Existe un consenso global que define a la pobreza como la privación o limitación de capacidades para el ejercicio de derechos. Es decir, no sólo es necesaria la percepción de un ingreso económico que permita la adquisición básica de bienes para la subsistencia, además se requiere cubrir una serie de necesidades específicas -relacionadas con la edad, el sexo, las condiciones individuales y comunitarias de alimentación, seguridad, libertad, movilidad, salud, educación, vivienda, acceso a servicios públicos, entre otras- para superar cualquier clasificación de pobreza o grado de marginación, ejercer derechos y buscar la autorrealización.
Medir los resultados de los programas y políticas públicas que tienen como fin superar la pobreza, crear y fortalecer las capacidades sociales, e incidir en el bienestar de la población, es esencial para que los programas sean eficientes y sus acciones eficaces.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) recientemente dio a conocer los resultados de la medición de la pobreza en México de 2012 a 2014. En el ámbito, la población en condiciones de pobreza extrema disminuyó, y aumentó el porcentaje de población en pobreza. Aguascalientes fue uno de los estados con mejor desempeño en esta materia: la pobreza bajó de 37.8 por ciento, en 2012, a 34.8 por ciento, en 2014, es decir, hay cerca de 25 mil personas menos en esta condición; mientras que la pobreza extrema, definida como insuficiencia alimentaria, se redujo de 3.4 por ciento, en 2012, a 2.1 por ciento, en 2014, lo cual significa que más de 15 mil aguascalentenses superaron este lacerante estado de marginación.
La diferencia entre los resultados nacionales y los locales se debe a múltiples variables. Considero que una de las más importantes es el desempeño económico. Expongo un dato. La asociación civil México ¿Cómo Vamos? dio a conocer que en 2014 fuimos el estado con mayor contribución al desarrollo económico del país, con un crecimiento mayor a 12 por ciento. Es decir, Aguascalientes se colocó por encima del promedio nacional en generación de empleos, aumento de productividad, reducción de la informalidad y la pobreza laboral. El estado ocupó el primer lugar en desempeño económico en 2014.
La pobreza se supera garantizando la efectividad del ejercicio de los derechos sociales de la población, fortaleciendo el desarrollo de capacidades de las familias con mayores privaciones, para así incidir en la mejora de su calidad de vida. Igual de importante, para superar la pobreza a largo plazo, es elevar la capacidad productiva de las personas. No basta que la economía crezca, hace falta que el crecimiento sea sostenido y redistributivo.
En los últimos años, en Aguascalientes se conjugaron mejores condiciones que en el resto del país para superar la pobreza. La Cruzada Nacional contra el Hambre, impulsada por el Gobierno Federal, tuvo mayor efectividad en lo local porque se vinculó con una política social que va de la mano con un entorno económico de mayor crecimiento, promovida por el gobierno estatal. Es decir, resulta indispensable ligar el bienestar social al desarrollo económico para seguir ampliando las acciones de combate a la pobreza.
Volviendo al entorno nacional, el INEGI señala que entre 2012 y 2014 el ingreso total promedio en los hogares disminuyó en términos reales en 3.5 por ciento. Por otro lado, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) reporta que en el mismo periodo incrementó 3.7 por ciento el ingreso de los trabajadores subordinados. A primera vista, estos datos parecen oponerse, pero la percepción cambia al tomar en cuenta que 30 millones de trabajadores aún se encuentran en la informalidad, y por ende no tienen acceso a las prestaciones sociales del mercado formal. Desde 2012, de acuerdo a la STPS, 1.7 millones de trabajadores se han formalizado. Lo que significa que igual número de personas que antes no accedían a algunos derechos ahora cuentan con prestaciones de ley: seguridad social, reparto de utilidades, aguinaldo, vacaciones, etc.
Sin embargo, la economía formal tiene sus propios desafíos para no generar brechas de desigualdad. La subcontratación se ha incrementado considerablemente, en los últimos diez años se ha duplicado y configura aproximadamente el 17 por ciento del mercado laboral. Esto se refleja en la reducción del costo laboral que cubren los establecimientos en forma de remuneraciones, de acuerdo al INEGI, la disminución es de cerca de seis por ciento en los últimos cinco años. Lo que quiere decir que como nación producimos más pero pagamos menos por el trabajo. En ese sentido, el reto de la economía formal es flexibilizarse para ser más productiva, pero inflexible en cuanto a la defensa de los derechos laborales; que son parte de los derechos humanos.
El Coneval se guía por una premisa: “Lo que se mide se puede mejorar”. Conocer los resultados de la medición de la pobreza en el país nos señala las omisiones, desaciertos, aciertos y buenas prácticas de nuestros programas y políticas públicas.
Siempre hay mucho por hacer, pero actualmente tenemos mayores elementos y herramientas para avanzar; para hacer que la niñez y la juventud cuenten con una educación de calidad y que la falta de recursos nunca sea una causa de abandono escolar; para que todas las familias, principalmente las que tienen mayores carencias, ejerzan sus derechos sociales, accedan a la salud, a una mejor nutrición y desarrollen capacidades para contar con mayores niveles de bienestar y desarrollo humano. Continuemos ampliando nuestras acciones.
