin embargo, lo que indigna fueron sus gritos mamones. La inquisición del tuit.
Ha habido muchos usuarios de las redes sociales que bajo el anonimato de una cuenta descalifican a políticos, artistas o periodistas. Algunos conocen algún secreto y lo ventilan bajo la cuenta de El secreto del Diablo o algo más ridículo. La persona que se siente ofendida se sale del Twitter o del Facebook y no fue capaz de tolerar esos ataques que aunque ciertos formaban parte de su vida privada. ¿Hasta dónde la santa inquisición de las redes sociales tiene límite con la vida privada? ¿Hasta dónde unas fotos de una mujer desnuda pueden ser del dominio público?
El morbo es el mayor de los ganadores en las páginas modernas de medios de comunicación. Tienes que hacer todo lo posible por un clic, hasta prostituir la línea editorial, mentir en una cabeza de noticia para llevarlos a tu sitio o empobrecer el debate público. Al fin y al cabo el cliente paga por número de visitas. Los que dan dinero a los medios de comunicación no pagan por una línea editorial moralina, buena y que aporta a la consolidación de la cultura democrática.
Las redes sociales son una herramienta en demasía positiva pero que sin duda debe llegar a un límite, al límite de la libertad del otro. En la semana dos tipos de manera despiadada golpearon, maltrataron y mataron a uno de los tres animales que salen en el video. El video empezó a circular, primero una versión, luego otra, luego completa, y luego con el hámster. Un video realmente indignante, los mensajes empezaron a llover en cualquier cuenta que publicara el video, no hubo medio de comunicación que no se subiera a como dice la Real Academia Española: El tren del mame.
Al día siguiente de la viralización se dio a conocer la cuenta de la novia de uno de los maltratadores. Cientos y miles la empezaron amenazar y molestar: que si lo tuviera en la cara le partía, que cuando tengan a sus hijos y otros insultos que se convierten en igual de desagradables que el mismo video. La mujer decidió cancelar sus cuentas de redes sociales para dentro de mucho no volver. Ella, ni vela en el entierro.
Circuló una nota falsa de que uno de ellos se había suicidado. En un principio sentí miedo de que la santa inquisición de las redes sociales lo haya asesinado. Luego cuando se desmintió la nota y se supo que está prófugo y que uno de ellos fue golpeado, sentí alivio, aún no llegamos al tiempo de Juana de Arco.
Estoy de acuerdo y convencido de que sin la presión de las redes sociales el debate sobre estas tiendas, su existencia y regulación no se hubiera dado y que exista es positivo. También estoy de acuerdo que sin Facebook no se hubiera clausurado la tienda de Pachuca ni se hubiera puesto en el ámbito nacional el tema. Todo el mundo habla del maltrato animal, asunto que se tiene que discutir.
Sin embargo, las instituciones de justicia son las que tienen que determinar la culpabilidad o no de los dos hombres, no los ciudadanos, no el linchamiento ni la inquisición. Si bien es cierto nuestras instituciones han sido deficientes, no debemos de dejarnos llevar por la inercia de la justicia por propia mano, mecanismo que tantas muertes y daño hizo a la humanidad.
Las redes sociales modelan nuestra agenda y nuestras discusiones. Lo más panfletero, es decir, lo que más vende es de lo que hablamos, de eso hablaremos otro día, por hoy solo dejo la reflexión. Las redes sociales pasaron de hablar a la injusticia y tragedia del asilo de ancianos por someter bajo el yugo de la inquisición a dos hombres que maltratan animales. Así son los clicks, así es la lógica del like y que quede claro que sigo siendo un gran defensor de las redes sociales, bien usadas y respetando la libertad.
@pochaquito
