Aunque la misma naturaleza es discriminatoria –la selección natural no es un invento– es importante considerar que los hechos sociales desde un punto de vista descriptivo retienen en sí una serie de experiencias que determinan la vida humana.
Uno de los temas interesantes en los términos de la discriminación sin duda es el campo de la educación. Hace ya 63 años que se acuñó por primera vez la performación de la sociología educativa, y desde entonces la variación de los modelos de reproducción al interior de las instituciones educativas –principalmente públicas– ha mutado lo mismo que las variaciones del virus de la gripa en el aire.
La educación, planteada desde el punto de vista capacitador, cumple con una función primordial: habilita al ser humano para desempeñar mejor una serie de habilidades para la vida. Por otro lado, le “ordena” la mente, puesto que las estructuras mentales no son otra cosa sino más que la repetición de modelos exteriores que se abstraen por el estudiante sea cual fuere su nivel. De pronto pareciera que quienes en la industria educativa se encuentran, no desglosan tanto las diferencias –notables por la sexualidad– y sí aquellas que tienen que ver más por las teorías de la reproducción cultural, política o socioeconómica que afirman que los ciclos de vida de un estudiante en sus distintos contextos (la familia, la comunidad, los amigos) se replicarán como una maldición que le llevará a siempre padecer sus deficiencias decodificadas y a permanecer en una línea de vida como un esclavo se ata a una deuda en una tienda de raya, es decir, que quienes pobres nacieron, por más educación que les impartan, no dejarán de tener costumbres de pobres. En fin, el tema es que nos hemos enrollado en una serie de cuestionamientos sobre modelos de reproducción educativa como un derecho al acceso educativo e incluso a la igualdad social, sin identificar que habrá siempre elementos sintomáticos que nos afirman que la igualdad social existen en la dignidad, pero que incluso para el aprendizaje, las diferencias sexuales –no de género– son definitorias en el encuentro de la igualdad de oportunidades.
La pregunta es ¿por qué nos quejamos de que las mujeres no tengan acceso a mejores oportunidades cuando las instituciones educativas no les permiten desarrollarse al tope de su capacidad? El tema es claro y no tengo por qué ocultarle un mensaje para el final: la naturaleza femenina tiene un diseño particular. No en vano la vida sucede en el mejor lugar que es el vientre materno. Este advenimiento que podría parecer romántico y filosófico tiene una explicación médica y científica –aunque últimamente a ésos que pedían pruebas para otros temas como el inicio del origen de la vida humana, ya no les interesen estos argumentos que antes era lo que pretextaban para no converger en el tema– y la explicación radica en que el cerebro femenino pesa aproximadamente 100 gramos menos que el masculino, pero tiene más cuerpo calloso entre ambos hemisferios cerebrales. A eso agregue un tema hormonal –luego de lo que se quejan las damas– que les permite otras condiciones de razonamiento y finalmente saber que en las mujeres el hemisferio izquierdo, culpable de las habilidades linguales, razonamiento numérico y otros temas importantes, inicia su funcionamiento por ahí de los dos años de edad, cuando en los hombres se retrasa hasta los cinco años de edad.
La educación diferenciada no es pues un argumento confesional, como algunos lo quieren hacer ver, ni siquiera uno sexista, sino meramente un asunto de igualdad de oportunidades. La educación mixta es igualitarista y discrimina toda posibilidad femenina de desarrollarse a su máxima capacidad. Hay países como Francia que poco a poco y desde la educación pública están calibrando el regreso a la educación diferenciada, otros nos seguimos aferrando a hablar de igualdad de oportunidades, de acceso para todos a la educación, pero restringiendo al sexo femenino a abordar desde la misma banca un conocimiento que se aprende de manera distinta por ambos sexos, pero además, muchas veces promovida esta discriminación, por las mismas mujeres. n
Continuará.
@comandanteserra




